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Íbamos en lo mejor de la cita…se reía de cada ocurrencia, besaba delicioso…hasta que de repente toqué el tema de sus experiencias anteriores. «¿La última? Terminé hace cuatro meses. Duramos siete años…» Y lo que iba tan perfecto se convirtió instantáneamente en un túnel del tiempo donde salieron a relucir los recuerdos de cuando él le regaló su primer libro de poemas, las manías al comer, la perversidad de sus cuñadas y esos momentos únicos que, seguramente, esperan revivir en un futuro. Abruptamente corté la narración, le solté la mano y le dije, mientras apuraba la bebida «Con esa actitud es muy probable que no solo arruines tu vida sino la de los que deseen acercarse a ti».

Además de soportar el hecho de saber que su vida anterior fue perfecta, tenía que afrontar la realidad de ser el clavo en el plan de sacar a otro clavo. Un plan que no elegí ni me interesa. No obstante pensaba en el otro lado del asunto: ¿y si actúo comprensivamente asumiendo la posición de alguien con el poder del cambio y la renovación al ofrecerme como un ser humano dispuesto a esperar lo necesario hasta ganar su corazón?

El libreto de mi vida no lo escribió Corin Tellado o un guionista anónimo de alguna película de Van Damme. No me considero cursi o anodino como para entregarme sin mirar a quien. Tampoco pienso en el sexo casual como una frecuente vía de escape. Ingresar al mágico mundo de la estabilidad conlleva prepararse ante esta clase de sorpresas que, fundamentalmente, son un termómetro de las reacciones humanas: si te escurres es un mugroso cobarde, si te resignas eres poco más que un cabrón.

Esta situación hace pensar en el lugar que ocupan las personas durante nuestra existencia. Lo que llega primero mal que bien determina el rumbo de lo que llegue después. Ese parámetro está allí, como una voz interna que hace dudar, siembra intriga, es contundente ante cada palabra o acción. La famosa espontaneidad de un encuentro es en realidad una actividad de check list, donde al más mínimo desacuerdo ruedan cabezas.

¿Es tan complejo darse una nueva oportunidad? ¿Qué factores impiden comenzar otra vez? Sea porque se vivió una relación traumática o maravillosa, fingir que todo está bien y despertar el interés en los demás solo para satisfacer el ego es un autoengaño. Si no hay seguridad sobre la condición en la que estemos para iniciar una relación, cada cita será frustrante y nos volveremos despreciables, casi al nivel 3 de un virus contagioso.

Por otro lado, aunque tome tiempo y esfuerzo, el pasado de los demás siempre los acompañará. Pretender ignorarlo no lo cambiará. Por ello es importante adoptar actitudes más propositivas al respecto. Si su pasado amoroso es reciente el temor a la soledad debe encauzarse por otros caminos. Guiarse por la urgencia de no estar solo o librar una absurda batalla tras el trofeo de ‘yo si te olvidé’ solo complica la decisión personal de comprometerse, no porque toque sinio porque verdaderamente hay ganas y la otra persona genera interés.

Para los que me leen ¿creen que cuesta demasiado empezar de nuevo? ¿Cómo lo han logrado?

juanchopara@gmail.com

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