Uno de los mayores activos de cualquier país es la infraestructura. Por esto no me refiero sencillamente a la infraestructura que todos entendemos como vías, vivienda, hospitales y demás. El economista Luis Alberto Moreno explica que existen tres tipos de infraestructura: la infraestructura social; la infraestructura física y la infraestructura empresarial. Siendo las tres importantes, pero, sin duda, las que más desarrollo aportan en el mediano y largo plazo son la infraestructura social y la empresarial.
El Sena es una de las instituciones más queridas por los colombianos y, además, es una muestra de cómo la combinación de la infraestructura social y empresarial han sacado millones de familias adelante. Muchos no saben, pero el Sena y gremios como la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) y la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO), que representan el grueso de la estructura empresarial colombiana, han trabajado de la mano por años trayendo al país desarrollo integral y a las familias ingresos estables e infinidad de oportunidades. Más interesante es el hecho de que la creación del Sena fue una articulación entre gremios, sindicatos y el Ministerio de Trabajo en 1957, quienes pusieron en marcha la idea de crear una institución para la cualificación técnica de obreros.
Al día de hoy, con más de cincuenta años, el Sena continúa siendo una institución que brinda capacitaciones y certificaciones técnicas a millones de colombianos que buscan un mejor porvenir por medio de la educación. Sin embargo, muchos dirigentes parecen olvidar la oportunidad que reside en esta institución, el Sena es la muestra de cómo la educación tiene un rol fundamental en el empleo y en conectar la demanda y oferta del mercado laboral. Si se realiza una articulación sostenida entre el sector privado y el sector público, podemos volvernos un país altamente competitivo en este desafiante siglo XXI.
Para buscar esto es necesaria la activa participación del empresariado, orientando los currículum académicos que el mercado laboral nacional e internacional requieren y, en ese sentido, el Sena deberá dirigir sus esfuerzos educativos a preparar técnicos que suplan estas necesidades. Esto quiere decir que el Sena debe estar preparado para ofrecer a sus estudiantes capacitaciones en data analytics y, así mismo, que estos tengan altas cualificaciones en ciencia, tecnología, matemáticas y, por supuesto, en inglés. Si esto se logra, Colombia podría volverse un país competitivo en las complejas aguas de este siglo, podríamos convertirnos en el epicentro y potencia latinoamericana de innovación, emprendimiento y competitividad informática y de programación y además, expandir esa riqueza de emprendimiento y cultura empresarial de ciudades como Bogotá y Medellín.
Para que esto ocurra, depende primordialmente de dos elementos. El primero, la participación e interés genuino del empresariado. Cosa que aún no ocurre y ni siquiera está en el debate, pero sí existe una preocupación general por parte del sector privado que busca ser más proactivo en las problemáticas de sus entornos y el segundo, el sector público que se agencia a través de presupuesto, buena gestión y sobretodo de que el Sena tenga una excelente junta directiva.
Sin duda, en plena pandemia y con el desempleo por los cielos, el Sena deberá recuperar sus orígenes y reestablecer esa coordinación con el sector empresarial, podría ser la cuna de una oportunidad para solucionar problemas estructurales como la informalidad, el desempleo y la baja calificación de la mano de obra. Para una reactivación económica integral y sostenida será ideal promover la integración de la infraestructura social y empresarial como lo ha insistido reiteradas veces el Departamento de Planeación Nacional a través de distintos CONPES y el Consejo Gremial Nacional.