Un periodista no puede dejarse intimidar, no puede dejarse despojar de su razón de ser, que es la de informar, de ejercer el periodismo ante todo y ante cualquier situación adversa y de ser capaz de arriesgar hasta la vida por la verdad. La verdad es su fundamento, es su razón de ser.
El periodista debe vivir la realidad del otro, contar historias, reportajes, crónicas, noticias y actuar para mejorar el mundo.
Ser consciente del valor de la información y del medio que representa, independiente o privado, y no permitir que su medio de trabajo, llámese grabadora, celular, cámara, lápiz o agenda, sea arrebatado, robado, bajo presión, amenazas o violencia, intimidación o extorsión.
No podemos dar ese paso, ceder ese terreno y, menos, negar el medio que representamos, como ocurrió en el intento de la toma del Palacio de Justicia el jueves 8 de febrero, cuando sesionaban los magistrados de la Corte Suprema de Justicia con el fin de buscar un consenso para elegir la nueva Fiscal General de Colombia, dentro de las fechas establecidas y la hora fijada.
Un periodista defiende su medio de comunicación, su independencia, su credibilidad y, ante todo, la razón de ser comunicador y el medio u organización donde trabaja. No puede, ante la intimidación, el ataque, la amenaza, abandonar o salir corriendo, esconder su nombre y apellido y el medio para el que lleva la información para que esta sea transmitida a la gran masa, a las audiencias o público que los prefiere y los eligió.
No puede soslayar, negar quien es, para qué medio trabaja. No se puede inventar una frecuencia o dial que no existe o inventar que es de un medio digital inexistente. Eso es mentir.
No es admisible que se tenga que realizar un cubrimiento periodístico camuflado, clandestino, con el chaleco al revés u ocultando la identidad. El periodismo no es un oficio de espionaje, no es una operación encubierta y la solución no es negar quién es uno ni por qué está en ese determinado lugar y mucho menos negar de parte de quién viene.
La función del comunicador es recopilar información, investigar, contrastar, analizar y difundir a través de los diferentes formatos. No es esconderse, negar su existencia ni negar la existencia del medio para el que trabaja. El propósito legal del periodista, así trabaje por su propia cuenta, es brindar a la ciudadanía, a su comunidad, información precisa y confiable que no esté bajo la intimidación de actores que buscan callar al comunicador, sino por el contrario permita a las sociedades ser libres y democráticas, respetando las diferencias para poder funcionar en convivencia.
El periodista, con o sin experiencia, no puede permitir presiones que conlleven a poner mordaza a la expresión libre ni permitir que se le venden los ojos y menos cercenar la información para silenciarla.
No se puede permitir silenciar el oficio, saliendo a correr, negando el medio, dando otra identificación, pues el derecho constitucional a defender y a decir la verdad que tenemos los periodistas debe hacerse valer.
Y no olvidar las recomendaciones de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) al señalar que la amenaza significa, según el manual, “una acción que da a entender con actos o palabras que se quiere hacer algún daño o mal a otro”. Y agrega “asumir como cierta la amenaza”.
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