Porciones pequeñas de virginidad no hacen daño a nadie

Matrimonio clerical con celibato incluido

¿Deben los curas permanecer completamente célibes, es decir vírgenes de pies a cabeza y, para ser exactos, de cabo a rabo? ¿Llegará el día en que puedan flagelarse casándose? Una nueva polémica sexual comenzó a agitar el delicado seno de la iglesia de Roma.

Abrieron disputa quienes afirman, en defensa del celibato, que la dotación sexual de la humanidad sacerdotal cuelga para honra y gloria de Dios y jamás para uso y regocijo del prójimo. Los apoya en esto el cardenal Robert Sarah, con el libro ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’.

Seguramente, luego entrarán en la disputa los curas casados. La réplica de ellos al cardenal Sarah vendrá en forma de tratado teológico, el cual, si pretende calar hondo en las esferas celestiales, tendrá que llevar por título ‘Desde los más profundo de nuestros testículos’.

Finalmente, intervendrá el Espíritu Santo, que acabará la controversia sentenciando: “Cura que quiera casarse que lo haga, allá él, pero si lo hace deberá honrar a Dios permaneciendo virgen, totalmente virgen, no a ratos, sino todo el tiempo que dure el matrimonio».

No hay migraña que aguante un bombardeo de bótox

Informa EL TIEMPO que la Contraloría General de tiempo en tiempo abre con escalpelo la sanidad de la Policía Nacional, y que lo último que allí descubre tiene pasmada a la cúpula de la medicina mundial.

Lo que encuentra allí es a la medicina militar librando una batalla a muerte contra la migraña policial, pero librándola armada, no de calmantes, que es lo indicado, sino de bótox. Neurotoxina que, como bien se sabe, la medicina civil la receta más para fusilar arrugas que para dar de baja migrañas.

Todo esto constituye otro falso positivo que la medicina militar justifica explicando que, cuando se bombardean con bótox las innumerables arrugas del cerebro policial, la migraña desaparece en átomos volando.

Los beneficios de administrar el bótox así saltan a la vista: si uno observa detenidamente a los policías que patrullan nuestras calles verá que todos ellos trabajan en condiciones ideales: sin migrañas, y, cosa admirable, con el cerebro liso, totalmente liso. Quiero decir, sin una sola arruga.