That sugar cane that tasted good
That freezing rain, that’s what you could
Come on, come on
No one can see you cry
REM, Imitation of Life
Ayer, por desgracia, y víctima de una gripal afección cometí el lamentable error de visitar un centro comercial, encontrándome con la prematura navidad y los villancicos a destiempo. Había árboles inmensos en poliéster. Y recordé Rockefeller Center 2003. Y pensé que ya no tengo 27, y que estoy en Bogotá. No en NY. Y que es mejor así.
Lamenté como nunca la presencia angustiante del Valle de Los Antílopes, de luces verdes, amarillas, rojas y eléctricas, de abrazos gratis, de padres y madres noeles, y de regalos que se alistan para ser adquiridos a crédito y pagados a 12 incómodos plazos con intereses.
Entonces sentí que no era diciembre, que por cuenta de mercachifles intereses el año se nos estaba acabando antes de su debido y real momento, que todavía no era hora.
Los pequeños se despojaban de algo parecido a zapatos de tenis con ruedas para mojarse con la nieve de icopor mientras uno a uno, empleados medios sonreían en procura de sostener el artificioso y corporativo juego. Vi en sus rostros esperanzados la sonrisa que sólo puede ser dibujada por la prima y los dos días de vacaciones decembrinas. Y quise que el tiempo no fuera más.
Ayer vi y oí la lluvia reventándose contra el techo transparente del lugar y casi no podía gritar y estabas lejos y apurabas algún tipo de tartaleta hasta tu boca y me hacías reír sin saber quién soy, y recordé a tantos que no están. Y pensé que quería poder conocerte. Y estaba por verte. Y había una burbuja transparente en goma elástica y un hombre dentro. Y hasta ahora era martes, y hasta ahora era 22 de noviembre. Y pensé en Juan Navidad, y en Misi, y en la Calle 53, y en 1981, y en sus ángeles de yeso y sus pesebres de cartón, y en la eterna festividad de color que por allí se vive, aunque sea 2 de febrero.
Ayer bebía un jugo de fresa y fui a un casino para jugar mis 1.000 únicos reales, y perdí, por supuesto, y recordé una guayigol canción de Los Bukis: “Llega navidad, y yo sin ti… en esta soledad”. Y experimenté lástima por todos aquellos que tienen qué inventarse qué hacer con sus días por estos días. Y tuve ganas de llorar. Y se hizo de noche. Y estoy más enfermo. Pero qué le vamos a hacer.
Miércoles, 22 de noviembre de 2006. 12:29 PM