Ocurrió el domingo 30 de julio de 2006, cuando corría la 1 PM, a la altura de la intersección entre la carrera 11 y la calle 69 de mi natal ciudad.
Un pobre desdichado cuya identidad desconozco tuvo la nada grata fortuna de presenciar—si es que podemos permitirnos la optimista licencia de creer que tras tamaño siniestro el personaje aún podía hacer algo como ver—, la forma como su auto dio una vuelta completa.
Al final, mientras veía la parte trasera del vehículo maltrecho y leía las letras estampadas como consigna de responsabilidad: “¿Cómo conduzco?”, sólo pude sospechar, no sin algo de culpabilidad, que la respuesta debió ser algo así como “Muy mal. De lo contrario no te habrías estrellado. ¿No?”. Todavía me queda la duda.