Recientemente ha empezado a calar en redes sociales la idea de que en Colombia no ha ocurrido mayor avance en materia económica y social en las últimas décadas. De esta manera, generadores de opinión pública -que no coincidencialmente, son adalides del Gobierno nacional-, están vendiendo la idea de que como no hemos logrado mayor cosa, no tenemos nada que perder. Imaginarios que han servido de paso para justificar la corrupción del presidente Petro y sus coequiperos y aún más peligroso, defender la inviabilidad de las atrocidades que plantean las reformas. Sin embargo, no solo las cifras, sino la realidad del país que vivimos hoy en día y que permanece a pesar de las condiciones, demuestra que esto es en realidad una trola más y que a pesar de que antes no éramos Suiza ni Dinamarca, la tarea sí se ha hecho y debe continuar haciéndose.
Durante los últimos veinte años, Colombia ha sido un milagro, gracias a decisiones correctas, pero absolutamente impopulares por parte de los últimos gobiernos y sobre todo, debido a la robustez institucional y a la tecnocracia que injustamente varios han calificado como la ‘tecnocracia del establecimiento’. Haciendo el ejercicio de contrarrestar el negativismo y la narrativa de odio que fomenta el Gobierno, quiero resaltar dos sectores que han tenido un salto colosal en las últimas dos décadas y que hoy, Petro y el Gobierno está poniendo en jaque.
En primer lugar, la injustamente controvertida ley 100, que cumplió recientemente treinta años. Esta norma es uno de los mayores logros sociales que tiene Colombia y que a pesar de que no tenemos un sistema de salud perfecto, es la base normativa y de política pública que hace que Colombia tenga uno de los mejores sistemas de salud en el mundo según OMS. La evolución del sistema enseña que el aseguramiento que se había mantenido intacto como estrategia para garantizar el acceso a los servicios de salud, es un método ganador para garantizar cobertura de los estándares básicos. De ahí, la evolución del Plan Obligatorio de Salud (POS) al Plan de Beneficios en Salud (PBS), que se equipara en ambos regímenes (contributivo y subsidiado) y que establece que el ciudadano tiene acceso a todo menos a una serie de medicamentos y tratamientos pertenecientes a enfermedades de alto costo. Qué verdadero privilegio.
De lo anterior, que a 2022, Colombia alcanzara el 99,6% de cobertura en aseguramiento universal, con una distribución de 24,3 millones de personas en el régimen contributivo y 24, 7 millones de personas en el régimen subsidiado (48 millones de beneficiarios en total). Actualmente, Colombia tiene el gasto de bolsillo en salud más bajo de la región.
Por otro lado, y en contravía de la algidez que ha representado este sector en la discusión nacional, educación es quizás uno de los sectores con mayores logros y avances. En el nivel de educación media, la tasa de cobertura bruta nacional ha tenido un incremento sostenido en el tiempo, pasando del 58,4% en el 2000 a tasas por encima del 80% desde el año 2017 y en 2019, alcanzamos el 100% -y además gratuita-.
¿Que el país es perfecto? Por supuesto que no. Falta no mucho, sino muchísimo. El sistema de salud tiene que arreglárselas para llevar especialistas médicos a la ruralidad y robustecer su calidad en muchas aristas en estas regiones, sin embargo, es mentira que el sistema sea inoperante o que no funcione. Por el lado de educación, la tasa de cobertura neta sigue siendo del 77,5% y seguimos estando por debajo de países de LATAM.
Lo que realmente quiero lograr con esto, es hacer una invitación de manera clara a que no se dejen meter crisis imaginarias en la cabeza, que son por supuesto, creadas por el Gobierno con el propósito de crear resentimiento y culpar al establecimiento, que SÍ tenemos muchísimo que perder y sobre eso debemos permanecer alertas. Para la muestra, lo que sucedió con el piloto del nuevo sistema de salud en el magisterio: De manera sencilla, no habían operadores (IPS), solo administradores de recursos entonces no había un agente encargado del delivery del servicio. Imagínense eso a nivel nacional.
No se trata tampoco de decir que “antes de este Gobierno éramos Dinamarca”, me sorprende la pereza y mediocridad mental de muchos académicos y opinadores de sacar esto como escudo de lo que está sucediendo con el Gobierno y el país. Colombia ha sido uno de los países con mayores avances en los últimos treinta años considerando nuestros antecedentes con el conflicto armado y con la compleja descentralización, pero sigue faltando mucho en regiones en donde el Estado de Cosas Inconstitucionales, está presente como el Chocó, la Guajira y el Cauca.
Es un reto ver el panorama positivo cuando las narrativas de la actual dirigencia del Gobierno están enfocadas a agitarnos como sociedad, pero estoy convencida de que con datos y argumentos, estas narrativas se pueden contrarrestar si nos unificamos y tenemos claridad mental. Esta debe ser una de las banderas de la oposición del centro y la derecha.
Ojalá todos nos unamos al reto de construir desde la discusión informada, buscando cerrar las brechas, pero también celebrando los logros societales que Colombia ha tenido.