Aún recuerdo los buenos e irrecuperables tiempos en que los espacios televisivos de concurso pululaban cual conejos en las entonces dos cadenas nacionales de televisión.
Eran los tiempos de ‘Compre la orquesta’, ‘El precio es correcto’, ‘El programa del millón’, ‘El tiempo es oro: su pueblo gana’ o ‘Cabeza y cola’.
Fernando González Pacheco y Gloria Valencia de Castaño fueron entonces las dos figuras de mayor prominencia en la caja mágica; cada pequeño lugar en la parrilla de programación era disputado mediante públicas licitaciones; a la vez que RTI, Punch y algunas otras entidades programadoras se disputaban el liderato, definido en emocionante fotofinish por la Nielsen.
Fueron momentos que no parecen poder retornar.
El caso es que, inspirado en la nostalgia por la desaparición de dichas competencias televisadas estoy proponiendo la siguiente dinámica adivinatoria.
Voy a plantear en tandas de tres 15 perfiles debidamente numerados y pormenorizados de cinco personajes públicos, todos ellos colombianos, para que en un ejercicio de apareamiento los afables lectores del presente blog se sirvan deducirlos.
La idea es que éstos sean enunciados y cotejados con las respuestas que mañana a bien tendré proporcionar.
Espero que el juego propuesto no sea un fracaso y que los miembros de esta virtual comunidad participemos de forma activa en la dinámica lúdica.
1. El analista número 1
Es dentro del gremio periodístico el monumento vivo a la egolatría y la prepotencia.
Convencido como pocos de ser el depositario de una objetividad e imparcialidad a prueba de fuego en el ramo balompédico, maneja en realidad una amalgama obtusa de conceptos condicionados por su propio autismo.
A esto se suma un atávico deseo de ridiculizar a quienes según su propia escala jerárquica se mueven en un nivel inferior al suyo propio. Para rescatar, su elocuencia e innovador manejo de la lengua castellana.
2. ¡A la vida pone una nota que es muy sabrosa, es colosal!
Ídolo de greda para muchas amas de casa, ha construido gran parte de su nombre a través de la ridiculización de quienes cometen la crasa y humillante falla de participar en sus televisivos espacios.
Ese ser tierno y accesible, con tomos enteros escritos acerca de la real existencia de los ángeles y presentador de espacios con pretenciosos títulos como “Valores humanos” es en su fuero cotidiano uno de los más hostiles hombres de nuestros medios.
Su capacidad camaleónica y su carisma, no obstante, son dignos de ser destacados.
3. El mundo según él
El oportunismo y la deliberada sobreexposición de sí mismo como héroe y mesiánico cronista son tan convincentes como odiosos.
Se vale de las miserias humanas y de lo que él supone es conmovedor para hacerse a una injusta fama. Está claro que, por encima de cualquier consideración, él debe ser el centro de sus historias manipuladas y exhibicionismo.
Su pose de héroe es aborrecible. Es, más allá de lo anterior, un hombre con capacidad de riesgo y en apariencia insensible al peligro.
4. ¿Dónde están los ladrones?
Si hay un emblema nacional de la cultura popular al que por obligación se supone debe rendirse respeto irrestricto es a ella. Inflada por los medios hasta más no poder, respetada y amada por hordas enteras de seguidores, nada es más difícil que criticarla sin recibir insultos y reprimendas de rigor.
Esta afamada mujer es, sin embargo, la prueba viva de que con excepcional fortuna y manipulación pueden alcanzarse metas insospechadas. Basta con ver los mediocres orígenes de su carrera, cuando lejos de la parafernalia pop interpretaba pobres canciones del corte de ‘Magia’ y grababa videos de bajo presupuesto en piscinas aledañas a Girardot o Melgar.
No hay en el mundo musical ser menos auténtico que la barranquillera. Debe aceptarse sin embargo que es la artista con mayor éxito en la historia discográfica nacional y que, bien sea por autopromoción o por altruismo ha estado vinculada a causas benéficas.
5. Deje así
Falso es el decir, como ha sido proclamado a gritos por toda suerte de desinformados medios, que él es la figura pionera de la comedia en Colombia. ¿Se olvidan acaso de Jaime Garzón, Clímaco Urrutia o Montecristo?
Su humor facilista, sus referentes histriónicos, saturados de clichés y lugares comunes, demuestran la afinidad del pueblo colombiano por el chascarrillo barato. Egresado del séquito de mediocres de La Mega y mal actor con pretensiones de antropólogo, es un fiel reflejo de las que fueron sus escuelas.
El producto que le granjeó su inmerecida fama es un trabajo de deficiente calidad por donde se le vea. Lamentable resulta el endiosamiento y la mitificación de las que es beneficiario.
Aún peores que él son sus seguidores, que cual dictáfono o loro repiten su sonsa perorata: “deje así”, “se le dijo”. Su gran virtud radica en haberse acercado a las sensibilidades del pueblo colombiano, cosa que, después de todo, no es tan fácil.
Pues bien, el concurso queda abierto…
La pregunta es quiénes corresponden a las descripciones 1, 2, 3, 4 y 5