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No sé ustedes, pero a mí me encanta tomar citas de los pocos libros que leo y guardarlas en algún lugar para leerlas luego, o simplemente para recordarlas. Se me ocurrió publicar algunas sin otro objetivo que compartirlas, asi que si usted, estimado lector, tiene por allí alguna cita que le guste, le agradecería que la escribiera en los comentarios. Aquí van entonces; unas cinco, para empezar.

(…) Al fin llegué al pie de los árboles. Tenía la intención de pasear un rato por la sombra, pero tan pronto como estuve allí me pareció haber penetrado en el tenebroso círculo de algún Infierno. Las cascadas de agua estaban cerca, y un ruido ininterrumpido, uniforme, rápido e impetuoso llenaba con un misterioso sonido la lúgubre quietud de la arboleda en la que no se agitaba ni un hálito ni se movía una sola hoja, como si repentinamente el paso desgarrante de la tierra propulsada se hubiera hecho audible.

Se veían negras sombras acurrucadas, tumbadas, sentadas entre los árboles, apoyándose en los troncos, asiéndose a la tierra, apenas visible en la débil luz, en todas las posturas del dolor, el abandono y la desesperación. Otra mina hizo explosión en el acantilado, seguida de un ligero temblor de tierra bajo mis pies. El trabajo continuaba. ¡El trabajo! Y éste era el lugar donde algunos de los ayudantes se habían retirado a morir.

El corazón de las tinieblas (1902)

Joseph Conrad

(…) Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras.

La casa de Asterión (El Aleph, 1949)

J.L. Borges 

– Usted no está bien de la cabeza. Si vendiera todo esto no tendría problemas económicos.

– Lo sé – Fargas se inclinaba para rectificar imperceptiblemente la posición del libro -. Pero si vendiera todo esto ya no tendría razón para seguir viviendo; luego me importaría un bledo carecer de problemas.

El club Dumas (1993)

Arturo Pérez-Reverte 

– ¡Un minuto! -dijo la voz esforzándose por dominar su irritación.

– ¡Bien! -dijo Thomas Marvel con la extraña sensación de haber sido tocado en el pecho por un dedo.

– ¿Cree usted que soy un producto de su imaginación?

– ¿Qué otra cosa puede ser? -respondió Mr. Marvel rascándose el cogote.

– Muy bien -dijo la voz con alivio-. Entonces le tiraré piedras hasta que cambie de opinión.

El hombre invisible (1897)

H.G.Wells 

No te figures que vas a salvarte, Winston, aunque te rindas a nosotros por completo. Jamás se salva nadie que se haya desviado alguna vez. Y aunque decidiéramos dejarte vivir el resto de tu vida natural, nunca te escaparás de nosotros. Lo que está ocurriendo aquí es para siempre. Es preciso que se te grabe de una vez para siempre. Te aplastaremos hasta tal punto que no podrás recobrar tu antigua forma. Te sucederán cosas de las que no te recobrarás aunque vivas mil años. Nunca podrás experimentar de nuevo un sentimiento humano. Todo habrá muerto en tu interior. Nunca más serás capaz de amar, de amistad, de disfrutar de la vida, de reírte, de sentir curiosidad por algo, de tener valor, de ser un hombre íntegro… Estarás hueco. Te vaciaremos y te rellenaremos de… nosotros.

1984 (1949)

George Orwell

dancastell89@gmail.com

PD: Éste minicuento es una cita por sí mismo. Pero la información sobre su autor es bastante oscura; no sé si I.A. Ireland es real o ficticio.

Es en serio.

PD2 : Ya recordé. En esta entrada hablé de microcuentos, porque tenía un libro de Borges y Bioy en el que ellos habían escrito textos por el estilo. I.A. Ireland es ficticio; nunca existió, ni él ni otro de los autores de microcuentos de aquél libro.

PD3: La siguiente entrada de esta serie, aquí.

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