Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Toda guerra es horrible. Todas las armas son destructivas. Pero las armas químicas son particularmente horribles. Ellas asfixian, estrangulan, ampollan y envenenan. Cuando no son letales, sus efectos pueden durar toda la vida. Durante el siglo XX fueron utilizadas dentro y fuera del campo de batalla con horribles consecuencias. Durante la Primera Guerra Mundial, más de 90.000 soldados sufrieron muertes dolorosas tras el uso de cloro, mostaza y otros agentes químicos. Casi un millón más quedaron ciegos, desfigurados o recibieron lesiones debilitantes. Las armas químicas también se usaron con consecuencias devastadoras en Marruecos, Yemen, China y Abisinia (ahora Etiopía). Las secuelas de su despliegue en la guerra de Irán-Iraq de la década de 1980 continúan sintiéndose actualmente con 30.000 ciudadanos iraníes que todavía sufren y mueren por los efectos de los agentes utilizados en el conflicto.

Por esa razón, la comunidad internacional se unió para crear la Convención sobre Armas Químicas, que entró en vigor en 1997 y a su vez creó la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). Por primera vez, en el mundo existía un ente independiente y apolítico para investigar el uso de armas químicas.

Actualmente, 192 países, incluyendo Colombia, han ratificado la Convención y son Estados Parte en la Convención sobre las Armas Químicas. La comunidad internacional ha convenido que el desarrollo, la producción, el almacenamiento y el despliegue de estos instrumentos letales debería quedar en el pasado. No puede haber impunidad para cualquiera que haga uso de armas químicas en un conflicto. Apenas 20 años después de este momento decisivo, y cinco años después de que la OPAQ recibiera el Premio Nobel de la Paz por sus extraordinarios logros, este tratado y esas normas están bajo amenaza. Desde principios de 2017, se han utilizado armas químicas contra civiles en Siria, Iraq, Malasia y el Reino Unido.

El uso repetido de armas químicas representa una grave amenaza para la Convención sobre Armas Químicas y para el orden internacional fundado en las leyes que nos mantienen a todos a salvo. Ambos deben protegerse y fortalecerse.

El 29 de mayo, el Reino Unido y otros 10 estados lanzaron un llamado para que todos los Estados Parte de la Convención sobre Armas Químicas se reúnan hacia finales de junio para buscar alternativas de fortalecimiento y protección de esta piedra angular del régimen internacional de no proliferación bélica y desarme. Hasta el momento, más de 64 países se han unido a este llamado y esperamos que Colombia también sea miembro activo de este grupo.

Algunos han intentado presentar esta reunión como un escenario de confrontación global en la que los estados se vean obligados a tomar partido o una posición sobre un ataque en particular. Más bien, esta es una alternativa entre el estado de derecho y el sistema basado en normas internacionales frente a la anarquía y la perspectiva enfermiza de que nosotros y nuestros hijos tengamos que ver a las armas químicas como algo normal.

Hace veinte años, la creación de la Convención sobre Armas Químicas marcó un punto de inflexión en la política mundial. El mundo trazó una línea en la arena y estuvo de acuerdo en que cualquier uso de armas químicas es injustificado y aborrecible. Ahora es cuando debemos actuar decididamente para defenderlo.

Compartir post