Con la redefinición de la agenda internacional a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, la superación de la pobreza se ha convertido en un eje fundamental de la agenda mundial. Esta discusión ha llevado a los encargados de formular políticas públicas a considerar la inclusión financiera como una estrategia para contrarrestar la pobreza y generar riqueza a largo plazo. En ese sentido, el Open Banking, presenta una herramienta clave para lograr la inclusión financiera en la que Colombia y América Latina deberían llevar la batuta a nivel mundial.
En la actualidad, Colombia se destaca como el país de la región con mayor uso de efectivo en relación con el PIB (22 %). Además, según la OCDE, el país enfrenta desafíos en materia de planificación financiera, pues el 59 % de las personas tienen ahorros para un mes o menos en caso de perder su empleo, y solo el 10 % de los colombianos comprende la diferencia entre interés simple y compuesto. Estas cifras evidencian el riesgo de exclusión de las personas recién incluidas en el sistema financiero debido a posibles problemas de pago.
El Open Banking ofrece una oportunidad para democratizar el sector financiero, reducir el uso de efectivo en el país y mejorar la educación financiera mediante una mayor variedad de productos y servicios. En esencia, implica la apertura de la información y servicios bancarios, tradicionalmente controlados por las entidades financieras, a externos a través de interfaces de programación. Esto permite a los clientes compartir sus datos financieros, como su historial crediticio y sus créditos, con otras empresas.
Esta iniciativa es relevante porque se basa en el principio de que los datos financieros pertenecen a los clientes y no a los bancos. Si los clientes otorgan su consentimiento, pueden compartir sus datos con fintechs, startups y otros proveedores de servicios financieros. Esto promueve el desarrollo de nuevos productos y soluciones innovadoras, que van desde aplicaciones de gestión financiera hasta servicios de pago y préstamos.
Deesta manera, Colombia puede avanzar en la inclusión financiera construyendo una oferta más robusta de servicios financieros y así, lograr productos que verdaderamente se ajusten a las condiciones de vida, económicas y sobre todo, cultura de pago, de personas que naturalmente no hacen parte del sector financiero. Además, el open banking logra mayor competitividad en el sector financiero con mayor competencia, hecho importante para un país como el nuestro en donde apenas dos bancos, Bancolombia y Davivienda, tienen más del 40% del mercado de préstamos.
Esto, realmente permitiría que los bancos se ajusten a las necesidades de los hogares y no viceversa como ha ocurrido por muchos años.En América Latina, México lidera la implementación del Open Banking, en 2020 la Comisión Nacional de Banca publicó las primeras reglas de juego para la implementación en el país. Igualmente, Brasil, -en donde nació Nubank- está implementandolo. Colombia debe liderar la batuta en la discusión del open banking para así, atender a las más de 15 millones de personas que no tienen vida crediticia y que Asobancaria, identifica como potenciales usuarios de fácil inclusión al sector financiero.
La inclusión financiera es una de las estrategias de superación de la pobreza que mas han sido estudiadas por economistas como Amartya Sen y Esther Duflo e indudablemente es otra de las materias en las que Colombia se va rajando, el Gobierno debe ponerle la lupa y capitalizar las oportunidades que trae el open banking.