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Mujeres dadoras de vida, de ternura, de amor. Las llamadas a formar las futuras generaciones. Sobresaltadas, enajenadas y poseídas por la violencia destruyeron, vandalizaron desde el Parque Nacional todo lo que encontraron a su paso, Bogotá.

Desde la calle 36 con carrera séptima hasta la Plaza de Bolívar no quedó vitrina, almacén, pared, sin que ellas enfurecidas o embravecidas dejaran su huella: ‘muerte al macho’, ‘tombos hp’ ‘furia 8M’, ‘hombres malparidos’, ‘no nos detendrán’, ‘lucha trans’, ‘lesbianas unidas’. Nada fue espontaneo, todo estaba calculado para romper la marcha pacífica.

De marcha por la dignidad se demostró muy poco. Es decir, nada. Se entiende por dignidad “la cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden”.

A estas marchistas se les desató el mal y demostraron de qué están hechas. Le prendieron fuego al centro, la violencia fue imparable: con palos, martillos, varillas destruyeron todo lo que estaba a su paso: almacenes, vitrinas, y el foco del desahogo fue la Iglesia de San Francisco, reliquia histórica, patrimonio de la humanidad, sitio privilegiado para el turismo, construcción patrimonial de 1550, es decir de más de 470 años de historia.

La emprendieron sin consideración, premeditadamente llevaban una cruz que quemaron en la puerta de la iglesia, y prendieron fuego contra el templo.

TransMilenio no escapó. En la avenida Jiménez con séptima algunas encapuchadas enardecidas se dieron a la tarea de destruir las entradas de la estación Museo del Oro y los desafortunados buses que pasaban en el momento de la protesta fueron atacados. Sus ventanales rotos, poniendo en peligro la vida de los pasajeros. El Banco de la República no escapó.

Se rompieron todos los protocolos de la pandemia. Se abalanzaban contra los almacenes como langostas y con gritos enloquecidos gritaban que se les reconociera el derecho al aborto, el derecho a la igualdad y no la violencia machista, exigencias que tienen validez, pero se deslegitimaron por la virulencia y el vandalismo con que actuaron.

Se les olvidó que su lucha es erradicar justamente la violencia, actuaron en manada. Sin raciocinio, sin medida, igualándose a los violentos y olvidándose de que se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer, la razón de ser de la marcha. Olvidando el ejemplo de Nueva York del 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de mujeres costureras salieron a la calle para defender sus derechos como trabajadoras y exigir cosas como la jornada de diez horas o la igualdad salarial, en forma pacífica, demostrando unidad y colectividad.

No dejó un buen recuerdo este 8 de marzo del 2021. Las participantes en esta marcha se olvidaron de lo importante y lo que eran unos reclamos justos y necesarios fueron borrados por el desenfreno y la inconsciencia de algunas mujeres que optaron por una salida guerrerista e incendiaria. Olvidaron que son dadoras de vida, de amor, de ternura, de fortaleza y las llamadas a ser las formadoras de las nuevas generaciones.

Twitter: @JoseLRamirezM

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