Muchas veces, quienes más se odian son también quienes más se parecen.
Lejos de ser una coincidencia, obedece a lo que algunos psicólogos llaman ‘efecto espejo’, la cual explica que a una persona le molesta mucho otra porque comparte sus defectos. En otras palabras, vemos en el prójimo un espejo de lo que no nos gusta de nosotros mismos.
Exactamente eso es lo que le sucede al Alcalde de Bucaramanga con el Presidente de Colombia. Jaime Andrés Beltán no soporta a Gustavo Petro porque al final -aunque uno de izquierda y otro de derecha- son el mismo tipo de político: populistas y sin acciones.
A continuación un breve recuento de los parecidos innegables entre ambos.
Sin-vergüenzas
Hace falta vergüenza para prometer, en la Colombia de 2022, un tren de Buenaventura hasta Barranquilla.
La misma que hace falta para que un candidato a la alcaldía prometa puestos de control a las entradas de Bucaramanga.
Falta vergüenza para prometer acabar con el Eln en los primeros tres meses de gobierno, así como falta vergüenza para prometer construir cárceles.
Tanto al candidato de la ‘paloterapia’ como al de la ‘política del amor’ les faltó vergüenza, porque prometieron todo lo que sabían que iban a incumplir. Dijeron lo que daba más aplausos, ganaron mintiendo.
Populistas, elegidos con el desespero del pueblo.
Sin-acciones
Si uno llega mintiendo, gobierna incumpliendo.
Por eso Jaime Andrés y Gustavo Petro no han hecho mayor cosa.
Al candado del Pastor Beltrán le piratearon las llaves. La inseguridad en Bucaramanga sigue disparada, las riñas y los homicidios no paran.
Y al Cambio de Petro, se le fundieron los motores. La ejecución del año pasado fue la más baja que ha tenido un gobierno en más de 10 años.
¿Qué hace un político sin acciones?
Como no puede mostrar sus logros ni sus acciones, se dedica a la retórica, a armar eventos sociales y buscar peleas en Twitter.
Tal como hasta ahora lo han hecho Jaime Andrés y Petro.
Uno fiel reflejo del otro.
Sin-Esperanza y Sin-Futuro
Como ambos se eligieron usando la tragedia del pueblo y prometiendo la luna, cuando llega la realidad, se pierde la esperanza.
La esperanza en la ciudad del alcalde y la esperanza en el país del presidente.
Se pierde, también, la esperanza en la democracia y en la política.
La vanidad de estos dos hombres, el deseo de conseguir un puesto únicamente por el puesto, deslegitima, una vez más, nuestra democracia.
Por lo mismo, ambos son políticos sin futuro.
Reflejo fiel el uno del otro, en las encuestas no paran de caer.
En un lado está un presidente desesperado y débil, hablando sandeces para ocultar su fracaso. Y al otro lado, está un alcalde resignado, con más tiempo, pero consciente de que se condenó a sí mismo a ser una desilusión más. Uno de derecha y otro de izquierda, no se soportan, porque cuando se ven, se reconocen idénticos: populistas e ineficientes.
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