Iñárritu arañó el sueño con su debut, Amores Perros. Quince años después lo cumple:  que una película dirigida por él sea considerada la mejor en el Olimpo Hollywood, como sucedió con Birdman.

Ojo, no dije cine mexicano. Ni él ni nadie van a desconocer su origen, pero el triunfo que vimos el pasado 22 de febrero es mérito propio, es su constancia y su lobby. De hecho, tras hacer Amores Perros se fue de su país, como lo cuenta este relato de la BBC. 

En esa medida, sin ajusticiar el sentimiento patriótico, el «soy latino» cuando triunfa alguien de nuestro origen en Europa o Estados Unidos, hay que apartar las lagañas del ego y ver con claridad que estamos ante el clásico no-es-profeta-en-su-tierra. Él es su propia excepción a la regla precisamente con la historia de perros callejeros, pero su consagración no llegó trabajando en México, fue en la Meca del Cine y hablando en inglés, sin llevar bajo el brazo el dramón característico de la supervivencia de los huicholes o los enfrentamientos entre narcos de Tijuana. Contó una historia inspirada en los sentimientos más humanos posibles: la vanidad, el anhelo del triunfo perdido, la soberbia del espectáculo, entre muchos otros. Ahora ¿ese es el camino?

En el programa de Radio Distractor (que hoy repetiremos a las 7:00 p.m. en stereojointradio.caster.fm) nos preguntamos con varios colegas por el cheque al portador que giran los grandes premios de la industria del cine a la producción local, en nuestro caso la latinoamericana. Y para contrastar la visión compartimos inicialmente la experiencia del blogger El Mohán (En Twitter @jclemus) quién narró su vivencia en la pasada edición de la Berlinale, el afamado festival de cine de Berlín, en su blog De Mí solo lo que lees. 

¿Qué espera un europeo de una película? Una clave está en lo que describe Juan con su visión de la película ganadora de este año, la iraní Taxi de Jafar Pahani , «Nos vuelve a mostrar que las ganas son más fuertes que las prohibiciones», afirma Lemus. Y voilá, tenemos un trasfondo: un cine que se hace a contracorriente de las condiciones políticas. En contraste, las películas Queen of the Desert con Nicole Kidman y Nadie Quiere la Noche con Juliette Binoche, que pasaron con más pena que gloria.

En el ámbito Latinoamericano Ixcanul (Volcano) se llevó las ovaciones del público. La película guatemalteca de Jayro Bustamante se llevó el Oso de Plata- Premio Alfred Bauer, y aquí saltó a la palestra otro incómodo matiz ¿Hay que hacer películas que «vendan lástima», como lo expresa El Mohán? En efecto, nuestro país seleccionó para la sección Forum de la Berlinale la película Violencia, del director Jorge Forero, inspirada en el conflicto armado, pero como lo narra nuestro amigo blogger, aunque películas sobre la violencia en Colombia se seguirán haciendo hasta el infinito, su exhibición terminó siendo el mismo pan con mantequilla: que acá todo se hace con las uñas, que casi no hay apoyo y bla bla bla…Una película es una historia y en los certámenes los jurados no evaluarán si empeñaste hasta tu madre por terminarla. El debate del business que hay detrás del séptimo arte ya se resolvió hace rato y acá aún impera el discurso del cine que se hace para acumular deudas y quejarse de no tener patrocinio. Aunque nos duela, la fórmula gastada del cine de Dago García, se da el lujo de hacer una película al año, de tener platica para hacer la siguiente y que la gente las recuerde así sea para odiarlas.

Valga decir que otra película latinoamericana, la chilena El Club, fue ganadora del Oso de Plata – Gran Premio del Jurado con una historia contundente sobre el confinamiento de un grupo de sacerdotes acusados de abuso sexual. Detrás de ella el reconocido Pablo Larraín, quien tuvo la oportunidad de estar nominado en el Óscar hace dos años con «No».

Con Jerónimo Rivera, crítico de cine, docente y blogger de este diario, ampliamos la discusión hacia las razones por las cuales nuestro país ha carecido de una auténtica representación en los premios, enfocándonos en los premios Óscar. Para ello fue muy ilustrativa la línea de tiempo elaborada por la Revista Bacánika, en la cual compararon la película preseleccionada para la categoría de Mejor Película Extranjera con la que ganó en cada año, entre el 2002 y el 2014. Si llevamos El Cartel de los Sapos con la extraña intención de que fuera considerada para pelearse un Óscar, los encargados de tan singular elección se irían de espaldas al ver la ganadora, Amour de Michael Haneke. Nada que ver. Por ahora seguimos viviendo del recuerdo de la nominación a mejor actriz obtenida por Catalina Sandino por María Llena Eres de Gracia. A propósito ¿qué ha sido de ella? Los talentos fugados del cine nacional han coqueteado con la industria americana pero aún no se ha dado el milagrito. El hijo del Nobel colombiano, Rodrigo García, es quién ha estado más cerca con las tres nominaciones de Alfred Nobbs a sus actrices protagónica y de reparto, así como a mejor maquillaje. Aún si llegara a ganar ¿nos sentiremos orgullosos y nos pondremos la camiseta de la selección Colombia?

Para finalizar, me dí a la tarea de revisar cómo se ha comportado el Óscar con las películas iberoamericanas (español y portugués) y hay varios detalles para comentar.

-De 67 películas premiadas o reconocidas por la Academia desde 1947 solo seis películas en español se lo han ganado.

-España ha sido nominada en 19 ocasiones y se lo ha ganado en cuatro ocasiones. Le sigue Argentina con 7 nominaciones y se lo ha ganado en dos ocasiones.

-Carlos Saura es el director iberoamericano con más nominaciones (Mamá cumple cien años, Carmen y Tango).

-Después de España, México, Argentina y Brasil han recibido varias nominaciones: 8, 7 y 4 respectivamente.

-Tres películas mexicanas fueron nominadas consecutivamente entre 1960 y 1962.

-En 1998 tres películas iberoamericanas compitieron en la categoría de mejor película extranjera, algo inusual: Estación central (Brasil), El Abuelo (España) y Tango (Argentina)

La primera película iberoamericana nominada a un Óscar fue la española La venganza, de Juan Antonio Bardem

 

La primer película iberoamericana en ganarse un Óscar fue la también española Volver a Empezar de José Luis Garci.

La primera película suramericana en ganarse un Óscar fue la argentina La Historia Oficial, de Luis Puenzo.

A modo de anécdota, recordar el mal rato que pasó la película inscrita como uruguaya Un Lugar en el Mundo de Adolfo Aristaraín por violar las reglas de inscripción a los premios de la Academia.

Con este recorderis queda claro que no es imposible llegar a las alfombras rojas del cine mundial (lo hicimos en Cannes, ya nos reconocieron un cortometraje), no obstante ¿por qué no llegamos como debe ser? ¿Aún nos dicen a la cara que estamos en pañales? Llevamos haciendo cine con cierta regularidad, sean comedias del Gordo Benjumea o pretensiones de cine de autor, desde la década del setenta. ¿Qué hay por hacer entonces?

Les recuerdo la invitación todos los miércoles en radio por Stereo Joint Records desde las 6:00 p.m. Hoy jueves, en repetición a las 7:00 p.m.

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com