Parafraseando al nuevo Presidente de Colombia, Gustavo Petro: “El capitalismo es una condición sine qua non para alcanzar la equidad social”. Parece ser un aliviante para todos los que miramos con escepticismo a un candidato cuyas propuestas van en contravía de un desarrollo económico orientado a aumentar la productividad y riqueza del país y además, cuya fórmula vicepresidencial se declara ‘anticapitalista’. Sin embargo, si hay algo concluyente del discurso de Petro, a pesar de sus desavenencias con la institucionalidad y más específicamente con sus peticiones a la Fiscalía, es que el principal objetivo de su gobierno va a ser luchar contra la pobreza y en esto, el tejido empresarial tiene un rol crucial. La nueva y principal labor del sector privado deberá ser tener una actitud proactiva ante las iniciativas del gobierno para recalcar su trascendencia en el desarrollo no solo de la economía, sino de cualquier proyecto de país.
Actualmente, según cuentas del DANE, existen 20 millones de colombianos que habitan por debajo de la línea de pobreza monetaria (40% de la población), este es posiblemente uno de los meta problemas de los cuales se derivan muchas tragedias estructurales que vive hoy por hoy el país como la informalidad (casi 50% del total de población) o la baja productividad (de las más bajas de la región), entre otras. En ese sentido, el mensaje concertado del sector privado, que deben articular gremios como la ANDI y ANALDEX, es precisamente que no es posible ‘vivir sabroso’ y lograr la justicia social y la superación de la pobreza de la que tanto se habla sin la generación de desarrollo y crecimiento económico a cargo del sector privado. Textualmente, el empresario debe subirse a la moto de ‘vivir sabroso’ para que el gobierno vea su actuar con buenos ojos.
Cada sector deberá demostrarle al nuevo gobierno su relevancia en la economía pero, sobre todo, el papel que juegan en la superación de la pobreza. El sector financiero, encabezado por gremios como Asobancaria y la ANIF, deberán insistirle al nuevo Presidente de la República, la relevancia y alta correlación probada en el mundo entre la superación de la pobreza y la inclusión financiera. El mensaje respaldado por la evidencia científica respecto a que no se puede lograr superar la trampa de pobreza sin la participación activa del sector financiero y más específicamente, sin la bancarización de la población deberá ser un recalcitrante en la discusión pública.
Sin embargo, el mensaje posiblemente más importante que el sector privado debe llevar al nuevo Presidente con urgencia e incluso antes de que éste inicie los procedimientos regulares de inicio de gobierno como la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) o el Presupuesto General de la Nación (PGN), es el concerniente a los temas tributarios y fiscales del país.
Este gobierno tiene todo el respaldo popular para aprobar una reforma fiscal que realmente nivele al país en materia competitiva con sus pares regionales e internacionales. La sociedad colombiana no ha podido digerir que la reforma tributaria que tramitó el Ministro Carrasquilla en su momento era la necesaria para que Colombia fuera un país progresivo y de esta manera, trasladar el recaudo tributario de las personas jurídicas a las personas naturales -tal como lo sugiere Ricardo Bonilla, asesor económico de Petro-. Del sector privado depende llevar este mensaje con recalcitrancia y urgencia al gobierno para que éste entienda que puede ser el conquistador de grandes reformas necesarias para que el país salga adelante y así, en el corto plazo, lograr enviar un mensaje que calme la incertidumbre y especulación de los mercados.
El establecimiento empresarial a pesar de estar abatido, no puede echarse a morir por el nuevo gobierno de izquierda, ellos tendrán tanta participación como el gobierno se lo permita pero también como ellos quieran. De nuevo, el sector privado debe ser proactivo y propositivo ante la agenda del gobierno Petro, pues solo así, los nuevos funcionarios públicos entenderán la imperatividad del empresariado en el tejido social y en la contención de la pobreza.