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La vida se me parece a la espera solitaria, larga e infructuosa por un taxi en la noche, bajo cierta lluvia fría, incesante y severa, La vida se me parece a ver cómo otros transeúntes desprevenidos y sin esfuerzo aparecen de la nada, sin planteárselo, y consiguen subirse sin dificultad al único vehículo de transporte público que llega a esas horas, esa misma noche, dejándonos rezagados. Mientras nosotros seguimos mojándonos, estancados y preguntándonos porqué otra vez.
La vida se me parece a una eterna e injusta transacción. Se me asimila al  constante aprovechamiento del error o la necesidad ajena. Se me asemeja a una carrera desigual en la que bajo el arbitramento del capricho ocasional y terco de la suerte y la supervivencia todo se vale.
La vida se me parece al cóctel de lanzamiento de una exposición al que todos van con el único fin de aprovechar las bebidas y pasabocas gratuitos, y de sobornar a los meseros para recibir raciones extra, pero no a contemplar las buenas o malas obras del autor. La vida se me parece a una propensión al error repetido en formas distintas.
La vida se me parece a una secuencia de silencios y ruidos, de endeudamientos y cuentas por pagar, de sonrisas que habrán de borrarse y de lágrimas que habrán de secarse. Se me parece a una cantidad de sueños que no interesan a nadie distinto a quien los anhela. O de dolores que sólo duelen a quienes los padecen en cuerpo propio.
La vida se me parece a un endeudamiento permanente y a un esforzarse tras el viento. A una indisposición a oír las palabras ajenas, y a un infinito anhelo por ser escuchados. A un afán constante por corroborar los prejuicios.
La vida se me parece a una discusión entre un billón de individuos hablando en idiomas distintos e incapaces de traducirse entre sí. La vida se me parece a una especie de permanente analfabetismo mutuo. Se me asemeja a exponer el discurso propio ante una asamblea de extranjeros que no saben ni están interesados en entender mi lengua.
La vida se me parece a la broma eterna del tiempo haciéndonos caricaturas todos los días.
La vida se me parece a una línea telefónica ocupada o a una que nadie contesta. La vida se me parece a consumir más de lo que se produce. La vida se me parece a marcar el número equivocado, a escoger el camino que no lleva a nada, y a ver parsimoniosos y perplejos la avanzada el retroceso o lacaída de los demás.
La vida se me parece a cubrirnos del frío con la misma frazada con la que después nos moriremos de calor. La vida se me parece sobre todo a la ingratitud.
La vida se me parece a una subjetividad que preocupa. A un baile de máscaras intercambiables. A un juego de escondite. A ver sin ser vistos o a ser vistos sin ver. La vida se me parece a buscar una dirección que ha sido cambiada.
La vida se me parece a una eterna prisa, a un constante deseo de llegar temprano sin poder hacerlo. La vida se me parece a una tarde de ocio buscando algo que oír en radio, algo que leer en algún libro, algo que ver en televisión. La vida se me parece a las sacudidas de un dado, inclinado en una de sus caras. La vida se me parece a un espejo, a un reloj y a un papel escrito a lápiz y lleno de tachones.
La vida se me parece a otra infinidad de cosas, o mejor aún, a la sumatoria de éstas y todas las restantes.
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