El terrorismo islamista ha vuelto a atacar. Dos violentas explosiones, una de ellas suicidas, han sacudido la normal tranquilidad de la ciudad belga de Bruselas esta vez. Según los informes oficiales, trescientos heridos y treinta y un muertos han dejado las detonaciones ocurridas en el Aeropuerto de Zaventem y una estación céntrica del Metro. El doble atentado ha sido reivindicado por la organización terrorista denominada como Estado Islámico (ISIS).
Seis individuos, bajo el mando de un hombre identificado como Faycal C., detenido el pasado jueves en una redada policial, fueron los encargados de perpetrar tan sangrientos actos a pocas cuadras del Parlamento Europeo y la sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No se descarta, además, que haya otras conexiones entre lo sucedido en Bruselas este veintidós de Marzo y el atentado de París del trece de Noviembre del año pasado.
De esta manera, los terroristas vuelven a poner en tela de juicio conceptos tan fundamentales para la Unión Europea (UE) como la integración cultural, política y social de los inmigrantes que residen al interior de su espacio común e igualmente aprovechan para poner en duda la efectividad de las políticas de seguridad que a nivel supranacional se han venido implementando desde la firma del Acta Única Europea en 1986 hasta la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre del año 2009.
El caso de Ibrahim el Brakaoui, ciudadano belga de 31 años, es más que elocuente. Hijo de una familia proveniente de un país árabe, fue uno de los terroristas que pese a haber sido expulsado dos veces de Turquía por sus nexos con ISIS, información que supuestamente tenían todas las fuerzas de seguridad europeas, se suicidó el martes en el aeropuerto donde finalmente murieron catorce personas.
Por si fuera poco, ha sido Semana Santa la época del año elegida para llevar a cabo estas acciones delincuenciales junto con dos sistemas de transporte cuya función es esencialmente garantizar el desplazamiento de las personas. Nada mejor para un grupo de jóvenes fundamentalistas europeos con mala asimilación cultural que cortar el flujo del sistema circulatorio de la ciudad con base en la ley sagrada del Corán.
No cabe duda que de no trabajar en modelos que gestionen con un mayor grado de eficiencia los flujos migratorios, la Unión Europea (UE) continuará viviendo bajo permanente amenaza. Pero para cumplir con tal fin, habría que ir más allá del aspecto policial y punitivo teniendo en cuenta las lecciones aprendidas con el modelo alemán de trabajador invitado (Gastarbeiter) y las dificultades que en su momento tuvieron España y Francia con ciudadanos subsaharianos, solo por citar un par de ejemplos.
Es de vital importancia prestar atención a las segundas generaciones especialmente a aquellos individuos que se sienten diferentes en la sociedad para evitar que su proyecto de vida esté dirigido a sembrar el terror en el continente que los acoge e infundir miedo entre sus conciudadanos. Solamente de esta forma Europa podrá estar unida en la diversidad y mantener la paz dentro de su territorio.
Twitter: @AJARAMORENO.
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