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Fui de aquellos ingenuos que, tal vez inspirados en la vanguardista caricatura de Hanna y Barbera a la que se conoció en castellano como Los Supersónicos, creyó que el año 2000 estaría enmarcado por automóviles voladores, edificios circulares de cristal y teletransportadores antibióstaticos.

Llegaron los años. Y las construcciones siguen siendo de ladrillo, los vehículos domésticos continúan desplazándose por las carreteras, y la materia aún se desplaza lenta y uniforme por el espacio.
 
Sin embargo, esa generación a la que creo pertenecer tuvo la desgracia o el privilegio de presenciar la llegada de algunos fenómenos, aunque menos relevantes que los anteriores, decisivos, desde el punto de vista  histórico.
 
Como un testimonio de aquello que no existía cundo llegamos al planeta, pero que ahora hace parte de nuestras rutinarias y cotidianas vidas estas son algunas cosas que llegaron.
 
 
1. Transmilenio
 
Ante la imposibilidad de construir un tren metropolitano a la altura de las necesidades de una urbe como la nuestra, Transmilenio se propuso como una solución intermedia al problema del transporte masivo en la ciudad.
 
Aunque puede endilgársele cierta culpabilidad por haber servido de consuelo a un sueño inalcanzable, su efectividad ha sido comprobada. Gracias a éste, vías antes atroces como la Carrera 30 o la Avenida Caracas, han recuperado cierta dignidad perdida.
 
2. La telefonía celular
 
Una de las vergüenzas de mayor envergadura en la historia de Colombia, con tintes, eso sí, de leyenda urbana, es la de que Colombia era en algún momento el único país del mundo hispanoamericano sin haber implementado el sistema de telecomunicaciones por vía celular.
 
La llegada de Comcel y Celumovil fue el poco económico alivio para tal flagelo. El que Celumovil se convirtiera en Bellsouth y luego en Movistar es un reflejo de la angustia cambiante del mercado.
 
3. La Ley 100
 
Implementadas sin éxito en Chile, las medidas derivadas de la Ley 100 pretendían ser el alivio social para la sufrida clase desfavorecida del país en materia de salud. Desde entonces, si bien se ha democratizado el acceso al servicio médico, sigue habiendo una considerable cantidad de quejas por causa de su ineficacia.
 
4. La reelección
 
Como consecuencia de la desmedida popularidad de Álvaro Uribe Vélez, Colombia, país históricamente antirreeleccionista, decidió abrir la puerta para que los primeros mandatarios contaran con la posibilidad de un segundo periodo de gobierno. En una triste demostración de nuestra inmadurez democrática fue la victoria de las estadísticas y los pobres resultados por encima de los hechos.
 
5. Internet
 
El primer servidor comercial de internet nacido en Colombia fue Colomsat.
 
En 1996 la entonces monopolizante firma tenía el infame descaro de cobrar su servicio a cuentagotas, como un excesivo taximetro, al aún hoy desmedido costo de 300 pesos por minuto.
 
Este fue, sin embargo, el principio de la era de las comunicaciones digitales para un país todavía anclado en primitivismos decimonónicos.
 
Con éste llegaron los cuartos de chat, las comunidades virtuales, los blogs, las webcams y todos los demás artilugios propios de la parafernalia posmoderna.
 
6. La fotografía digital
 
Por primera vez se hizo innecesario el acudir al laboratorio en busca de contactos o tiras de negativos para hacerse a una remota idea de la forma como la imagen final luciría. Pese a sus definitivas limitantes frente a su hermana mayor, la análoga, el sistema digital de fotografías es una de las grandes preocupaciones de las productoras de insumos para el oficio.
 
7. Tower Records
 
La ausencia de almacenes de discos a gran escala en el país era uno de los grandes lastres soportados por nuestra incipiente industria del entretenimiento.
 
Hubo un lugar llamado Mercado Mundial del Disco cuyo pretencioso lema rezaba “disco que no tengamos no existe”.
 
Alguna vez pregunté por Satisfaction de los Rolling Stones, y al oírles decir que no estaba en su catálogo les indagué acerca de si ello era prueba de su no existencia.
 
No tienen los mejores surtidos, pero las tiendas de Tower, son sin duda y sin demeritar a las de la Calle 19, las que manejan el mayor volumen de ventas de la entera ciudad.
 
8. Blockbuster Video
 
El primer lugar en donde se rentaron películas en formato Betamax se denominó Batimovie. Famosos eran sus títulos por la pésima calidad de las copias.
 
El reinado del formato beta fue desapareciendo de forma gradual al mismo tiempo que el VHS se impuso, por algunos años, como el más popular. Blockbuster fue la primera gran tienda de videos en echar raíces en la ciudad.
 
A pesar de la atrocidad arquitectónica que es la nueva tienda de la Calle 80, en El Retiro, es una alternativa decente en momentos de ocio.
 
9. Hard Rock Café
 
Emplazado dentro de otro de los horrores estéticos de la ciudad, el Centro Comercial Atlantis Plaza, Hard Rock Café, en el marco de sus planes de expansión por ciudades latinoamericanas, estableció una de sus franquicias en Bogotá. Lamentable es el que a la fecha sus cartas hayan eliminado las opciones de hamburguesa vegetarianas.
 
10. Los apartamentos tipo loft
 
En un esfuerzo de nuestras clases altas por remedar, mediocre y falsamente, las costumbres tradicionales de las grandes ciudades del planeta, el mal usado término comenzó a implementarse, sin mucha justificación, en urbes y provincias. Lo cierto es que los lofts son, en su más pura y real esencia, bodegas ubicadas en zonas industriales y acondicionadas para vivienda, no nuevos departamentos con pretensiones arribistas.
 
11. Los teatros múltiplex
 
Así como las solemnes funciones de cine de años lejanos se fueron, con su partida llegaron nuevos cinemas altamente prácticos y de menores dimensiones, aunque bastante menos románticos que sus predecesores. La oferta cinematográfica es mayor. Pero rituales infaltables como las extensas filas para adquirir boletos o comprar una barra de Charms ya no existen.
 
12. El reggaetón 
 
Una de aquellas cosas que parecen estar condenadas a cierta eterna degeneración en franco detrimento de la calidad son los ritmos musicales preferidos por los actuales jóvenes. Si alguna vez fue meneito hoy es reggaetón, una suerte de deformación monstruosa del reggae con líricas insulsas, no obstante cantadas por emotivas hordas de mozalbetes aliendados.
 
13. Los bares swingers, la bisexualidad como moda
 
Con la liberación como grito de batalla, los intercambios de pareja y la interacción sexual con miembros del mismo género fueron transformándose en prácticas de moda altamente extendidas, en particular entre quienes en 2006 bordean los 18 años de edad.
 
Si bien el respeto a la diferencia y a predilecciones de pareja de índole no convencional son prácticas propias de sociedades civilizadas es muy triste que ello se deba, sobre todo, a un deseo de escandalización y de seguir las prácticas cual rebaño de borregos convencidos de ejercer una independencia nunca antes vista.
 
14. Los televisores de plasma
 
Por imprácticos, por aparatosos y por su galopante anacronismo, la hegemonía de los reproductores de televisión convencionales parece estar agonizando. Sus sucesores, aquellos con delgadas pantallas de plasma, parecen ser los llamados a dar inicio a una nueva historia.
 
No quiero ser una Casandra. Pero está claro que sus costos siguen siendo demasiado altos como para dar a este tipo de tecnología la categoría de masiva. Hablé hace poco con un técnico en el ramo. Él arguyó que se trata de dispositivos demasiado delicados, muy susceptibles de estropearse sin posibilidad de reparación alguna.
 
15. Los realities
 
Son la prueba viva de la escasa inventiva y la absoluta falta de independencia por parte de nuestros canales, productoras y realizadores.
 
A pesar de su temprano desgaste, las cifras de sintonía siguen alentando a los zares de televisión en este afán repetitivo y latoso de reproducir, con variables nada sustanciales, los mismos espectáculos deprimentes de la realidad subvertida al esquema televisivo.
 
¿Cuántas islas de los famosos, cuántos grandes hermanos y cuántos protagonistas de novela saturarán nuestros sufridos ojos durante los años venideros?
 
16. El Ministerio de Cultura
 
Ente encargado de regir los destinos de nuestra vida cultural, el Ministerio ha mostrado significativos avances en cuanto a la promulgación de políticas efectivas. Para criticar está la burocratización de la que el tema en el país se ha hecho objeto.
 
La contratación de funcionarios soberbios, pretenciosos y demasiado obstinados en sus miradas parcializadas (Guiomar Acevedo entre ellos) sobre lo que la cultura debe ser es el más lamentable de sus errores.
 
17.  RTVC
 
Radio Televisión Nacional de Colombia fue el organismo estatal creado para suplir la ausencia de la fallecida Inravisión. Su mayor reto será el luchar contra la fuerte recordación de la que la desaparecida empresa goza. En otras palabras el nombre Inravisión dice mucho, mientras que RTVC suena casi mudo.
 
18.  La telefonía IP, las tarifas fijas locales y de larga distancia
 
Los colombianos, acostumbrados desde siempre, a pagar excesivas tarifas por los servicios telefónicos de larga distancia, en cabeza de empresas de sustancial mediocridad como aquella ETB de años pasados, han encontrado por fin un paliativo para tamaño dolor financiero.
 
Con la llegada de competencias serias las tarifas fijas locales y de larga distancia, así como los llamados servicios de comunicaciones IP, parecen estar anunciando al unísono el incierto futuro de la telefonía fija.
 
La pregunta es si llegarán los días en que, tal como ocurre en Estados Unidos y Europa, podamos comunicarnos durante más de una hora con nuestros parientes radicados en otros países, por un costo no superior a cinco dólares.
 
19. El IPod
 
Quienes se declaran aficionados a la música portátil, cuyo ancestro primigenio son las victrolas de manivela, seguidas de los reproductores de casete a baterías y los walkmans, encontraron en el Ipod la cristalización de sus sueños.
 
Si bien muchos de éstos son subutilizados o profanados con música de Calle 13, Alejandro Sanz o Fonseca, su llegada es uno de los acontecimientos más importantes en la más que centenaria historia del sonido grabado.
 
20. Los outlets
 
A consecuencia de la llegada de grandes inversionistas extranjeros, antes ausentes, sus homónimos colombianos se hicieron conscientes de la necesidad de expandir sus posibilidades en términos de espacio y variedad.
 
Impersonales bodegas de productos a granel presentes en los grandes países del mundo desde hace años, los outlets, significaron el forzoso arribo de Colombia al mundo de los hipermercados.
 
21. La W, el grupo Prissa
 
En lo que podría parecer una segunda conquista hispánica un sinnúmero de firmas procedentes de la ibérica nación llegaron al país con el propósito de convertirse en los propietarios de ciertas empresas claves, años atrás patrimonio no enajenable del pueblo colombiano.
 
Entre las damnificadas de esta inyección de capitales estuvo la división radial de Caracol.
 
El grupo Prissa llegó, como suele suceder en toda sustitución patronal, a imponer sus arbitrarias y colonialistas determinaciones, a cambiar nombres y empleados, entre ellos el tradicional Caracol Stereo (pionero de la radio FM en el país desde 1973), ahora llamado La W. O aquel amable y tradicional Pase la tarde con Caracol, conocido en la actualidad como La ventana.
 
22. SABMiller, Carulla Vivero
 
Grandes acumuladores de fortuna en Colombia, como Julio Mario Santodomingo, parecen haberse cansado de hacer empresa. Fue él quien entregó, en una de las transacciones de mayor envergadura en toda la historia del país, la tradicional Bavaria a la multinacional surafricana SABMiller.
 
Las consecuencias de la operación comercial fueron inmediatas. Poco después de la oficialización del hecho aparecieron productos como Brava, relanzada menos de un año después de su lanzamiento, en vista de su exigua popularidad.
 
Con los cambios también llegó Peroni, cerveza italiana importada al país, quizá para ocultar la incapacidad de SABMiller para generar una bebida genuinamente colombiana. Pilsen, por su parte, dejó de ser tan antioqueña y se hizo nacional.
 
Caso semejante ocurrió con almacenes como Carulla, una antigua empresa familiar para quien en la actualidad su nombre no es más que una sutil remembranza de cuando ésta perteneció a los Carulla.
 
23. Los afters, los raves y los lounges
 
Por causa de las represivas políticas de ese Calígula moderno que es Antanas Mockus, la vida nocturna en la ciudad retrocedió kilométricas distancias.
 
Con la promulgación de aquella impopular y absurda ley en donde se obligaba a los propietarios de establecimientos dedicados al expendio de licores a cerrar sus puertas a partir de la 1 en la madrugada, las festividades subrepticias afloraron.
 
A las “raspadas de fiesta” se les denominó, en otro extranjerista afán, “after parties”. Los raves y lounges completan el cuadro.
 
24. Los sushi bars, la cocina fusión, la comida thai
 
Bogotá, que nunca supo de pescados crudos ni de exotismos gastronómicos; para quien las mayores de sus excentricidades y cosmopolitismos fueron durante años el curioso croissant con arequipe, el perro caliente con crema chantilly o la pizza de queso y bocadillo; entro de súbito en el mundo de la alta culinaria.
 
De repente, en forma demasiada rápida como para ser examinada con detenimiento, la ciudad comenzó a llenarse de restaurantes de pretenciosa cocina fusión, bares dedicados al expendio de sushis y comida thai.
 
La clase emergente no hizo más que acogerse a las nuevas exigencias sociales del mercado. Los visionarios propietarios de estos lugares fueron los grandes beneficiados.
 
Gracias a ello la capital se rodeó de un halo de falso cosmopolitismo, que, no obstante, incrementó el turismo y las divisas.
 
No es broma. Restaurantes como el desaparecido Nu, comenzaron a expender platos con títulos como Morcilla acaramelada con emulsión de ajiaco o Costra de caviar con chontaduro.
 
25. Las bebidas energizantes
 
Pese a su no comprobada eficacia, estos brebajes con sabor a Bon-bom-bum diluido en Soda Clausen, o a Redoxón efervescente de naranja, alcanzaron niveles de popularidad insospechados.
 
Ahora, quienes quieran permanecer despiertos pueden apelar a la ingestión de las mencionadas bebidas con alto contenido cafeínico y precios elevados.
 
26.  “Quiero paz, quiero amor, quiero dulces para mí”
 
Tricky tricky Halloween”, era la plegaria usual para los representantes de mi grupo generacional cada 31 de octubre.
 
El texto en inglés se omitió, dando cabida a una plegaria más filantrópica.
 
Ignoro quién tuvo la idea de modificar las líricas para dotarlas de un contenido más pacifista, con mayor valor cívico, social y con cierto tipo de conciencia social.
 
27. Los emos
 
La tribu urbana más representativa de 2007 parecen ser los emos. Se trata de una estirpe andrógina de mirada triste, andar desconsolado y preferencias sexuales inciertas. Rondan un rango de edades entre los 12 y los 22 años.
 
Tienen como dechado modas prestadas de la cultura dark de 25 años atrás. Gustan de The Cure y de líricas depresivas creadas por actuales imitadores de esa vieja corriente británica. Frecuentan sitios de moda y están convencidos de ser originales y contestatarios.
 
Creen ser ajenos a cualquier estereotipo, pero sus maneras y hábitos predecibles contradicen tal pensamiento.
 
Dicen leer a Baudelaire, a Rimbaud, Nietzsche y se autoproclaman alternativos.
 
28. Las chonquetas
 
Se agrupan bajo esta denominación las jóvenes imitadoras del estilo new wave en boga a finales de los 70 y principios de los 80. Gustan de asistir a lugares del tipo Mailiroldarlin, Mod o Socorro. Dicen ser apasionadas de lo vintage, lo kitsch y lo punk.
 
En su mayoría son estudiantes de diseño gráfico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
 
Suelen ser bisexuales y la interacción íntima casual es una de sus costumbres.
 
29.  Los canales privados de televisión
 
Algunos pensamos, haciendo gala de la más cándida de las ingenuidades, que la llegada de la televisión en cabeza de la empresa privada a Colombia sería el principio de una era de calidad e independencia para nuestra pantalla chica.
 
Pero pronto se demostraría que los pronósticos iban en contravía a los hechos.
 
Ahora, saturados a reventar de realities, malos programas de humor, telenovelas estandarizadas tipo Telemundo Internacional, y cansados de la ausencia de espacios culturales o musicales, los mismos que una vez aplaudimos la medida, ahora quisiéramos retornar a la vieja era de programadoras y tres cadenas nacionales. Una vez más: ¡Gracias, RCN! ¡Gracias, Caracol!
 
30. Archies, 1969 Pizza Gourmet, los carritos de pizza
 
El anacronismo y la imposibilidad de adaptarse a un mercado con nuevas exigencias fueron las causas del vacío dejado por establecimientos del tipo Pizza Nostra.
 
Tal ausencia fue llenada, con lujo de detalles, por establecimientos como la muy conocida Archie’s o la Pizza Gourmet 1969, ambas iniciativas exitosas.
 
Debo denunciar, empero, alguna ocasión en la que solicité un domicilio por parte de la segunda, con la pésima suerte de jamás haberlo recibido a pesar de las muchas llamadas asegurándome su llegada, que a la postre nunca sucedió.
 
Aún más destacable es la llegada de puestos ambulantes de pizza, responsables de eliminar un tanto el protocolo y la ceremonia que otrora antecedían al consumo del italiano condumio.
 
31.  Los ministerios de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, de Interior y Justicia; la Secretaría de Cultura, Recreación y deportes, entre otros
 
Una idea más de la administración Uribe. Disminuir los costos administrativos y simplificar y optimizar el funcionamiento de sus gabinetes.
 
Los años han demostrado que, lejos de mejorar las cosas en términos prácticos, este cúmulo de fusiones ha sido inútil, engorroso y dispendioso.
 
32. La nueva banca y sus nombres abreviados
 
No sé a qué geniecillo de la publicidad se le haya ocurrido acortar los tradicionales nombres de distintas firmas de la banca nacional. ¿Por qué Bancolombia si siempre fue Banco de Colombia? ¿Por qué jubilar al águila que durante más de un siglo fue su emblema y reemplazarla con un logo de diseño absurdo y colores escandalosos? ¿Y qué hay del Banestado, el desaparecido Bancafé, o el hispanizado BBVA, antes Ganadero.
 
33. El Bon Ice, el Bon Flan
 
Hijos bastardos del Boli y el Flanby, respectivamente, fueron el mal consuelo ante estas dos sensibles pérdidas. El primero publicitado por unos pingüinos impertinentes y el segundo por las desafinadas notas procedentes de las vocales cuerdas de Juan Pablo Montoya, son el testimonio triste de una era que no volverá.
 
34. AeroRepública
 
En tiempos tormentosos para las empresas de transportes aéreos AeroRepública se ha convertido en una prueba de supervivencia y calidad por encima de la de sus veteranas rivales.
 
Desconozco las condiciones económicas de la empresa, pero a juzgar por lo que se percibe, su futuro parece estar asegurado.
 
35. Las ciclorrutas, el Parque de la 93 y El Virrey
 
Tal vez la más sonada de las iniciativas peñalosísticas, las ciclorrutas han dado a Bogotá un aspecto más civilizado, a la vez que han motivado a sus habitantes al uso de vehículos menos contaminantes y costosos.
 
Incómoda es, de todas formas, la actitud tiránica y dictatorial que ha venido contagiando a ciertos ciclistas, quienes, no desperdician oportunidad de lanzar intimidaciones verbales ante los citadinos que por distracción se atraviesan a su paso.
 
Por su parte, las viejas glorias de la Calle 82 o la 116 de los 70 ahora son experimentadas por el Parque de la 93, epicentro del snobismo y la superficialidad pretenciosa, encarnados en establecimientos de altos precios que nos hacen pensar, al menos por instantes, que disfrutamos de los beneficios del primermundismo, aún en un país afligido por desigualdades tan aberrantes como el nuestro.
 
Es de agradecer, sin embargo, la recuperación de sectores antes abandonados a su suerte por la Administración Distrital.
 
36. Los blackberries y las palms
 
Estos útiles artefactos electrónicos fueron los llamados a cambiar las vidas de ejecutivos, yuppies, estudiantes de MBA’s y ciberadictos.
 
Aunque incómodos de utilizar, dado el reducido tamaño de sus teclados y una interfaz un tanto complicada, además de la casi imposible caligrafía necesaria para que las pantallas sensibles logren descifrarla.
 
37. La despenalización del aborto bajo circunstancias especiales
 
Una de aquellas medidas que, más allá de lo legítimas o ilegítimas que puedan resultar termina por imponerse, dada la no siempre justificable obligación de mantenerse a tono con la corriente internacional.
 
Es quizá la más controvertida de cuantas medidas se han debatido en Colombia. El tiempo demostrará las repercusiones de tal determinación.
 
38. El tropipop
 
Malos imitadores de Carlos Vives comenzaron a invadir las parrillas de programación de estaciones de radio, canales de televisión y estantes de tiendas de discos.
 
Bogotanos, más bogotanos que Clímaco Urrutia o el Doctor Pardito unidos, decidieron dedicar sus días a “cantos caribeños”, odas al trópico, fonsecas, boncas y “palosdeagua”, y a fingir acentos costeros.
 
La fórmula sigue siendo exitosa y su futuro, triste pero innegablemente, parece estar garantizado.
 
39. El gas domiciliario y los vehículos a gas
 
Se llegó al punto sin retorno de ver a las tarifas de los servicios de luz eléctrica, inviables y reventadas, y a la sufrida clase media colombiana, incapaz como nunca de correr con sus altos costos.
 
Por ello el gas se propuso como una buena solución a la problemática que las anteriores dificultades traían consigo. Ahora se ha hecho impensable construir una vivienda nueva sin el mencionado servicio y cada vez son más los automotores en decidirse por este tipo de combustible. Ya se estaba haciendo tarde para descubrirlo.
 
40. Los tenis de ruedas, el piercing
 
Aunque sólo disponibles en tallas pequeñas, los tenis de ruedas (o zapatines) son una de aquellas genialidades divertidas que hasta donde sé nunca fueron implementadas por industria alguna de calzado en tiempos pasados.
 
Ignoro si a mi avanzada edad aún podría tripularlos, pero confieso que algo de envidia anida en mi ser cuando veo a alguien usándolos.
 
En cuanto al piercing –típica moda tardía popular en Europa desde hace al menos 28 años– no es nada distinto a esas costumbres de las que, sin mayores explicaciones terminamos por apropiarnos.
 
Quienes lo emplean creen estar ejerciendo un franco desafío a las estéticas tradicionales y al sistema. Pero son ellos mismos quienes desconocen que, lejos de gozar con alguna justificación ideológica de peso distinta al capricho estético, las perforaciones en la piel son un hábito extendido y ampliamente popular en muchos lugares del mundo, que desde hace mucho dejó de escandalizar a padres de familia y directivas escolares.
 
 
Una lista más.
Una oportunidad más de ampliarla.
Oigo comentarios…
 

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