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(Estadio Monumental de River Plate – Esta travesía no podría hacerse sin el patrocinio de Gótica Eventos, Damovo y Hanna Estetics, Bogotá)

 

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Es el primer partido del año y los hinchas caminan hacia el estadio agitando sus banderas. La emoción de un nuevo campeonato se siente en el ambiente. Boca le ganó ayer a Banfield a domicilio por 4 a 0 y River no se quiere quedar atrás. Algunas barras corean cánticos llenando las calles con su ánimo. Esta es la pasión argentina. Camisetas, gorras, trompetas, banderas, gorros, cualquier prenda de color rojo sirve porque esto de ser de River se lleva en la sangre. La entrada del imponente estadio Monumental abre sus puertas y los hinchas van copando sus espacios. Nadie se quiere quedar por fuera.

 

Una vez adentro el ambiente es aún más festivo. Hay hinchas con la cara pitada de rojo y blanco, otros que llevan atuendos especiales, otros que agitan las banderas o gritan al aire. Paro y le tomo una foto a uno que lleva una pijama de cárcel en la que está el símbolo del equipo alrededor de la siguiente frase: “Preso de un sentimiento”. La expectativa es tremenda. Los cánticos en contra de los bosteros retumban entre el templo de concreto, porque ser de River significa una cosa: odiar a Boca.

 

Papás con sus hijos, mamás con sus hijas, familias enteras, jóvenes, viejos, ricos, pobres, todos vienen a apoyar a su equipo del alma. La grama del estadio luce imponente en ese juego de colores en el que rojo y verde se mezclan formando un mágico sentimiento. Son las 3:30 p.m. y aún falta una hora y media para el partido. Nos sentamos en una de las tribunas, cerca al sitio en el que las barras bravas entran justo antes de iniciarse el juego. Adrian saca su cámara con el super lente y empieza a tomar fotos. Las gradas están a medio llenar. Aprovecho para hacerle unas preguntas a unos hinchas que están a mi lado coreando los cánticos que inundan las tribunas. Uno de ellos, Matías Ramírez, un joven de unos veintitrés años, quien lleva puesta una camisa del equipo y agita una bandera blanca con líneas rojas y negras se entusiasma.

 

– El fútbol en Argentina es el deporte más popular. Van todas las clases sociales. El equipo de uno es lo más importante. Hay odios y peleas entre hinchadas. Cuando juega Boca contra otro equipo así sea la Copa Libertadores, vamos por el otro equipo. Sólo interesa el equipo de uno. No nos importa que sean argentinos.

 

La tribuna empieza a abarrotarse y los pocos espacios aún disponibles se van llenando de nuevos hinchas con la misma emoción que produce comenzar de ceros.

 

– Es una parte muy importante de mi vida porque soy muy fanático. Si el equipo pierde el lunes me levanto triste. Te sentís mal. Somos hinchas por la familia. Todos somos de River desde siempre – continúa diciendo.

 

El ambiente se va calentando, la torcida corea y Matías canta con la tribuna: “Vamos los Millos hay que poner un poco más de guevo, para matar a todos los bosteros, esta es la barra del Monumental”.

 

– River nos genera más interés que la selección Argentina. A la selección la he venido a ver una vez, en cambio a River lo vengo a ver siempre. Vos sabés, como ayer ganó Boca hoy hay que llenar el estadio por puras cosas del fútbol.

 

Los chiflidos y los gritos se intensifican a medida en que se va acercando la hora. Gritos de aliento y de desprecio ante el otro equipo se escuchan.

 

Una mujer de gafas oscuras se sienta con su hija a nuestro lado.

 

– Disculpa, ¿vienen mucho las mujeres a fútbol aquí?

 

– Mucho – responde.

 

Canta de nuevo la tribuna: “Hay Che bostero, mirá que distintos somos, ustedes van con la yuta, nosotros aguantamos solos.

 

– Matías, ¿por qué le dicen los Millos a River?

 

– A River le dicen los Millos porque en una época vendió por mucha plata a sus jugadores y lo apodaron así.

 

La barra de Lanús tiene destinado un pequeño espacio detrás de uno de los arcos, del otro lado del estadio. Están separados de los hinchas de River por dos tribunas intermedias libres. Las gradas del monumental son de concreto y me cuenta Matías que fue inaugurado el 25 de mayo de 1931 en un partido que terminó River 3 – Peñarol 1. No se vende cerveza adentro del estadio y no se puede vender en 3 cuadras a la redonda. El problema de las barras bravas en la Argentina es bien complicado. Nos recomienda no sacarles fotos cuando entren, ya que muchos tienen problemas con la policía y podrían quitarte la cámara. En ese momento llega el encargado del tour en el que venimos y nos saca del sector en el que estamos.

 

– ¿Qué pasa? – le pregunto.

 

– Hubo tiros y cuchillazos entre algunos integrantes de la barra de River. Nos acabaron de dar la noticia; el ambiente está muy pesado.

 

El fútbol guarda un lugar especial en mi vida. De pequeño llegaba del colegio a patear el balón contra la pared del jardín hasta que el vecino, un viejo familiar de papá, me lo decomisó cuando se fue a su jardín, porque el sonido de los rebotes contra la pared, según él, lo estaba enloqueciendo. En segundo de bachillerato me quedaba sin almorzar sólo por alargar los recreos en los que jugaba partidos con mis amigos. Participaba en los entrenamientos para elegir los jugadores del equipo del colegio y siempre me escogían de último. – Tiene buena técnica pero le falta fuerza – decía el entrenador del colegio. Papá iba a ver los partidos en los que sólo jugaba los últimos cinco minutos y eso si íbamos ganando por goleada.

 

– No te metas al equipo este año. Yo te voy a entrenar – me dijo en octavo. Se compró un libro de Pelé, otro de Cruyff, la biografía de Martina Navratilova y otros de técnica y táctica del fútbol de cuanto técnico yugoslavo pudiera conseguir. Desde ese momento entré en un régimen de entrenamiento constante en el que me sacaba a patinar lastrado todos los días a las 5 de la mañana, me supervisaba una rutina de fuerza, lunes y miércoles y técnica, martes y jueves, todas las noches de cada semana, que me llevaron a una sucesión de eventos: ser titular del equipo, campeón de la Uncoli, a perder noveno y a que me echarán del colegio.

 

– Esto es para que veas que uno puede ser lo que se proponga en la vida – me dijo.

 

Le conté la historia al hombre que me hizo la entrevista en la firma de abogados y tiempo después me confesó que me contrataron por eso.

 

El encargado del tour nos lleva a una parte superior de la tribuna que está más alejada de las barras bravas. El estadio es muy alto, no apto para alguien que sufra de vértigo. Nadie sabe con certeza qué pasó pero hay personas en el hospital. Los hinchas se emocionan cuando sale River Plate al campo de juego. Se escuchan gritos, aplausos y caen confetis y serpentinas. Los cánticos se acentúan y la algarabía es seguida por una rechifla brutal contra Lanús que también salta a la cancha. Todo está listo para el inicio. En la alineación de River debuta el defensa colombiano Nelson Rivas y Radamel Falcao García comanda el ataque luego de una para larga por una lesión de rodilla. Daniel Pasarela sale del banco y da las últimas indicaciones a sus jugadores. El árbitro sopla el silbato y se inicia la fiesta. En las tribunas las barras no paran de saltar. Al poco tiempo la primera jugada de ataque emociona a todo mundo.

 

“Vamos los Millos hay que poner un poco más de guevo, para matar a todos los bosteros, esta es la barra del Monumental”.

 

La primera media hora va pasando y el brío de River va siendo controlado por la saga de Lanús que empareja el partido y ataca al local, al punto de convertir al debutante Nelson Rivas en el mejor jugador del partido. El árbitro sopla de nuevo su silbato y el primer tiempo termina sin ninguna emoción.

 

– ¿Están haciendo un reportaje? – nos pregunta un hincha llamado Ezequiel López, que nos ha visto a Adrian y a mi tomar fotos. Es un hombre joven de muy buena actitud, fotógrafo de profesión. Se interesa en el tema y acepta contestar algunas preguntas.

 

– ¿Qué nos puedes decir del fútbol acá en la Argentina?

 

– Mirá, yo lo que te puedo decir es que acá como en todo Sur América se respira y se vive el fútbol todos los días. En un juego River Vs Boca se está hablando desde una semana antes del partido, la gente no habla de otra cosa, el hincha del equipo que ganó sigue fastidiando al contrario hasta una semana después por haber ganado, es una locura.

 

– ¿De donde viene el odio tan profundo hacia Boca?

 

– River y Boca nacieron en el mismo barrio, en el barrio de la Boca y hace muchos años a principios del siglo XX jugaron un partido para ver quién se quedaba a jugar en el barrio. Ganó Boca 1 a 0, y River se tuvo que ir. A partir de ahí es el odio total. Nos odiamos. Creo que no debe haber un clásico en el mundo en el que se odien tanto los rivales como en un River Vs Boca. Si algunas vez tenés la oportunidad de verlo, te vas a sorprender mucho, de hecho el diario inglés The miror, lo clasificó dentro de los eventos deportivos en el mundo como el partido más importante que un amante del deporte no se puede perder, antes que un mundial, antes que unas olimpiadas, un River Vs Boca en la cancha de Boca, según ellos, es el mejor espectáculo deportivo del mundo. En un River Vs Boca yo he llegado a vomitar de los nervios.

 

– ¿Que nos puedes decir de la selección Argentina?

 

– Yo entiendo que la era post Maradona es muy difícil, así como a Brasil le costó tanto salir campeón después del 70 cuando Pelé se fue y tardo 24 años hasta el 94, yo creo que a la Argentina le va a costar separarse de la historia de Diego. Me parece que tenemos buenos jugadores y creo que tarde o temprano vamos a volver a recuperar el prestigio.

 

– ¿Entre la selección y River? – se queda pensando y sonríe.

 

– La selección es amor y River es una pasión.

 

Los jugadores vuelven a saltar al terreno y el segundo tiempo se inicia. Los primeros 25 minutos se consumen sin llegadas de mucho peligro, ni nada de aquel fútbol rápido que se suele ver por televisión en Fox Sports. Es un partido típico de inicio de temporada en el que los equipos aún están volviendo a tomar ritmo después de las vacaciones.

 

– ¿Si te fijás que no hay un solo negro en la cancha aparte del colombiano? – pregunta Ezequiel.

 

– ¿Por qué?

 

– No hay negros en la Argentina. Los persiguieron y extinguieron hace muchos años en algo que se llamó la expedición al desierto.

 

– No sabía eso.

 

– Sí, por ese loco y absurdo afán de parecernos a Europa.

 

Lo apunto en mi libreta para investigarlo más tarde. El partido continúa jugándose en el medio campo, sin muchas jugadas de peligro en las áreas.

 

– Lanús siempre nos complica – dice.

 

El resto de segundo tiempo transcurre en un ir y venir de jugadas en el medio campo. Los hinchas no paran de alentar al equipo, aunque es evidente que hay amargura generalizada en el ambiente, un cierto gusto desabrido en la boca, una melancolía mezclada con rabia que puede llegar a formar un nudo en tu garganta. El reloj marca el minuto cuarenta y cinco.

 

– ¿Cuál es el sabor de una tarde sin goles?

 

– Que te puedo decir, es triste. El fútbol es así: triste.

 

En ese momento al defensa Eduardo Tuzzio le queda picando la bola en el área de Lanús, la patea y la vemos entrar sobre el palo izquierdo del arquero. Los 50.000 hinchas de River Plate saltan y se abrazan con alegría absoluta, todos nos abrazamos, Ezequiel, Adrian y yo.

 

Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes y jueves aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.

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