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Es tiempo del pragmatismo, eficiencia técnica y verdadera dignidad. Los hechos del pasado fin de semana, aparente e incompletamente superados, pueden o no marcar las relaciones internacionales de Colombia, al menos en los 18 interminables meses y siete días que quedan de este gobierno. Principalmente con los Estados Unidos, pero como es el polo dominante de la región y parte del planeta, puede influir en muchas de las relaciones regionales y bilaterales de nuestro país. La prueba está en la reciente cancelación de la reunión de la Celac, donde el mandatario de este país tenía cierta preferencia y que posterior a la fatídica noche del sábado fue cancelada por falta de quorum, incluyendo sus apoyos ideológicos, que si priorizan el bienestar de sus propios países.

Durante el pasado fin de semana, se utilizó la palabra «dignidad» a conveniencia de una orientación ideológica personal, en contra de los intereses nacionales y ciudadanos. En la práctica, un reclamo de supuesta dignidad de una persona afectó negativamente la dignidad de millones de colombianos. Si en el avión los deportados venían encadenados por largas horas de viaje y se les quería dar dignidad, lo lógico era recibirlos rápidamente, quitarles las cadenas o esposas y tratarlos con la dignidad que se esgrimía. En lugar de eso, se les devolvió para que viajaran de regreso igualmente esposados o encadenados, permaneciendo así otras largas horas en el avión y una semana más. ¿Quién les afectó más la dignidad y su bienestar? Si se hubieran recibido, se podría haber hablado posteriormente para mejorar las condiciones de los próximos deportados, sin incumplir los acuerdos. No se habría marcado al país innecesariamente, ni lo hubieran puesto como chivo expiatorio ante la comunidad internacional.

La increíble decisión unilateral de Colombia, en contra de lo acordado por años, sí afectó negativamente la dignidad de muchos colombianos, para quienes hacen largas filas para la visa, que ya llevan una semana de suspensión de citas (después de espera de meses) y de los que esperan nuevas asignaciones; pero además de quienes viajan a los Estados Unidos, que a partir de ese momento, los pasajeros de los aviones provenientes de Colombia son apartados, nacionales y extranjeros (turistas internacionales que vienen a Colombia), son llevados a sitios diferentes y pasando por salas especiales donde son requisados hasta la última de sus pertenencias y pensamientos, retrocediendo 30 años la dignidad de los colombianos, a las peores épocas del estigma que representaba llevar un pasaporte colombiano, que incluso llevó a cambiarlo de color para quitar del imaginario que llevar el pasaporte verde era sinónimo de potencial delincuente.

Toda esta introducción, para mostrar el peligro del pésimo uso de la palabra dignidad, de por sí bastante subjetiva, pero usada de manera directa para supuestamente proteger a una o cien personas, puede hacer el efecto contrario sobre millones de compatriotas y no solo en su dignidad, pero en sus condiciones de bienestar, económicas y políticas. Nada puede ser más peligroso para nuestro país que el uso ideologizado de la palabra dignidad, que hace que esa supuesta dignidad sea usada para dañar nuestras relaciones internacionales y consecuentemente nuestra economía y estabilidad social.

Desde la llegada del Presidente Trump, con su premisa de cumplir con lo prometido en campaña, está mostrando que trabaja por hacerlo en cada uno de los puntos anunciados en campaña, dentro de eso está el de hacer respetar los intereses de su país, entre ellos que los impuestos que pagan los contribuyentes estén orientados a las prioridades del país, incluyendo la ayuda que envía fuera de sus fronteras.

Es así que el Presidente Donald Trump emitió el lunes 27 de enero en la noche una nueva orden ejecutiva que suspende temporalmente toda la ayuda exterior de Estados Unidos, por un período de 90 días. Durante este tiempo, se llevará a cabo una revisión exhaustiva para determinar si los programas de asistencia están alineados con los intereses y la política exterior de Estados Unidos. La orden establece que la ayuda no se reanudará a menos que se cumplan ciertas condiciones, como asegurar que los programas contribuyan a la seguridad, fortaleza y prosperidad de Estados Unidos.

Visto literalmente, parece que todo incluyera exclusivamente asuntos internos de ese país, pero en una vista amplia, se debe entender que la seguridad, fortaleza y prosperidad de su país depende de muchos factores de sus países vecinos, regionales y socios comerciales y de la forma pragmática de verla en mirar cada país en cómo las relaciones bilaterales y los acuerdos firmados que dieron inicio a esa ayuda y la mantienen en el tiempo contribuyen a esa seguridad, fortaleza y prosperidad, que en la medida que se haga bien termina siendo de ambos países del acuerdo.

Lo primero que tienen que entender los falsos profetas de la dignidad es que desde el principio esta medida no fue dirigida a Colombia, fue a todos los países del mundo; igual que la instrucción que los vuelos de inmigrantes que habían ingresado ilegalmente a su país, debían ser recibidos por los países de origen y de todos los países del planeta, el único que no entendió, a pesar de no cambiar en nada lo que se venía haciendo, fue el nuestro, o por lo menos a quien eligieron para “dirigirlo”.

Dicho esto, es claro que nada tiene que ver la dignidad de nuestro país, con la revisión que se hace de si esos dineros son usados alineados con los intereses de quien da los recursos, que seguramente será también de lo plasmado en los acuerdos que originaron esa ayuda, que no es para uso caprichoso del presidente ni su gobierno, es en concordancia con esos acuerdos. Por ejemplo, no los pueden usar para hacer el “concierto de la Esperanza”, al parecer la máxima prioridad presupuestal de este gobierno, en medio de la supuesta falta de presupuesto con la que se ha fustigado recientemente al Congreso Nacional.

Para efectos prácticos, el secretario de Estado, Marco Rubio, es responsable de evaluar estos programas en colaboración con la Oficina de Administración y Presupuesto. Solo están exentos de esta pausa unos programas de emergencia y ayuda militar a Israel y Egipto. Todos los programa de ayuda en evaluación pueden estar alrededor en el orden de los 70 mil millones de dólares anuales (precios 2023), de los cuales 17,500 millones de dólares se pausaran los tres meses.

En cuanto a la ayuda exterior destinada a Colombia, el valor aprobado en 2024 fue de aproximadamente 401 millones de dólares, ayuda en programas de desarrollo, derechos humanos, lucha contra el narcotráfico y financiamiento de las Fuerzas Armadas. Hay que tener claro que un poco más de esta cifra es la que está en juego, que en devaluados pesos colombianos estamos hablando de 1.7 billones de pesos, podría estar alrededor de los dos billones para este año, que con la supuesta falta de recursos, así no sea cierta, no es una cantidad despreciable para nuestro país y menos por una mal entendida dignidad de una sola persona.

Hay que entender que la asistencia exterior de Estados Unidos hacia Colombia no es un acto unilateral, ni una limosna, es el resultado de acuerdos bilaterales que reconocen la responsabilidad compartida en abordar problemas complejos como el narcotráfico. Estos acuerdos incluyen objetivos claros, mecanismos de rendición de cuentas y compromisos mutuos para asegurar que los fondos se utilicen de manera efectiva y transparente. La revisión de los 90 días busca asegurar que estos acuerdos sigan siendo efectivos y beneficiosos para ambos países. La cooperación internacional es esencial para abordar problemas globales, y la ayuda exterior es una herramienta importante en este esfuerzo.

Con base en lo expuesto, es necesario que el país mantenga la llegada de esa contraprestación a los esfuerzos por años del país, con base en una visión pragmática y juiciosa, lejos de los discursos veintejulieros de las plazas públicas. Una actitud responsable de un gobierno, que llora a diario por una falta de recursos que, aunque sabemos que no existe, bien es cierto que tampoco nos sobran casi 2 billones de pesos, que ya tienen destinación clara y hacen parte de lo que se tiene presupuestado. Para asegurar que la ayuda exterior de Estados Unidos continúe durante y después de los 90 días de revisión, se recomienda a los funcionarios colombianos tomar las siguientes acciones:

  1. Fortalecer la diplomacia bilateral: Mantener una comunicación constante y positiva con las autoridades estadounidenses para demostrar el compromiso de Colombia con los objetivos compartidos.
  2. Mostrar resultados concretos: Presentar informes detallados y estadísticas que demuestren el impacto positivo de la ayuda en áreas como la lucha contra el narcotráfico, el desarrollo económico y la seguridad, en ambos países.
  3. Identificar áreas de interés compartido: Enfocarse en programas y proyectos que beneficien tanto a Colombia como a Estados Unidos, y que estén alineados con las prioridades estratégicas de ambos países.
  4. Movilizar al sector privado y a la sociedad civil: Involucrar a empresas colombianas y organizaciones de la sociedad civil en la implementación de los programas de ayuda, mostrando un esfuerzo conjunto y colaborativo.
  5. Asegurar la transparencia y la rendición de cuentas: Implementar mecanismos claros y efectivos para la supervisión y evaluación de los programas de ayuda, garantizando que los fondos se han utilizado y serán utilizados adecuadamente en asuntos pertinente que contribuyan a los intereses de ambos países.

Estas acciones pueden no solo ser tendientes a asegurar que la ayuda exterior continúe beneficiando a Colombia, también ayudar a fortalecer la relación bilateral entre los dos países, sin olvidar que los Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y nuestra seguridad y desarrollo están altamente interconectadas.

La reciente sesión del Congreso sobre la Conmoción Interior nos deja otra enseñanza. Uno de los argumentos es que el gobierno supuestamente nunca se enteró de que la situación en el Catatumbo era grave hasta que sobrevino intempestivamente la crisis de los desplazados. Según ellos, no hubo alertas ni se dieron por enterados, a pesar de que afirman que esta problemática viene de gobiernos anteriores. Para efectos de la ayuda en mención, que no quede duda: están avisados, conocemos las condiciones para confirmar la ayuda, sabemos qué debemos hacer. No hacerlo bien, de manera oportuna y consciente tiene un solo responsable: el actual gobierno, avisado con dos meses y tres semanas del plazo establecido. ¡Esta es una función importante para técnicos expertos, no para influencers!

Perder la ayuda por una visión obtusa tendrá consecuencias graves para nuestro país. No es necesario extenderse en explicaciones; basta con repasar cada punto explicado para comprender lo que faltaría en los 18 largos meses que restan de este gobierno. De no tomar una acción adecuada, nuestros connacionales seguirán padeciendo problemas en visas, maltrato en aeropuertos y deterioro en las relaciones con países que sí cumplen. Estos no querrán estar cerca de nosotros por temor a ser vistos como cómplices. Es imperativo una participación activa, juiciosa, pragmática y de interés nacional, alejándose de ideologías y supuestas dignidades, para concertar y demostrar que la ayuda está siendo utilizada conforme a los acuerdos internacionales, en beneficio de la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo de ambos países.

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