Un aire diferente – Crónica VII – Por: Eduardo Bechara Navratilova
(Esta travesía no podría hacerse sin el patrocinio de Gótica Eventos, Damovo y Hanna Estetics, Bogotá)
Favor hacer las donaciones para los niños con cáncer en la cuenta de ahorro exclusiva para Brasil en dos ruedas, número 0483124605-2 de Bancolombia a nombre de OPNICER (Organización de padres de niños con cáncer, Nit: 830091601-7). Con estas donaciones usted está ayudando a un niño enfermo de cáncer a tener una posibilidad de vivir.
Es domingo y por primera vez se respira tranquilidad en las calles. No hay locutorios abiertos. El calor arrecia, de modo que me decido ir a unas piscinas en Punta Carrazco que me recomendó Amalia la dueña del hostal, una señora simpática que dice que eso del calentamiento global y sus consecuencias ya no le tocarán a ella. Le cuento lo que hago y le pido un descuento.
– Aquí no subvencionamos a nadie. Ni siquiera a los que vienen con las ideas más extravagantes.
Tomo el bus 37 y me bajo en Punta Carrazco. Pago los 30 pesos de la entrada y me envían a un consultorio médico en donde me tienen que hacer una revisión para ver si no tengo hongos en los pies y manos. Me miro las palmas, aún están todas peladas. Camino sobre un corredor hasta un cuarto en el que hay dos jóvenes mujeres de vestimenta azul.
– ¿Qué me van a hacer? Ya me dio miedo.
– Ábrete los dedos.
– No es muy sexy lo que me están pidiendo.
– ¿Estás nervioso?
– Ustedes me están poniendo así.
– Tus manos, están todas peladas.
– Yo sé, es un recuerdo de Buenos Aires. La ciudad es un poco sucia.
– No seas boludo, se te pelan así porque estás nervioso. Es una reacción interna de tu cuerpo.
– Déjanos ver tus axilas.
– A bueno, eso está mejor.
Voy hacia la piscina al lado del ocre Río de la Plata en donde escribo en papel hasta que una borrasca se forma de la nada. Las sombrillas pasan volando a mi lado como misiles que terminan entre el agua. Salgo corriendo. En el hostal conozco a una joven colombiana bastante bonita que me dice que vive en Mendoza desde los 11 años. Tiene acento argentino.
– ¿Cómo te tratan los argentinos? – le pregunto.
– No muy bien, me discriminan.
Me interesa el tema – le digo – ando escribiendo unas crónicas y estoy en busca de material. ¿Cómo te discriminan?
– Me dicen mafiosa y delincuente -. Quiero sentarme a hablar con ella pero tiene afán porque quedó de enseñarle a bailar salsa a un israelita. Voy a comer a un tenedor libre sobre la Plaza del Congreso y luego hablo con Tatiana.
– Mañana entro a trabajar y voy a estar en Messenger por si quieres meterte a saludarme.
Gady me invita a comer porque Arava se va para Mendoza pero me quedo hablando con Tatiana. Me acuesto temprano hasta que una imagen particular me asalta en mitad de la noche. Gady está boca abajo en su cama mientras que Arava sentada encima de él, le hace un masaje en la espalda desnuda.
Paso por mi computador a la mañana siguiente. El dueño me cobra 200 pesos por reinstalarme Windows y haberme salvado la crónica.
– ¿Quedó con el antivirus?
– No. Colocarlo cuesta 70 pesos.
No se lo pongo. Pago sin ganas. Unas 2000 fotos que saqué en el viaje con Tatiana se perdieron. Trabajo un poco hasta que me llega un mensaje suyo que dice: “No me acuerdo de haber escrito: sin duda es mejor en la cama que como escritor”. ¿Qué quiere decir esto? le respondo en un mensaje. Al poco tiempo escribe: “Hay un comentario en tu blog sobre Unos duermen, otros no…. te acuerdas que yo una vez escribí: ¡Que puedo decir….es mejor conocerlo! Pues acabo de leer uno que dice que yo escribí: ¡Sin duda es mejor en la cama que como escritor! y yo nunca he escrito eso”.
Por la tarde tomo la línea B del metro hasta la casa de Alejando Margulis, un argentino dueño de una editorial independiente que publicaba una revista literaria que fue vetada por obscena en el régimen militar. Me muestra la caricatura de una mujer desnuda en la portada de un viejo ejemplar y me dice que sólo por eso la sacaron de circulación. Comenta que lo ha estado hablando con varios amigos y que llegó a la conclusión de que la mejor estrategia que encuentra de meter Unos duermen, otros no en la Argentina es por medio de la venta en quioscos.
De vuelta camino por los suburbios pensando en Tatiana. El dolor en la pierna es más intenso que nunca. Me monto a un bus en el que veo la ciudad por sectores que aparecen y se van. El movimiento de aceleración y frenada es suficiente para agudizar los corrientazos eléctricos en la pierna. La llamo cuando llego al hostal.
– Tu mirada sobre las cosas no va a ser la misma con dolor.
– Cada vez me siento más lejos de Brasil.
– Vuelve y te operas en Bogotá.
– Eso sería un desastre.
– Entonces ponte una inyección como la que te mejoró en Bogotá.
Me duermo sobre el colchón pandeado pensando que ha sido eso entre otras cosas, lo que ha agudizado el malestar en mi columna. A la mañana siguiente camino por Corrientes buscando una farmacia que me sepa decir qué medicamento es lo que en Colombia lleva la marca DISPROSPAN®. Un travesti con gafas oscuras se interesa y me recomienda ir a Doctor Ahorro sobre el cruce con la Avenida Callao. Está cerrado. Pienso en escribirle un mail al Doctor Jiménez Hakim en Colombia justo antes de entrar a Farmacity en donde una joven muy dispuesta me dice luego de buscarlo en Internet, que es Betametasona. Quiero saber si tiene alguna contraindicación mezclado con antibiótico: – ¿Me va a hacer un poco más neurótico? – pregunto. Sonríe. Me pone la inyección y a los 5 minutos ya me siento mejor. Busco el libro Bajo el volcán de Malcolm Lowry que Jaime me recomendó hace un tiempo y entro a un restaurante en Suipacha con Tucumán en donde pido un escalope pensando en que es prudente quedarme unos días en la ciudad viendo cómo evoluciona la situación. Camino la zona. En las calles hay afiches de una revista en la que se analiza la paradoja de un banquero guevarista, ante el interrogante de si es posible salvar la contradicción entre reivindicar al Che y dirigir un banco con las crudas reglas del capitalismo. Otro que publicita la campaña de un periodista diciendo que él es el recambio que necesita el socialismo. Camino por Cordoba y me encuentro con una manifestación de huelguistas que detiene el tráfico porque la compañía Telefónica de España no respeta los acuerdos laborales. Llego a la Avenida 9 de Julio y tomo algunas fotos contra el obelisco. Vuelvo al hostal y escribo hasta que una brasilera pelirroja de unos 25 años con gafas rectangulares y dientes salidos me interrumpe. Se llama Camila y huele al perfume al que olía mi abuela. Es una de esas mujeres que aún son jóvenes pero ya tienen cara de vieja. Llega Troy, un australiano que conocí por la mañana en el desayuno y se van juntos a tomar vino.
A medida en que van pasando los días me voy adaptando a las estrechas calles del centro por las que camino. La ciudad se plantea interesante y me animo a conocerla toda en bus. Tiene un buen sistema de transporte y es fácil de manejar.
– Hace parte de la época dulce – me dice uno de los empleados del hostal con respecto a su arquitectura – la gente con buen poder adquisitivo hacía sus casas a semejanza de las europeas. Los arquitectos se formaban en París.
Descubro que el cuarto tiene aire acondicionado por las noches si uno pide que lo prendan, y que en el primer piso hay Internet inalámbrico si uno sabe la clave. Por la noche me siento con Troy y su hermano Adrian quién acaba de llegar de Canadá. Es un fotógrafo profesional que se está separando de una mujer que lo botó porque llevan años intentando tener un hijo y no han podido. Hablamos de mujeres. Salgo a comer una ensalada en un restaurante cercano y leo en el periódico que la iglesia admite que se anulen matrimonios por causas insólitas como las que los tribunales eclesiásticos admitieron recientemente: una esposa fumadora empedernida, un marido muy dependiente de su madre, un conyugue obsesivamente celoso y otro que optó por dar el sí en la iglesia por que así le regalaban un viaje.
– Hoy trabajé toda la tarde en Internet desde el hostal – le digo a Tatiana cuando me llama.
– Ya entendí el mensaje – responde.
– ¿Cuál mensaje?
– El de no querer hablar conmigo.
– ¿Cómo así?
– Trabajas todo el día en Internet y no eres capaz de saludarme un segundo en el Messenger.
– ¡Oh! nena.
– Me preocupo por ti, lo sabes.
Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes y jueves aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.
Señores de El Tiempo.com saquen a este pelmazo de aquí… Colapsará algún la web por tanta basura. Y el bobo sigue y sigue vomitando crónicas. Por su bien, Bechara, retírise de la escritura.
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pésimo
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Hace un par de días hice varios comentarios sobre este blog, que por arte de magia desaparecieron. Eran críticas muy serias sobre la incapacidad que tiene el autor de este espacio para escribir, para respetar la lengua, para ser ingeniso y buen narrador, etc, etc, etc. Por favor, señor Bechara o como sea su apellido, interveng para que dejen los comentarios más de dos horas, así a usted no le gusten.
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Este pobre man lo único que ha leido en la vida es el manual del celular…
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Este pobre lo único que se ha leido en la vida es el manual del celular…………………………………………………..Parcero, bacano su blog!
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Malo! Que blog tan soso, aburrido y patético… este señor debería volver al colegio a que le completen los años de lecto-escritura que le quedaron debiendo. Es simplemente ridiculo este relato…
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