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Nota al lector: Éste blog cambiará de nombre próximamente. Esto no es ni una guía turística ni un manual de viajero.

 

 

Un grupo de surfistas espera una ola que se aproxima a punto de reventar. Tendidos boca abajo sobre sus tablas en dirección a la playa, se impulsan con los brazos en un rápido movimiento en el que adquieren el empuje necesario para ser arrastrados. Varios de ellos logran montarla, parándose como resortes sobre las deslizantes tablas que flotan sobre la cresta por algunos segundos de emoción intensa.

 

Los surfistas son como el mar; por momentos tienen una personalidad tranquila y en otros embravecida – dice la esposa del Capitán David justo antes de que él entre.

 

Daniel me lo presenta, diciéndole que soy un cronista que quiere entrevistarlo. El Capitán me da la mano de forma cortés y me dice que lo espere un momento.

 

Afuera un mulato corpulento de gafas oscuras, camiseta amarilla de cuello verde y reloj plateado, descarga unas tablas de surf.

 

– Balaio fue el que correteó al violador hace un mes – me dice Daniel.

 

Subo la cámara, le apunto, él sube el pulgar de su gruesa mano y tomo la foto contra el fondo del mar. En la imagen queda atrapada su sonrisa de dientes separados, unas arrugas limpias en los bordes de su boca, el sudor de su frente y el resto de sus rasgos y gestos amigables.

 

– ¿Cómo supieron que el tipo era el violador? – le pregunto.

 

– La hija del dueño del restaurante ‘Tucano’ lo reconoció. ¿Estás segura? le pregunté y ella me dijo que sí. Claro que ya lo soltaron por falta de pruebas. Nunca se supo bien si era un violador o sólo un molestador… Ya no anda por acá.

 

– Aquí hemos tenido de todo – dice la esposa del capitán. Hace un tiempo vino un hombre en un Mercedes Benz convertible, comía en los restaurantes más costosos, gastaba mucho dinero y andaba con mujeres de un lado para otro. Un día nos lo encontramos de frente en nuestro carro y le vi los ojos de malo. Después lo apresó la policía y se supo que era un fugitivo escapado de la cárcel de Porto Alegre. Estaba condenado por varios asesinatos y robos a bancos. Se sospecha que participó en un asalto a un carro blindado que venía a repartir dinero desde Florianópolis a todo el sur del estado. Un amigo nuestro lo vio y pensó que estaban filmando una película de Holywood porque le cerraron el paso, volcaron el camión, lo abrieron con un lanzamisiles y escaparon en helicóptero.

 

Balaio ordena las tablas en un mueble de madera y se despide apretando mi mano con fuerza.

 

– ¿Hay leyendas en esta zona?

 

– Existe la de la laguna do Rosa: En días de luna, sale un pescado muy grande para mirar el resplandor de la luz. Le dicen Kokumura y en realidad sí existe. Es un pez llamado Caranha. David un día estaba dándole clases a un niño de 11 años y el niño dijo haber visto un pescado muy grande. Unos meses después, mientras les daba instrucción a otras personas, vieron las aletas anaranjadas de un pescado de un metro de largo pasar junto a ellos. Hasta ahí llegó la clase. La laguna tiene una profundidad de más de 20 metros y se dice que es una prolongación del mar que se abre y se cierra dependiendo de la época del año.

 

El Capitán David se cambia detrás del biombo que da contra la pared, al tiempo en que entra una pareja de uruguayos que se vinieron a vivir a Praia do Rosa para surfear. Me cuentan que filman los videos de la escuela y después se los venden a los alumnos. El hombre de unos 50 años aún conserva un cuerpo atlético, al igual que su mujer, una señora delgada y bronceada de nariz recta y ojos claros, que debe estar en la mitad de los cuarentas. Lleva puesto el top de un bikini y unos cortos jeans recortados que dejan ver la extensión de sus largas y bien delineadas piernas.

 

Se van y el perro gris de cachetes caídos que ha estado merodeando, pone su hocico húmedo entre mis manos. Sus babas mojan el cuaderno en el que escribo.

 

– Le pusieron Bruno. Sabías que todos los perros de la calle vienen a comer y a dormir en esta escuela. Es como un orfanato de perros abandonados. Nadie sabe de dónde salió éste. Es de raza; seguramente se le perdió a un turista – dice Daniel.

 

El Capitán David se acerca. Es un hombre moreno de baja estatura, ojos azules, nariz redonda, barba incipiente y fuertes entradas en su frente. Lleva puesto un nuevo ‘wetsuit’ de color negro y visos blancos con la marca de Mormaii.

 

– Ayer, algunos alumnos estaban felices por las olas que había. Hoy las olas eran buenas pero diferentes; exigían que se siguiera una línea determinada. Se necesita a veces la suerte de encajar. Muchas veces lo que falta es la adaptación. El mejor surfista es el que se adapta con mayor facilidad. Esto mismo se aplica a la vida. Algunas olas necesitan una adaptación diferente a otras. Eso es saber surfear. No es solamente pararse encima de la tabla. Es tener determinación, empeño y persistencia para superarse a si mismo. Yo estoy aprendiendo a dar clases de surf con cada persona. Jatir fue para Europa y sintió que había evolucionado bastante, luego volvió y se echó para atrás. Incluso llegó a decir que uno de los mejores del mundo no es tan bueno. Yo le dije: No era tan bueno ayer, hoy sí. Todos los surfistas viven esa decepción de pasar de un día perfecto a uno no tan bueno. Lo que queda es que de ayer para hoy hay más experiencia y mañana podrán ser mejores. – Esto es lo peor o lo mejor del surf; es como la vida. ¿Sabes cuando vamos a ser perfectos? Tú como escritor lo debes tener claro: Nunca.

 

– La cultura del surf la hacen los que la practican. Hay una ropa, una música, una moda, una alimentación de surfista. El surfista acaba siendo una persona distinta, viviendo en un mundo aparte. También puede ser vista como una religión en la que Dios es la naturaleza y las olas serían los brazos de Dios. Las olas son producidas por las tormentas en altamar que viajan hasta las distintas playas que las reciben. Hoy en día con Internet es posible saber para dónde va el ‘swell’ que en inglés quiere decir hincharse o expandirse – dice mientras que su mujer se acerca y nos da un sándwich de jamón y queso recién salido de una sandwichera.

 

– La playa a la que va el ´swell´ se convierte en un templo. Se habla de que tal templo va a recibir la energía de altamar o los brazos de Dios. Cuando el surfista llega ante el mar se arrodilla, se inclina y surfea las olas. Luego sale del templo, va para la santa cena y comenta cómo fue su experiencia, quedando a la espera del próximo ´swell´ en el que pueda flotar de nuevo en los brazos de Dios. Eso es surfear, tomar esa energía de la naturaleza y alimentarse de ella. No es sólo pararse en la tabla; cualquier persona puede hacer eso.

 

– ¿Qué relación tiene el surf con el consumo de drogas?

 

– Cada vez que te paras en una ola sientes una dosis de adrenalina pura. Esa adrenalina te genera placer. Los seres humanos siempre quieren volver a sentir sensaciones agradables, y en ese sentido el surf puede ser visto como una droga que te envicia. Pero esa adrenalina no se puede mezclar; por eso es falso asociar al deporte con el consumo de la mariguana o de otras drogas. Afuera del mar no se camina en los brazos de Dios, adentro sí. Después del surf las personas pasan a ser seres humanos normales. Los surfistas australianos toman cerveza, los brasileros cachaça, los norteamericanos whisky. El surf no tiene nada que ver con sustancias adicionales que lo estimulen, sólo se necesita de las olas, la tabla y la voluntad. Las personas son individuos independientes y deciden lo que quieren para si. No hay por qué estigmatizar a nadie. No a todos los jugadores de la selección brasilera les gusta la samba ni a los de la argentina el tango.

 

A lo lejos el grupo de surfistas continúa montando olas. Caminan en los brazos de Dios durante algunos segundos de adrenalina pura.

 

– ¿Vas a surfear? Te vez atlético.

 

– No puedo, tengo una hernia que no me deja.

 

 

Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje. Espere los jueves reportajes gráficos). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Jugos Blast, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.

 

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