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En Colombia, el 46% de la población padece de sobrepeso. Existe la Ley de Obesidad, sancionada en octubre de 2009. Hay campañas de salud pública, hay fundaciones y asociaciones pro-gordito-sano…Hay cosas, pero ¿hay conciencia sobre la situación?

El concepto de vida sana aparece tan desdibujado hoy en día que la obesidad, catalogada como una enfermedad de cuidado, genera una reacción desproporcionada al proclamar la delgadez como sinónimo de salud. «Los flacos nunca se enferman, nunca dan problemas, son bien simpáticos y
le salen baratos al gobierno», comenta el columnista Álvaro Cueva del Diario Milenio enn México, donde la problemática es aguda y la solución, al parecer, está en condenar a cualquiera con más de 100 cms de barriga.

VH1 habla de las ‘fat celebrities’ que pagaron costosas cirugías y tratamientos para hacerse esbeltas, proyectando la sensación que aún cuando se trate de una circunstancia ajena de la voluntad (génetica por ejemplo), siempre el bypass gástrico te quita el dolor de cabeza de encima.

Y viene entonces la eterna discusión de la autoestima. Quererse mejor es comer sano, hacer más ejercicio ¡y verse más delgado! Entonces vienen los chorrocientos libros de dietas y cremas adelgazantes de todo tipo de vertientes (la Biblia hasta Marbelle) para convencer a la gente que la obesidad es mala y se debe eliminar recurriendo a cualquier recurso.

Todos los excesos son desagradables, eso es claro para todos. Pero generalizar sobre la salud pública a través de la discriminación o creencias infundadas es más que irresponsable. Lo saludable no reside necesariamente en un reflejo exterior sino en un conjunto de principios y prácticas que buscan armonía interna y externa, comenzando por aceptarse a uno mismo. ¿Cómo enviarle a los niños y niñas pasaditos de kilos el mensaje que deben verse delgados porque así serán mejor aceptados? ¡Inaudito! La formación en valores de autocuidado no viene con tablas nutricionales como los empaques de comida, parten del diálogo y la confianza para que los más chicos disciernan en su edad adulta sobre la línea que separa los tratamientos médicos o estéticos de la mera vanidad y el consumismo.

Precisamente ese es el error de la moda. Las pasarelas son en un 98% dedicadas a mujeres hiperdelgadas u hombres de contextura musculosa o famélica. Las tallas XXL parecen simulacros de compasión de algunas marcas. El clasismo con el que se aborda ‘esto no te queda bien’ ‘Esos Levi’s son para pitillos no tubos de desagüe’, establecen un pésimo referente acerca de la condición humana, en la cual lo que vistes te define y si vistes bien te define mejor aún. La ropa es una segunda piel, pero al fin y al cabo no es piel.

Al orden del día estarán las persecuciones del tipo no comas esto, o aquello, come esto o lo otro, cómprate esto…dándole la posibilidad a los demás de interferir en la vida privada, donde hasta el sexo es ridiculizado o menospreciado: ¿Buenos amantes los gorditos?

Para los que me leen y son obesos u obesas ¿han sentido la presión social por adelgazar? ¿Sus vidas son menos interesantes que las de alguien ‘delgado’? ¿Cómo han enfrentado su apariencia física?

juanchopara@gmail.com
 

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