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Estos días de ocio he estado leyendo El proceso, una novela del escritor austríaco Franz Kafka. Y mientras leía el periódico el fin de semana, me he encontrado con esta columna de Cristian Valencia; se titula “Bienvenidos al planeta Kafka”.
En El proceso, un hombre (identificado únicamente como Joseph K.) despierta en su casa el día de su cumpleaños número treinta, rodeado de personas vestidas como agentes. Estos hombres (desconocidos para él) le explican que está detenido y bajo arresto, y no le dan una razón más. Y poco después K. descubre que su proceso no se desarrolla ante la justicia ordinaria, sino ante otra justicia, lo cual en últimas es algo muy malo. La novela completa está aquí. Nada más pueden mirar la imagen de la portada, para hacerse a una buena idea de lo que es el proceso que debe afrontar Joseph K.
Resulta que siempre he odiado la existencia del “papeleo”, los documentos, las formalidades. ¿Ustedes no? Me parece que todos los procesos deberían realizarse de la forma más eficiente y rápida posible. Y creo que actualmente son muchas la instituciones que, por no tener un modelo de atención y trabajo amigable con el cliente, terminan convirtiéndose en su enemigo y lo obligan a hacer cosas (filas, trámites…) contrarias a su voluntad y a veces innecesarias.
Es claro que se necesita partir de una base legal y escrita para llegar a algún fin hoy en día. Ya que el dinero es tan importante, y prácticamente todos los trámites tienen que ver con dinero, es entendible que las instituciones se preocupen por mantener sus riquezas alejadas de los ladrones. Pero cuando sobrepasan la frontera de la seguridad y se dedican a hacerle la vida imposible al cliente, olvidan que dependen de éste. Y los excesos de este tipo las llevarán, eventualmente, a convertirse en entes burocráticos obsoletos, macarrónicos y completamente ineficientes, como el aparato de justicia de la novela de Kafka.
dancastell89@gmail.com