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¿Qué sucederá con Ingrid? ¿Qué sucederá con Uribe? ¿Qué sucederá con Colombia? Hagan sus apuestas?

Para comenzar –y aunque suene igual a todos los demás comentarios sobre el particular– es oportuno hacer la consideración humanitaria de rigor y enviar un abrazo y una felicitación a los rehenes liberados y a todas sus familias.

Comparto, como cualquier ser viviente con alguna medida de corazón, la alegría de quienes ven retornar  a sus allegados después de casi una década, desde la penumbra y el espesor de la nada selvática.

En algún momento supusimos desesperanzados que su extravío sería eterno. Sin conocer de cerca la naturaleza de la operación y presumiendo la buena fe del Ejército, el  asunto visto desde aquí resulta espectacular y exitoso. Las Fuerzas Militares cumplieron su misión con lujo de detalles, y negarlo sería mentiroso. No falta, eso sí, el folclorismo del Ministro de Defensa, hablando sobre la inteligencia, la inventiva y el ingenio colombianos.

Ahora permítaseme por favor salirme de las escandalosas comparsas festivas y aventurar un análisis por el que de seguro seré objeto de por lo menos una docena de insultos. Pero de eso se trata.

Lo primero que debe decirse es que Uribe es el Presidente con más suerte en la historia reciente de Colombia. Hasta hace unos días comenzaba a tambalear y ahora su prestigio está en franco ascenso. Me alegro por la libertad de Betancourt, de la que estaremos hablando  hasta la saciedad por lo que nos quede de 2008, y a quien de seguro convertiremos en nuestra mártir predilecta. Pero no voy a esconder mi esperanza de que por una vez el país renuncie a aquellos sentimentalismos dañinos, esos mismos que en su indebido momento nos llevaron a elegir al megalómano exhibicionista y moderno Calígula de Antanas Mockus, o al también alguna vez candidato, secuestrado, juvenil y rockero (y hoy ex presidente, libre, avejentado y ultraconservador), Andrés Pastrana Arango.

Los medios, como es costumbre, se encargarán de dar la condición de ciudadanos de segunda clase al resto de los secuestrados y concentrarán todas las luces en Ingrid, aunque ayer en la noche les hayan prestado los micrófonos y cámaras para dejarlos hablar a sus anchas en favor de la política de seguridad democrática y de Uribe, que para la mayoría del pueblo son lo mismo. Los titulares mencionan a  ‘Ingrid’ y ‘otros 14’ secuestrados.  Y los mismos pitos de automóviles que hoy están coreando con alegría el canto de la victoria serán los que retumbarán en su honor, o en el de su admirado Presidente, el día de las elecciones, con harina, huevos oro y banderines incluidos.

Ningún secuestro tiene justificación más allá de la naturaleza de la víctima, llámese Ingrid Betancourt, Andrés Pastrana o Keith Stansell (cuyo nombre no creo que nadie tenga presente). Ahora bien, los antecedentes nos muestran que alguien como César Gaviria se convirtió en primer mandatario a la sombra del magnicidio de Galán, quien desde atrás parecía custodiarlo en vallas y materiales propagandísticos de alto impacto. Antonio Navarro Wolff se hizo a una carrera política al promulgarse como el sucesor natural de Carlos Pizarro Leongómez. No veo porqué no habría de ocurrir algo similar, aún más, cuando la mártir de turno sigue viva. Lo que está claro es que tendremos Uribe y Betancourt para rato.

Nunca: ni antes, ni durante el secuestro estuve de acuerdo con Betancourt, ni con sus impertinencias, ni con su amargura, ni con su complejo de heroína, de Policarpa Salavarrieta de los siglos XX y XXI, y su pose salvadora (esa misma que en su momento la llevó, convencida de que su enemistad con Serpa y Samper le iba a conferir cierta inmunidad diplomática con las Farc, y que iba a regresar ilesa de su excursión de intrépida scout por las estepas colombianas). Por ello me parecería deshonesto y falso el conferirle ahora, debilitada por la deplorable e infame cantidad de días soportados cautiverio, la condición siempre anhelada por ella y los suyos de Mujer Maravilla.

Hace por lo menos unos 14 años el país entero quedó impresionado con su envalentonamiento y decrepitud autoinducidas en huelgas de hambre con motivo del entonces de moda Proceso 8.000, condición similar a la que le vimos vía Facebook, Caracol, RCN y CNN, en el famoso video de su cautiverio. No entiendo porqué no habría de sucedernos lo mismo, ahora que la tenemos cerca.

Hoy, en la mitad de la alegría y la sorpresa por el retorno oímos la gratitud bilingüe y francoparlante de una Ingrid uribista y reeleccionista, aunque no menos arrogante que en años anteriores, nos sobreviene un interrogante incómodo. La pregunta es por cuánto tiempo le durará el uribismo. Porque aunque de momento parece estar silenciosa, a la espera de una ocasión ideal para contarnos qué es lo que piensa hacer, información que hasta el momento ha mantenido guardada,  tendrá que llegar el momento ineludible de consultarlo con su familia y con Sarkozy.

La FacebookPolítica, el FacebookPaís, y el MessengerPaís, están saturados de consignas del tipo “estoy feliz de haber votado por Uribe”. “Adelante Presidente”. Por eso algunos estamos comenzando a pensar en que Colombia entera asistió por televisión al primer día de la declaración nacional unánime de Álvaro Uribe Vélez como presidente Vitalicio.

Antes de que terminen el llanto, la euforia irracional y el alborozo por la liberación de la señora Betancourt (por la que todos estamos satisfechos), quisiera plantear los escenarios posibles, en el marco de la legalidad, a partir de este hecho relevante. Y lo que puede suceder es…

1.       Que la imagen de Álvaro Uribe se fortalezca. Que su embrujo autoritario y mesiánico se consolide, llenando de argumentos y credibilidad a quienes están propugnando por una segunda reelección, y que, con la venia de Ingrid mantengamos a Uribe en el poder ad eternum. En ese caso, anotaba un buen amigo, tal vez los niños que hoy están viniendo al mundo en Colombia no sabrán lo que es crecer con otro Presidente. Y, según decía mi buen amigo Manuel, se perderán de haber gozado de dirigencias variopintas durante la infancia, como ocurrió en mi generación, con Juliocésares, Belisarios, Virgilios y Césares en menos de 11 años.  Álvaro es nombre Bárbaro. Muy posible.

 

2.       Que Ingrid, como creo que sucederá, se lance al ruedo electoral, en su afán ambicioso y fortalecida por la compasión y la solidaridad del manipulable pueblo colombiano. Y que, en esa eventualidad, salga victoriosa de la gesta. Es menos posible. Nótese, de todas formas, que según mi pronóstico durante los primeros días posteriores a este episodio, ella de seguro hará manifiesta su voluntad por tomarse algunos días para efectos de recuperación, pero que una vez éstos terminen sus ímpetus políticos habrán de volver. Y que Claudia Gurissatti utilizará las cámaras de La Noche para felicitarla. Espero que eso no ocurra.

3.       De darse esta segunda circunstancia, y en caso de que Uribe deseara contener el impulso popular que de seguro Ingrid irá ganando como rival para sus aspiraciones dictatoriales vitalicias, ofrezca a ellas y al país el placebo político de un ministerio o una embajada, lo que, al menos por un tiempo la alejaría de la baraja electoral. Para ello, antes, tendría que haber una voluntad expresa por parte de la ex rehén por volver a ser candidata. Es algo posible.

 

4.       Que las Farc, decidan cesar en su empeño guerrero, según algunos ilegítimo y debilitado, y que emprendan la vía de la negociación. Que, en consecuencia, Jorge Briceño Suárez inicie un juicio militar y político a Alfonso Cano, lo que generará una brecha considerable en la cúpula de la organización guerrillera. Porque aún hay quienes piensan que la muerte de Pedro Antonio Marín y de Luis Édgar Debia Silva, marcaron el inicio de la fase final de la organización. La verdad es que no es usual que las Farc estén dispuestas a negociar en momentos de debilidad. En casos anteriores se han replegado para reorganizarse y luego volver endurecidas. Y eso sería más lógico. Por tanto muy poco posible.

5.       Que Ingrid y su familia se radiquen en suelo francés, y que desde allí se conviertan en los voceros del clamor de un sector aporreado de la nación. Por cierto: tal vez Ingrid no aspire a la Presidencia de Colombia, sino a la de Francia. Bastante posible.

 

En lo personal no me complacería ver ni a Uribe ni a Betancourt al mando del país, pero, hasta el momento, parece que eso es lo que terminará, inevitablemente, por ocurrir, trátese del uno o de la otra. Una vez más, espero que el destino nos calle la boca, y ocurran cosas mejores.

Ya me estoy imaginando las ofertas millonarias a Ingrid  o a los demás liberados, para que consignen sus memorias en algún libro cuyo éxito editorial está anticipado o en algún testimonio para Soho o Gatopardo , algo parecido a lo que ocurrió con Lesly Kali, y su historia ‘Secuestrada’. Ya estaremos viendo por lo menos unos 23 títulos nuevos en las esquinas y semáforos. Eso es generar empleo en donde no había.

La invitación de El Blogotazo ahora es la de aventurar las distintas teorías, o de combinar las anteriores sobre lo que ha de ocurrir en el horizonte político una vez la jacaranda festiva culmine.

¿Se lanzará Betancourt a la Presidencia? O mejor aún ¿dejó Ingrid de ser alguna vez la candidata que fue? ¿Favorece al gobierno Uribe el hecho de que ésta sea un actor político, que nunca dejó de serlo, pero que ahora se halla en plenitud de facultades? ¿Será cierto aquello de que las Farc se están quedando sin mecanismos de presión? Ustedes dirán. Y lo revisaremos en unos meses, si Dios y Uribe nos dan licencia. Sin el ánimo de infidencias e interrogantes infundados, hay algo en esta historia que aún me resulta muy extraño, como si de nuevo la historia que estamos oyendo fuera incompleta y artificiosa.

Una vez más: ¡Gracias Radio Casa de Nariño por la desinformación! Pensar en la posibilidad de encontrarme con las malas intervenciones de Claudia Gurisatti ayuda a evitar la teleadicción.

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