Entre todas las fábulas televisivas que se adhirieron a la cultura popular como tatuaje Los Simpsons, sin duda, son de marca indeleble.  No obstante, nunca llegué a imaginar que tendría una relación amor – odio por una serie animada que, cuando más tiempo lleva al aire, más se parece al «padre que nunca visito en el asilo» (usando un homerismo)

Hace 20 años o un poco más cuando la empezaron a dar los sábados en la noche, una bocanada mentolada me sacudió frente a rivales japoneses de la estirpe de Caballeros del Zodíaco o Supercampeones. La imagen de Bart pateándole el culo a su padre fue estremecedora para los adultos y para los más niños, el nirvana de la comicidad. Bart Simpson es aún un referente conceptual del puberto que no fui y justamente en esos primeros diez años de la serie (los mismos que tiene él) llegué a identificarme más con el planteamiento de una oveja negra en una familia aún más oscura. ¿Quién no se desconcertó cuando estuvo a punto de reprobar su eterno cuarto grado y en el último minuto se sabía todas las respuestas?¿Quién no sufrió con los miles de intentos de asesinato por parte de Bob Patiño? ¿Quién no se conmovió cuando se enamoró de la vecina y no fue correspondido?

En la seguidilla a su padre, Bart también era lo incorrecto, lo incómodo, el genio maligno que podría fraguar perversas travesuras como el fingir que era un niño atrapado en un pozo y en otro capítulo tratar de limpiar su pecado de robar un videojuego al regalarle un autoretrato a su madre. O su enfermiza manía de llamar a Moe, en uno de los gags más celebrados de la serie.

Los demás miembros de la familia oscilaban entre lo ridículo y el falso equilibrio moral (sí, hablo de Lisa, aún no me trago tu papel ecuánime tras ese disfraz ñoñista) El colegio, la ciudad, los visitantes…todo parecía exagerado y, sin embargo, nada más cercano a la realidad del mundo, incluso la nuestra, con el toque sutil de participaciones insólitas que abarcan desde leyendas como Liz Taylor hasta políticos como Tony Blair. La burla continua a Bill Clinton se me hacía de lo más audaz para un programa que aquí se simplificaba a ser «muñequitos para ver acompañados con un adulto responsable»»

Toda la irreverencia destilada le granjearon el favor de la efervescente Rolling Stone como el mejor programa de televisión de todos los tiempos. Cambió el milenio y algo cambió en la serie. Si bien seguían llegando los reconocimientos me iba pareciendo cada vez más lejana, más correcta, ampulosa y desangelada. Más allá del nuevo doblaje latino o los trillados anuncios de muertes de personajes o invitados especiales que poco aportaban al show, a Los Simpsons se le murió esa conexión con lo básico de cada uno de nosotros, con ese lado no tan «happy ending» que busca recobrar de cierto modo en la actualidad, pero sin el impacto de antes.

Por eso mi gusto por el programa se frenó en 1999. De esa época conservo el Libro de la Vida de Bart Simpson y las antologías de capítulos hasta la novena temporada. ¿Una frase? «Si vas a hacer trampa, hazla con todas tus fuerzas». No es el tipo de consejo que uno espera recibir de un personaje de ficción animado. Los Simpsons lo hicieron sin ambigüedades.

¡Ah! Para los que me van a decir que lo mejor de la serie es el amor entre Marge y Homero ¡Pero si es una burla al matrimonio como institución! Un amor enfermizo no puede ser paradigma de nada. Mejor lo tomo como un chiste, porque si algo dejaron claro Los Simpsons es que el amor fastidia. Y ese es el mejor epílogo de la serie más famosa de todos los tiempos.

De los post que empiezan a rodar por este aniversario número 25 elegí para cerrar este del Huffington Post en español, ahora un buen émulo de Buzzfeed, pero es divertido de leer. ¿Qué cosas han aprendido ustedes de Los Simpsons?

También recomiendo Los 25 años de Los Simpsons y los Tatuajes, de Ricardo Durán, muy interesante.

Espere para cerrar el año lo mejor y lo peor del 2014 al estilo Distractor. Hoy miércoles 17 de diciembre no se pierda el programa dedicado al Videoclip y Cine Colombiano en http://stereojointradio.caster.fm a partir de las 6:00 p.m.

@juanchopara

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