LO QUE EMPIEZA MAL, TERMINA MAL. Las reformas han sido la principal actividad y foco de este gobierno en sus 10 meses. Después de posesionarse como el gobierno del cambio, el cual parece referirse únicamente a las reformas en el legislativo. Casi todo lo que hace el ejecutivo, a través de los ministerios, ha sido una continuación de los anteriores, en algunos de los casos con peores resultados, por algunas decisiones particulares y por el efecto acumulativo que ha sido de tanta dificultad entender últimamente, en el cual, haciendo lo mismo, los resultados son cada vez peores.
De todas las reformas, que atacan renglones tan sensibles como las pensiones, el empleo, el agro, la justicia, lo político, etc, la que mayor temor produce (o terror si prefieren) es la de la salud. Y no solo porque la salud es uno de los factores más importantes de seguridad y estabilidad social; es además, por muchas otras razones, como que pretende cambiar completamente lo existente, porque lo que salga mal se va a medir en muertos, porque las soluciones que se plantean son mucho peores que la enfermedad, porque en ninguna parte se muestra que lo escrito resuelva lo que los mismos ponentes dicen que se debe arreglar y porque una debacle en la salud puede causar una catástrofe social.
Pero aumenta la preocupación que, los resultados de estos 10 meses cuestionan su capacidad de ejecución, y mncho más para mejorar lo que se tiene; de manera que, tenemos doble riesgo: 1. Que en lo escrito haya graves cambios, como concentrar todo el presupuesto en un solo bolsillo y no tener a quien reclamar en caso de falla o incumplimiento y otros y 2. Que, además, en la implementación se ejecute incompleto o mal, seguramente lo que quede incompleto serán las pocas cosas buenas que pueda tener, si las tuviere.
Esa hipersensibilidad social por la #ReformaALaSalud y el temor que genera desde su inicio, prácticamente ha desestabilizado el gobierno, que se mantiene tozudamente en unos planteamientos casi inamovibles; también ha desestabilizado y restado legitimidad, imagen y efectividad al congreso de la república, sobre el cual se tejen los más elaborados comentarios e inconformidades, siendo la independencia del legislativo y la cada vez más vapuleada ley de bancadas, las más mencionadas en esas preocupaciones.
La buena salud de la población es tranquilidad y productividad
Las primeras voces de avisos serios contra la reforma a la salud vinieron desde adentro del mismo gobierno, en ministerios diferentes al de salud, pero de conocedores del sistema y de las finanzas que lo soportan. Con esto se llegó al momento que cambiaron a cuatro ministros, lo que aunado a las diferencias en el congreso terminaron con la coalición de gobierno. Podríamos decir que la coalición fue la primera víctima de la reforma a la salud, lo cual evoluciona como un efecto dominó que afecta la gobernabilidad, exacerbado por la obstinación de seguir impermeables a las opiniones a pesar de sus consecuencias. Pero además, crea mucha más suspicacia sobre la reforma a la salud.
Si se constituyó una coalición, que permitió que el gobierno fuera elegido, o por lo menos se declarara ganador, que esa coalición se formó alrededor del concepto de cambio (supongamos que cambio para mejorar) y que ese cambio se concibió a través de unas siete o más reformas que la coalición debía pasar por el legislativo, ¿por qué el gobierno acaba con la coalición? ¿debido a que los partidos no apoyan esa sola reforma, de todas las concertadas? ¡Preciso la de la salud?! Romper la coalición dejando huérfanas otras cinco o más reformas no tiene ningún sentido, haciendo ver que la única reforma que de verdad les interesa, después de la tributaria que ya pasó, es la reforma a la salud ¿Que hay en esa reforma de salud que hace que sea más importante para el gobierno que todas las otras reformas y la misma gobernabilidad? En especial cuando la salud está funcionando, no perfecta, nada lo es, pero está estable, funcionando y lo que se debe arreglar es funcional, que no se arregla con una nueva ley, solo con ejecutar bien la ley actual.
Salen hoy viernes los resultados de una nueva encuesta de Invamer en que el gobierno sale muy mal librado, hacen los medios la salvedad que los datos fueron recopilados antes del bochornoso incidente (no tengo calificativo apropiado aún) de la jefe de Gabinete y su empleada doméstica personal. De manera que, esa percepción ciudadana a hoy es muy seguramente todavía peor. Es de anotar que, esa imagen negativa en caída también afecta al congreso, que los colombianos lo ven como la última esperanza para ser defendidos de unas reformas que no pintan nada bien y que si acaso salieran bien del legislativo, que no parece, según lo escrito, no hay ninguna garantía, ni indicio, que en su implementación pueda mejorar algo y si puede empeorar mucho. Para lo cual, dan cifras de empleos perdidos, incluso en la peor de todas en efecto nocivo a los colombianos, la de la salud, también en empleo hay un cálculo de 100.000 empleos perdidos en la transición a los CAP y hospitales públicos y disminución del servicio prestado por prestadores de salud privados en todos los niveles, calculo que podría ser verdaderamente conservador. Y nada de eso arreglaría la demora en atención, en particular de especialistas que es la gran falla del sistema actual, que muestra incluso la misma encuesta.
Hablando de la encuesta, realizada entre el 26 y 29 de mayo de 2023, el 67 % de los encuestados indica que, en general, las cosas en Colombia están empeorando, encuesta tomada después de que la reforma a la salud pasó por la comisión séptima de la cámara. La falta de confianza en el presidente Petro y su gestión ha caído al 33,8 % de aprobación y el 59,4 % de desaprobación, según la misma encuesta; el 78,2 % considera que el cambio ha sido para empeorar; el 60,9 % de los encuestados se mostró en desacuerdo con las reformas anunciadas y la imagen del congreso evidenció que es hoy 66 % desfavorable. Entre esas reformas, algunas de las razones que podrían explicar la desaprobación son: la preocupación por que los recursos del sistema de salud sean administrados únicamente por el Gobierno Nacional, lo que podría generar ineficiencia, corrupción o politización. El rechazo a la eliminación de las EPS, en especial el traspaso de sus funciones a una entidad pública, lo que podría afectar la calidad y la oportunidad de la atención y la inconveniencia de realizar una reforma estructural en medio de efectos recientes de la pandemia de covid-19, lo que podría generar más incertidumbre y riesgos para la salud pública, además que ese sistema de salud fue el que nos permitió salir de la misma.
En resumen, la Reforma a la salud está acabando con todo, o con mucho: la imagen del ejecutivo, del legislativo, del judicial -sobre la toma oportuna de medidas contra la inconstitucionalidad de la misma- de la gobernabilidad, de la tranquilidad, de la percepción de cambio para mejorar y de la misma salud mental de los colombianos. Para esta tranquilidad la única solución es que la reforma a la salud se retire antes del final de esta legislatura y se deje a los congresistas gozar de sus vacaciones sin esa espada de Damocles en su testa y a los colombianos disfrutar de las vacaciones de los congresistas, en que durante ese lapso nada pasa en ese recinto que nos pueda afectar. Pero también, evitar que los pocos que aun pueden vacacionar en el exterior, decidan quedarse a vivir por allá, por temor a regresar a hacer colas en el nuevo seguro social.
Excelente análisis!!!
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