El que una revista de circulación conjunta con El Tiempo incluya entre sus contenidos historias con tintes amarillistas en su número de relanzamiento es algo que resta credibilidad a un medio cuya pretensión ha sido, por lo menos en teoría, la de constituirse en productor de periodismo serio.
Regresó Elenco.
¡Y quién lo habría podido pronosticar! Incluso ahora, en un mundo sobresaturado de retornos triunfales y resurrecciones dramáticas. Después de haber visto a la señora Betancourt volver de su encierro en el selvático país de los encadenados, a Virginia Vallejo vendiendo libros por cortesía de sus amores con Escobar, a The Police renunciar a su prometido silencio eterno, y a El Espectador convertirse otra vez en diario, no es algo que debiera sorprendernos.
Con el mismo fervor con el que lamenté su desaparición hace algunos años, e invadido por un escepticismo preventivo comencé a celebrar su regreso con discreción, mucho antes de la salida del primer número, en el marco de este sonado relanzamiento.
Mucha de mi pasión por el folclórico mundo del espectáculo en la Colombia de los 80 y por la manía de escribir se las debo a esta publicación. Aún podría recitar párrafos enteros de la página final a cargo del señor Carrizosa; de los publirreportajes al No Sweat escritos por Adán y Eva; de los artículos de portada acerca de la Teletón; o de los avances de la telenovela Tuyo es mi Corazón; con Carlos Vives, Guillermo Gálvez y Jimmy Bernal como miembros del reparto.
Según se arguyó en el comunicado oficial en donde se explicaban los motivos para la salida de circulación de la revista en su momento, ésta se debió a determinaciones internas de la Casa Editorial El Tiempo (ausencia de pauta, cambio de las lógicas de mercado, y la necesidad de volcar la atención hacia el fortalecimiento de la sección de Tv y Farándula dentro del mismo periódico, me imagino).
El inesperado regreso comenzó a sonar con fuerza hace algunas semanas, y algunos nos mantuvimos a la secreta espera. La nueva Elenco no es la modesta e ingenua guía de televisión en formato B5 y papel periódico de tiempo atrás, cuya primera portada estuvo dedicada al Chavo del Ocho. Ahora cuenta con una presentación bastante más pomposa que la de su antecesora, y ha prometido, por sobre todas las cosas, seguir la pista de las celebridades amparada en el lema “solo famosos”.
Pero los cambios no han operado tan solo en el ámbito gráfico. La candidez y el pundonor de tiempo atrás parecen haber sido también suprimidas de la lista de preceptos éticos a seguir. Defraudado, tras haber dado una somera revisión a Elenco en este primer round de su segunda venida, me encontré con dos hechos chocantes.
El primero menor, el segundo digno de ser considerado, en tanto, debido al clima de convergencia que hoy rodea a todas las publicaciones de la empresa en mención, alcanza a contaminar las páginas del periódico del que este Blogotazo hace parte en calidad de anexo-relleno. Sin querer decir, por supuesto que antes de ello, las mismas se encontraran libres de mácula.
No sé si debido a los recientes actos patrios del 20, o a alguna otra razón, nuestra mediocracia (que se por sí siempre ha parecido serlo) se está mostrando más shakirizada que nunca.
Supimos de la barranquillera en la portada de todos los diarios de circulación nacional (que a decir verdad sólo son dos), nos la encontramos también en portadas de las revistas de opinión más populares (que también son dos), y soportamos las habladurías de manicura y salón de té acerca de las indiscretas fotografías de Antonio de la Rúa en compañía de otra dama aparecidas en el más reciente número de Jet-Set.
En resumen, en lo que va de la semana hemos tenido que soportar Shakira en un centenar de oportunidades y situaciones distintas, a veces por encima de nuestro umbral de tolerancia, a través de televisores, receptores de radio, puntas de góndola de supermercados y pantallas gigantes. Elenco, fiel a esta corriente de fervor shakirístico decidió escogerla como la protagonista del articulo de portada en su primer número. ¿Seré yo el único colombiano extenuado de encontrarme con Shakira a diario, apostada hasta en las hojuelas del cereal con kumis y chocolate blanco del que disfruto en las mañanas?
Pero eso no es importante. Debe tratarse de una decisión comercial bien estudiada. El Tiempo es sabio: todo lo cura, todo lo puede. La estrategia funciona. La mitad de Colombia está hablando de Marbelle y Royne y la otra mitad está tratando de conseguir la revista.
Lo que en realidad molesta de toda esta historia con tufo a discusión de pasillo de facultad de comunicación social a antes de clase de 7 es que al parecer las pretensiones de de la Casa Editorial El Tiempo con su nueva Elenco son las de retomar el sendero demarcado hace tiempo por publicaciones en donde la discreción parecía un concepto arrancado de sus páginas. Estoy hablando de Antena, Vea, del periódico El Bogotano, y otros magazines más de aquellos que hicieron historia por sus intromisiones descaradas en las vidas de famosos y no tan famosos, convirtiendo a la inexistente semicastración de Andrés Pastrana, a la pederastia incestuosa del ya mencionado Guillermo Gálvez, y al falso travestismo de Vicky en la comidilla periodística del momento.
La primera página de la edición de ayer de www.eltiempo.com mostraba en banners separados a dos mujeres. Aparte de coincidir en sus nombres, pues ambas se llamaban Belkys, las unía el hecho de ser las protagonistas de un par de notas publicadas en dos productos elaborados por la misma firma, a saber, Metrocuadrado.com y la nueva Elenco.
Una era la modelo Belky Arizala, quien accedió a mostrar su domicilio al país a través del portal sobre finca raíz adscrito a la Casa. La otra era Maren Belky Ramíres, afamada cantante cuyo nombre de pila no nos dice nada, aunque los escándalos extramusicales ligados a su seudónimo hayan hecho a la prensa desperdiciar hectolitros enteros de tinta. Es Marbelle (con tilde en la A inicial, como los cómics de la Marvel). Aparecía como uno de los textos bomba de la primera edición de la revista Elenco en su nueva fase.
Entre las muchas novedades presentes en este número se encuentran algunas fotografías de las fosas nasales de Amy Winehouse rebosantes de polvo blanco, y, por supuesto, la ya referida historia secreta acerca de los amoríos del hijastro de Royne Chávez, Royne Jr, para con la señora esposa de su padre, Mauren Belky Ramírez, conocida por muchos como Marbelle, (que debe sonar igual a la Marvel Cómics). Su padre era un reo, Marbelle estaba triste y Royne sólo tenía 15. Todo un triángulo de corrupción de menores, infidelidad y relaciones ilícitas entre parientes política.
La cantante, quien en principio se mostró renuente a responder a las acusaciones, ya se hizo presente en La W para arremeter en contra de la familia Chávez, negando por completo la versión de su ex hijastro. Sea cual sea la verdad, la propensión de Marbelle y quienes la rodean al escándalo ya es proverbial.
Que una revista de farándula haga públicas situaciones familiares de ese calibre no es algo que sorprenda. No obstante, tal como me lo señaló mi buen amigo Manuel Carreño, hay ingredientes en este hecho, que lo hacen diferente de algunos ocurridos con antelación. No se trata de mojigaterías, sino del sano lindero que debe marcarse entre las políticas editoriales de dos productos que se venden en conjunto.
Para que los cazadores de gazapos no confundan esta exposición con moralismo, me explico…
Pese a lo mucho que se podría hablar sobre las directrices editoriales diferentes que deben regir las temáticas tratadas en El Tiempo, como periódico, y de Elenco como revista, ambas están siendo vendidas bajo un mismo paquete. Lo que hace que, al menos desde el punto de vista práctico, Elenco y El Tiempo sean uno solo. Pero sobre todo, que en lugares como este, desde donde se leen estas letras (www.eltiempo.com) se ha dado amplia promoción al asunto sin que tal diferencia quede manifiesta. Luego… El Tiempo como periódico gana en ventas lo que pierde en credibilidad.
La línea editorial del periódico Hoy, también producido por esa casa, no difiere mucho de la de quien quizá sea su más directo competidor, a saber, El Espacio. Pero en este caso, la situación dista de parecerse a la que hoy nos convoca, puesto que más allá del discutible rigor y calidad del producto, éste se distribuye en forma separada al diario, caso distinto al de Elenco. Porque El Tiempo y Elenco hacen parte de un solo cuerpo.
Por más que nos divierta imaginarnos el par de cuernos brotando de la cabeza calenturienta de Royne Senior desde la penumbra del presidio, y a Maren y su vástago imberbe haciendo de las suyas, la situación es, de lejos, bastante más grave.
Cuando la anécdota, la honestidad y crudeza en el tratamiento de temáticas y el cubrimiento, se confunden con el amarillismo, y cuando la libertad de prensa se convierte en una apología a la develación de intimidades como esta en el marco de lo que falsamente entendemos como ‘periodismo serio’ entonces ha llegado el momento de seguir preocupándonos.