Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.




La reacción de disgusto emitida por el canciller Araújo ante el próximo lanzamiento musical de Carla Bruni pone a Colombia en ridículo internacional, con tantos problemas y angustiados por semejante irrelevancia.


Con eso del escándalo generado por la alusión no tan indirecta de Carla Bruni a la cocaína colombiana en una de las canciones del que será su próximo disco, he estado pensando en las múltiples menciones –casi nunca decorosas–al país y sus productos de exportación en libros, largometrajes y canciones de bandas y artistas, digamos, ‘internacionales’.

Hace algunos días, según un periodista francés, quien dijo haber oído en exclusiva las pistas del álbum, próximo a ser lanzado el 21 de julio, una de las letras de la controvertida diva y primera dama rendía honores Colombia. Y no precisamente por sus orquídeas, la belleza de sus mujeres, la picardía de sus nativos o el suave aroma de su café.

“Eres mi droga. Más letal que la heroína de Afganistán, y más peligroso que la blanca colombiana”, fueron palabras suficientes como para que el Canciller se tomara unos instantes de su sagrado tiempo con el fin de sentar su voz de inconformidad. Los noticieros se dedicaron a lamentarlo. Ya había ocurrido algo similar con Andrea Nocceti y Sofía Vergara, en medio de irrelevancias parecidas. Recordé años pasados, cuando las múltiples alusiones cinematográficas foráneas a una Colombia rural, tercermundista, corrupta y narcotizada nos hacían rabiar.

Cuando ‘El señor y la señora Smith’ nos pusieron a dar explicaciones acerca de Bogotá como una de las ciudades ‘más importantes y avanzadas de América Latina’.

Cuando ‘Tras el corazón verde’, con su ejército de gallinas furiosas y niños delincuentes y su Castillo de San Felipe lleno de cocodrilos voraces ameritaron otras voces de disgusto, que al igual que la de Araújo habrían sobrado.

Cuando nos aterramos de ver una capital saturada de burritos y campesinos con poncho, y asolada por el malo de Lex Luthor en ‘Superman III’.  

Cuando ‘Prueba de vida’ nos mostró a una versión caricaturizada y mentirosa del conflicto, con la cara amable de Meg Ryan y Russel Crowe como gancho.

O cuando ‘Fuerza Delta: Colombian Conection’ (no la del Gordo Benjumea y Franky Linero, sino la de Chuck Norris, en su rol del coronel Scott McCoy) despachaba el problema del tráfico de drogas en un tiempo record de 1 hora 30.

Pero regresemos al presente. Las declaraciones del canciller colombiano, Fernando Araújo, en contra de los versos de Bruni fue desmesurada e ineficiente, y confirió demasiada importancia a un suceso menor. Porque por lo general las rectificaciones, excusas y protestas de este tipo no hacen más que volver las luces hacia temas que en caso contrario serían olvidados por la mayoría.

Convertir en un motivo de irritación y en factor noticioso las licencias creativas de una modelo y cantante a la que, de no ser por su señor esposo y su treintena de amantes, nunca tendríamos en cuenta, por más millones de discos que haya vendido, y que por demás en la práctica no hace parte del Gobierno Francés, nos dejó en una posición ridícula.

Sí: El narcoterrorismo nos ha costado lágrimas, vidas y un descrédito internacional del que será difícil recuperarnos, aunque nos den un siglo para limpiar nuestras conciencias e imágenes. De acuerdo: Las palabras de Bruni son dolorosas. Pero no falsas. Por ello el alegato de Araújo en contra del hecho de “mezclar la política con la farándula” es en sí mismo un desacierto, aun cuando no se trate de un reclamo oficial. El verdadero responsable de esa combinación impropia es el propio Araújo, quien termina por hacer trascendental a un acontecimiento insignificante, para el que la indiferencia habría sido la mejor respuesta.

Es un referente odioso. Pero ¿qué sería, por ejemplo, de Estados Unidos si hiciera una mueca de descontento por cada cosa que se dice en su contra? ¿No es el estar pendiente de cada minucia pronunciada por los demás acerca de sí mismos, una costumbre típica de sociedades menores?  

Ante semejante despliegue mediático, encabezado de nuevo por el señor Araújo, me queda preguntarme:

¿Qué tal que a Bruni o a Bono se les ocurriera grabar otras canciones hablando del 30% de delincuentes infiltrados en el poder legislativo colombiano? ¿O que Amy Winehouse se inspirara para escribir un lamento lírico acerca de los fracasos evidentes en la erradicación de cultivos ilícitos o del galopante aumento de la industria y carteles de droga? ¿O que Paramore se decidiera a cantarnos sobre el incremento de la producción, y sobre todo, de consumo del alcaloide en un país, cuya mayor excusa, durante años, fue la culpa atenuada por el hecho de ser, principalmente, productor? ¿O que Christina Aguilera comentara en su más reciente sencillo acerca de las marcas mundiales que con vergüenza podemos exhibir al mundo en materia de desigualdades, desplazamiento forzoso y corrupción?

La labor de un canciller es velar por las buenas relaciones internacionales de su país. Pero este tema, en particular, no tendría porque comprometer los intereses de Araújo, en su calidad de representante de los intereses nacionales. Otra vez parecemos obsesionados con la forma como nos ven desde fuera, como si aquello mejorara las cosas desde adentro.  

Para terminar, el top seis de las menciones a Colombia en el mundo de la música popular internacional:

1. “Esa olla, esa mina, y esa finca, y ese mar, y ese paramilitar son propiedad del Señor Matanza”. No es una referencia específica, aunque tampoco creo que sea necesaria.

Manu Chao. El señor matanza. 1994.

2. “From Bali to Cali far beneath the Coral Sea”.
“De Bali a Cali, lejos, bajo el Mar de Coral”. Aún me pregunto si esa Cali es nuestra Cali.
Enya. Orinoco Flow. 1988.

3. “The Cuervo Gold, the fine Colombian, make tonight a wonderful thing”.
“El Cuervo Gold, la ‘fina’ colombiana, hacen de esta noche algo maravilloso”. Aquel ambiente de tequila y hierba de los tardios 60.
Steely Dan.
Hey Nineteen. 1980.
 

4. “Check the scene outside of Medellin…
Went too far in Bogota”.
“Miramos la escena fuera de Medellín,
llegamos muy lejos en Bog
otá”. Retrato de un largo viaje de turismo por la noche latinoamericana.
Dhe-Phazz, Mambo Craze. 1999.

5. “A lady that I know just came from Colombia. She smiled because I did not understand. Then she held out some marijuana. She said it was the best in all the land”.
“Una mujer que conozco acababa de llegar de Colombia. Sonrió porque no le entendía. Luego me ofreció algo de marihuana. Dijo que era la mejor del mundo”. Los tiempos de la Santa Marta Gold.
Ringo Starr, No, No Song. 1975. (Original de Hoyt Axton y David Jackson).

6. Me gusta marihuana, me gustas tú. Me gusta colombiana, me gustas tú. Homenaje del señor Manu a sus predilecciones.
Manú Chao. Me gustas tú. 2001.

¿Alguien tiene otra en mente?

Compartir post