Buenas las tengan! Contra todo pronóstico después de que ganara el No en la primera refrendación de los acuerdos con las FARC (la far) ambas partes, el gobierno como el grupo guerrillero, decidieron discutir e implementar, en un tiempo asaz corto, las propuestas del Centro Democrático (el partido de la mentira: no es de centro y cada vez es menos democrático con la progresiva cercanía del quema-libros Alejandro Ordoñez en sus filas) y de los pastores cristianos que queriendo hacer lobby quedaron profundamente (más) turbados cuando se enteraron de que en el acuerdo se estaba hablando de personas LGBT (como si fueran criaturas de una raza purulenta venida de otros mundos) con la consigna: “mi familia sólo como la de Nazaret”.
Hay que decirle a esas personas que esa familia de la que hablan existió hace más de dos mil años atrás y que, incluso en esa época, es muy probable que en la familia de la no muy virgen Maria o la del santo cachón José existieran familiares cercanos que hicieran parte de esta comunidad.
Ciertamente, quedé muy desilusionado cuando ganó el No en el plebiscito. Reflexionando hacia mis adentros, pude ver a la cúpula guerrillera anunciando el levantamiento de la mesa de diálogo y luego al presidente reanudando los bombardeos y luego otra vez la misma vaina de siempre. Esto se fue al traste – dije- .
Para mi sorpresa todos guardaron la calma. Hasta Timochenko envió un mensaje alentador por Twitter en el que hablaba del compromiso por la paz y hacía un llamado a seguir trabajando para alcanzarla. Cualquiera podía pensar que se trata de uno de esos conferencistas baratos para alcanzar la felicidad plena y no del comandante de un grupo narcoterrorista.
La verdad sea dicha, las Farc en este momento firman cualquier papel que les pasen por enfrente. Me puedo imaginar a Timochenko diciendo: ya untao el dedo, untada la mano. Ya qué hijuemadres, a la de dios (entretanto se persigna y se besa los dedos con sus labios tensionados). Tal vez sea porque le tienen miedo a regresar a esa selva indómita y a tanto espanto que se forma en los follajes de lupunas y en las plantas epífitas; tienen recelo de que la manigua termine por engullir a todos sus hombres y sus campamentos para pasar a convertirse en ríos, delfines y jaguares… incluidas las caletas que tienen producto del narcotráfico, por supuesto.
Era bien sabido, que a Uribe y a sus secuaces nada del acuerdo les sirve y en ese talante van a continuar con el objetivo de buscar participación política en las próximas elecciones. Pero en algo tienen razón: y es que dejar hacer política automáticamente a personas que hayan podido participar en actos de lesa humanidad puede ser algo muy peligroso y a la final puede ocasionar que el país se polarice aún más.
Por otro lado, también es cierto que hay que avanzar en el proceso lo más pronto posible y no podemos terminar dándole largas perpetuas según le parezca al dotor Uribe (viva el dotor Uribe hijue…) porque no olvidemos que detrás de este acuerdo está la suerte de más de 5 mil guerrilleros y sus familias.
Celebro con inmensa esperanza (Gómez) que tanto el gobierno, la guerrilla y (ojo pelao bebe) hasta las fuerzas armadas están comprometidas con la resolución del conflicto. No sé qué me va a dar cuando vea al secretariado de las far haciendo política o si por algún motivo le da a la holandesa por aspirar a un cargo público (esa sí va a hacer la prueba máxima). A las Farc no les creo nada. Pero por lo menos empecemos por ponernos de acuerdo en que no estamos de acuerdo. El país y todos nosotros a la final, estamos llamados a dar el paso hacia el perdón y la reconciliación y unir esfuerzos para que esta guerra no se vuelva a repetir jamás.