¿Qué esperaban encontrar en el ‘Bronx’? ¿Agua con olor a rosas? ¿Paredes inmaculadas pintadas de blanco? ¿Depósitos organizados para reciclar la basura? ¿Cocinas integrales para preparar los alimentos? ¿Negocios inscritos ante la DIAN y ante la secretaría de Hacienda para pagar sus impuestos?
Pues claro que no. En el símbolo del abandono y la desidia del Estado y de la sociedad solo podían aparecer despojos humanos y unas ratoneras en las que no solo se incubaron por años bacterias y virus propios de la dejadez humana, sino negocios lucrativos en los que la lealtad se pagaba con droga y adicción y a quienes se atrevían a desafiar a las mafias les cobraban con la vida.
Increíble. Hablamos del «infierno del ‘Bronx'» y todo el mundo se declara aterrado de lo que ocurría en ese lugar que visto desde el aire no era una L sino una h, y que estaba conformado por la carrera 15 bis, entre calles 9.ª y 10.ª, la calle 9.ªA, entre carreras 15 bis y 15A y la carrera 15A entre calles 9.ª y 9.ªA, en pleno corazón de la capital del país.
En ese pequeño tramo de ciudad ocurría de todo, pero no era un secreto. Todos sabíamos que allí el control territorial lo tenían las mafias, que se traficaba con drogas y con armas, que los adictos se internaban y consumían todo tipo de estupefacientes a sus anchas y hasta que se les acabara el dinero, que los niños y adolescentes entraban como Pedro por su casa y eran bien recibidos por los traficantes. Y que una vez dentro se convertían en carne para el tráfico de personas y la prostitución.
Torturas, secuestros, retenciones. Todo se sabía. Por lo menos la Policía tenía las certezas, y quienes salían de allí lo comentaban. El problema es que la autoridad, que tiene el poder de las armas, la ley y el poder administrativo por décadas se declaró impotente.
Conocí la historia de una persona a la que le robaron el celular en el centro, y haciendo gala de buen ciudadano decidió ir a la Policía y proponer que siguieran el rastro del aparato por GPS. Y efectivamente el destino final fue el ‘Bronx’. Cuando llegaron a la calle 10 con carrera 15, a la entrada del lugar, el policía le dijo: «Hasta aquí llegamos, mejor compre otro aparato».
Aterrado, todo el mundo se declara aterrado, cuando la verdad es que el ‘Bronx’ y las fechorías que se cometían en el lugar eran chisme de pasillo, y peor aún, una certeza interna dentro de la Policía y la Fiscalía que por años se declararon impotentes. Que hubo torturas, claro. Lo vivieron los mismos agentes del CTI. Que secuestraban, por supuesto, a todo el que desafiaba a las mafias o no pagaba sus deudas.
Las mafias impusieron el poder de las armas, el dinero y la corrupción, y si la administración no blinda el proceso que comenzó en la madrugada del sábado 28 de mayo, es posible que camine hacia el fracaso.
¿Qué esperaban encontrar? El infierno. Nada más.
Twitter: @JoseLRamirezM
Ha sido muy grato tener noticias del bloguero. Interesante descripción. Un saludo.
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Usted hace una descripción correcta, lo del bronx, es sólo un ejemplo de lo que sucede en muchas entidades oficiales, en materia de corrupción. En ese sentido hay mucho que intervenir, pero es fundamental que haya voluntad política.
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