Supongo que cada aberración, cada obseso sentimiento y cada apasionamiento por alguna causa, van acompañados de ciertos actos obligatorios colaterales.


Imagino que todo fanático del balompié que merezca ser considerado como tal ha soñado alguna vez con visitar el Maracaná, con ser testigo de al menos uno de los encuentros de la Copa Mundo, o de ser premiado con una visita guiada al Ajax Museum.

Lo mismo ocurre, según creo, en el ámbito del arte. ¿O es que sería perdonable acaso que quien se declarase amante del mismo no soñara, como es de esperarse, con visitar el MOMA, la Capilla Sixtina y el Louvre?


Así pues, a manera de tipificación de las conductas propias de los que hemos hecho del rock una parte prominente de nuestras vidas, aquí aventuro este primer listado de aquellas dinámicas que se constituyen en ritos ineludibles para quienes en Bogotá dicen formar parte de esta suerte de cofradía citadina.

En ese orden de ideas todo rockero bogotano debe…

1.        Haber ido a la 19. Ser amigo de Toño, Gonzalo, Saúl o Vicente. Haberles dejado un abono para encargar un nuevo disco.

2.        Haber hecho sonar en sentido inverso, al menos por una vez en la vida, Stairway to Heaven.

3.        Haber llamado a Andrés Durán, a Manolo Bellón o a Daniel Casas con el propósito de hacerles alguna pregunta impertinente sobre alguna canción, artista o álbum.

4.        Haber diseminado aquella urbana leyenda de que Iggy Pop tuvo una novia en Cedritos o de que Noel Galagher fue visto en In Vitro.

5.        Haber ido, al menos por curiosidad alguna vez, a Rock al Parque.

6.        Preguntarse porqué plazas como Río de Janeiro, Buenos Aires o Ciudad de México, Brasil o Argentina han sido bendecidas por el Dios de los conciertos, mientras esta sufrida capital continúa relegada a un rol terciario.

7.        Haber sido fanático de ‘El Expreso del Rock’ y de ‘99-1 Clásico’.

8.        Tener  alguna idea de lo que fue el  pasaje de la Calle 60 y saber  de qué  demonios se tratan los libros ‘Que viva la música’ y ‘Opio en las nubes’.

9.        Saber qué fue ‘La clase de español’.

10.    Haber comprado en años pasados alguna publicación del tipo Metal Hammer, New Musical Express, Guitar World, Rolling Stone (edición norteamericana, por supuesto) o RIP.

11.    Haberse alegrado con la llegada de Tower Records y Hard Rock Cafe a tierras bogotanas, y luego, haberse decepcionado por idéntica razón.

12.    Haber dedicado interminables horas de ocio a descargar vía internet la totalidad de las canciones reseñadas en el listado de las más importantes de la historia según Rolling Stone.

13.    Saber quiénes fueron Los Speakers, Los Flippers, Time Machine, Malanga, Crash y Ship.

14.    Haber conseguido copias piratas (preferiblemente en formato Beta) con deficiente calidad de alguno de aquellos largometrajes musicales como Tommy, The Wall o Yellow Submarine.

15.    Haber intercambiado cassettes entre condiscípulos escolares o universitarios mucho antes del advenimiento del CD.

16.    Sentir discutible orgullo patrio al saber que Chucho Merchán y Phil Manzanera tienen nexos genéticos con el país.

17.    Haber destinado en la infancia, al menos por unas tres veces en la vida, el dinero previsto para alimentación a la adquisición de un disco, camiseta o memorabilias varias en ediciones de lujo.

18.    Haber estado presente en alguno de aquellos recitales legendarios, (léase Guns‘n’Roses, Elton John, Roger Waters o Alan Parsons).

19.    Sin importar cuán precaria haya sido, haber intentado formar una banda y haber visitado tiendas de instrumentos en busca del anhelado amplificador Marshall, la esquiva batería Mapex, la intocable Fender Stratocaster de la vitrina; o, en el menos solvente de los casos de algún bajo Hohner (sin confundir con Hofner).

20.    Haber hecho las visitas de rigor a Abbott & Costello, CRAB’S y Lord Gamba.

21.    Soñar con haber nacido –incluso sin confesarlo– en Buenos Aires, Los Ángeles, Londres o Manchester.

22.    Saber que los Beatles son más que Let it be; que los Eagles son más que Hotel California; que Led Zeppelin es más que Stairway to Heaven; que los Rolling Stones son más que Angie; pero sobre todo que el rock es más que Beatles, Eagles, Led Zeppelin y Rolling Stones.

23.    Preferir en cualquier caso los discos de vinilo a los compactos, y, a su vez, los compactos al impersonal formato MP3.

24.    Haber comprado alguna rareza sonora en el Mercado de las Pulgas.

25.    Ser consciente de la patraña que significa la autoproclamación de Radioacktiva como ‘Planeta Rock’.

26.    Haber oído los programas especializados de 99-1 (hoy Radiónica), Javeriana Stereo y UN Radio.

27.    Haber contemplado la posibilidad de comprar, aun cuando fuese motivados tan sólo por el agresivo aspecto de las ilustraciones de carátula, algún álbum de Iron Maiden.

28.    Haberse indignado hasta la náusea por los imperdonables escarceos musicales de Santana con Rob Thomas y de Steve Perry con Shakira.

29.    Tener entre los más preciados objetos algún afiche, libro o postal adquiridos en Rolling Disc, La Musiteca, Mort Discos o Beatles Abbey Road.

30.    Saber qué demonios fueron el Concierto de Conciertos, el festival de Ancón y el fallido Ecomundo 92.