Con las encuestas de percepción publicadas cada mes y el incansable tono agobiante de los medios de comunicación, es obvio que, como lo llama Alejandro Gaviria, en Colombia sufrimos de una obsesión por la fracasomanía, nos encanta insistir que todo va de mal en peor. Sin embargo, algo que muchos no supieron es que los datos referentes a la situación socio económica del país demostraban todo lo contrario hasta hace apenas 8 meses. Sin duda, a muchos nos hablaron en clase de los tigres del sudeste asiático o, para no ir tan lejos, del milagro chileno o peruano, pero absolutamente nadie nos habló del milagro económico de nuestro propio país, Colombia.
Uno de los más grandes logros -si es que acaso no es el más importante- es que tanto la pobreza monetaria como la multidimensional han disminuido en lo que vamos de este siglo. Respectivamente, según el Dane, la primera ha disminuido de 55,0 % a 27,0 %, medida entre el 2000 y 2018, y la segunda de 23,55 % a 13,8 % desde que inició a medirse en 2010. Ésta decidida caída de la pobreza le ha permitido a Colombia mejorar en uno de los indicadores más imperativos para el desarrollo y crecimiento económico y, aún más importante, para el mantenimiento de la democracia, la ampliación de la clase media. En 2014, por primera vez en la historia, la clase media superó a los hogares en condiciones de pobreza, pasando de 16,3 % en 2002 a 30,8 % en 2018.
Sin duda, la ampliación de la clase media representaba uno de los logros más grandes para el desarrollo y crecimiento de manera reiterada, real e integral, pero mucho más allá de eso era una muestra representativa de la transformación social que Colombia había tenido como país en los últimos veinte años. Lastimosamente, debido a que no se hicieron las reformas pertinentes para lograr que la clase media vulnerable pasara a consolidarse y que sus ingresos fueran sostenidos, hoy, gracias a la pandemia, los frutos de esa irresponsabilidad son una realidad. Recientemente, el DNP anunció que la crisis sacaría entre 2 y 4 millones de personas de la clase media.
Ahora bien, un hecho que choca contra toda lógica de un verdadero desarrollo económico en Colombia es la alta tasa de informalidad. Vivimos en un país con tasas de informalidad que rondan el 52 % y el 47 % de la población, lo cual representa una inestabilidad constante en los ingresos de la población, una verdadera tragedia. La pandemia produjo y producirá una caída reiterada en los ingresos de los informales y si no se buscan mecanismos para formalizar la economía, que indudablemente esto significa una reforma laboral, el retorno a la pobreza será una realidad inevitable para muchos.
En Colombia, el Congreso ha tenido la irresponsable y descarada costumbre de cargarle todas las obligaciones prestacionales al empleador, desde la seguridad social que incluye la pensión, salud y las cajas de compensación -es un absurdo que esto exista-. La carga de estas arandelas hace que el incentivo y la constante sea una economía informal por su alto costo. Al final, el empresario termina pagando casi 50 % más. Además, no tenemos una masa tributaria que asuma una parte necesariamente más grande de esta carga prestacional. Para no ir tan lejos, en Colombia, el 50 % de la nómina son parafiscales mientras que en Chile, donde la informalidad es 20 puntos más baja, son del 11,5 %.
Hemos avanzado poco a poco. No hay que desconocer que en el 2012, Santos y Mauricio Cárdenas quitaron el Bienestar Familiar y el SENA de la nómina y eso tuvo un efecto inmediato en el empleo formal. Sin embargo, esto no se siguió haciendo y gracias a esto, una reforma laboral es inaplazable -así no les guste a muchos-. Será necesario abrir el debate ojalá sin sesgos, sin oportunismo -como ha ocurrido innumerables veces- y sin mentiras amañadas. Deberán participar todos los sectores pero tendrá que haber una asesoría técnica y económica omnipresente. Para poder reactivar la economía de manera sostenida se necesita fijar dos metas a mediano plazo, que la clase media sea en su totalidad clase media consolidada y no vulnerable y además, que el desempleo sea mayor a la informalidad.