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Una decisión apresurada, improvisada, sujeta a la pérdida de un funcionario al que no se le puede recargar de más tareas. No parece ser una buena decisión para el momento que está atravesando la capital de Colombia.

Es como tirar desde un puente un lazo con la certeza de que se va a reventar. Y me refiero al nombramiento como alcalde encargado de Bogotá del secretario de Salud, Alejandro Gómez, para que reemplace a la titular Claudia López, mientras se recupera del covid-19, no podemos saber cuándo, ojalá pronto.

El Secretario de Salud lleva el caballo y la carreta con sobrecupo, con sobrecarga, en el peor momento de la crisis de las UCI. En medio de la peor contaminación por la pandemia se le ocurre encargarlo para que administre una ciudad con cerca de ocho millones de bogotanos, que luchan diariamente para no resultar contagiados del covid, que luchan por no llevarlo a su casa, que luchan para no reunirse con familiares, amigos o compañeros de trabajo.

Que luchan por ingresar a una UCI, tener una cama y contar con un equipo de respiración artificial. Que luchan por salvar su vida. Otros que empujan reclamando atención para obtener una vacuna, en largas e interminables filas. Y otros tirados en el piso de clínicas y hospitales como único refugio para que sea atendida su emergencia. Y otros que pujan para nacer.

Esa es la radiografía de la salud en Bogotá hoy y sin pensarlo dos veces el nombramiento para ser alcalde encargado recae en el Secretario de Salud. Pésima decisión. Apresurada decisión, cuando él debe ser el cargado única y exclusivamente velar por el sistema de emergencias y de salud de los ciudadanos en la capital, como lo viene haciendo con compromiso, perseverancia y sin descanso, en un momento en que la salud parece salírsele de las manos.

Es tan crítico el momento que no merece que a este médico, funcionario de esa administración, se le haya recargado una ciudad en paro, en conflicto, incendiada para sobrecargarlo con unas misiones que demandan por sí solas tiempos distintos, horarios distintos que Alejandro Gómez ya tiene copados día y noche, siete días a la semana.

Entonces, en consecuencia, no les parece que no se puede sobrecargar a un funcionario para que lleve las riendas de la ciudad con el covid y al mismo tiempo responda por la seguridad, las marchas, los bloqueos, la falta de movilidad, los apartamenteros, los jaladores de carros, el robo minuto a minuto de bicicletas, el asalto al transporte público, las bombas incendiarias y al mismo tiempo esté comunicándose con los hospitales, ya que cada uno tiene su propia historia, sus propios muertos y sus propias urgencias.

Ahora tiene que estar preocupado de 18 mil policías, del director de la Policía Nacional, del comandante de la Metropolitana, y como si todo esto fuera poco, estar pendiente de las órdenes del ministro de Defensa. Todo por educado y no haber dicho que ‘no, gracias’.

Se entiende que no haya designado como encargado al secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, pues él está en una clínica enfrentando el covid-19. Pedimos por su pronta recuperación, la ciudad lo necesita.

Entonces, lo lógico hubiera sido llamar al Secretario de Seguridad, Hugo Acero Velásquez, que está en contacto con la Policía diariamente, que tiene su propia oficina, sus propias comunicaciones, los enlaces, que viene trabajando con la alcaldesa desde el primer día de su gobierno en el aspecto de seguridad, convivencia y justicia de los bogotanos, que en su hoja de vida tiene el reconocimiento de la ciudad por su trayectoria y conocimiento en los temas de seguridad de Bogotá y ha sido invitado en varias ocasiones a asesorar a varias capitales de Colombia e incluso en el exterior. Mejor hoja de vida, difícil de encontrar, y el país conoce su trabajo.

Sociólogo, experto en seguridad urbana y ciudadana, en convivencia y en manejo de crisis, asesor de la Policía Nacional con énfasis en justicia y defensa, tiene suficientes credenciales para encargarse de la ciudad sin meterle más carga al Secretario de Salud.

¿Por qué no lo nombró? ¿Por qué no quiso? ¿Luego no es la persona adecuada para reemplazarla en la coyuntura actual? ¿Considera que no es la persona para cuidarle la espalda? ¿O simplemente por desconfianza?

Twitter: @JoseLRamirezM

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