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Cien Años de Soledad, la obra literaria de Gabriel García Márquez, premio Nobel colombiano, llega por primera vez en un formato audiovisual, contra todo deseo de su creador y algunos celosos de su legado ¿Es un resultado digno, repudiable o complaciente?

Leer en el colegio esta novela siempre me pareció un exabrupto, sobre todo cuando era una imposición en clases de literatura. Pero llegaron los resúmenes comentados editados por Voluntad (casi como un presagio de la IA) y el discurrir de notas sobre argumentos, personajes principales y secundarios, atmósfera, tiempo, entre otros aspectos, se convirtieron en la alternativa para hacerle el quite.

Desde luego, el deseo que fuera una película no se concedió durante ese año escolar y hubo que conformarse con escuetos análisis que pontificaban cada letra de un texto pródigo en hipérboles, confusas genealogías y un subtexto que, en ese momento, no dimensionamos sobre varios episodios trágicos de nuestra historia. Ahora que ve la luz en una serie de dieciséis episodios divididos en dos tandas ya no se ven con la histeria de quien se libra de una pesada cadena, sino con la preocupación adulta de “¿será que terminó una tradición?” ¿Esta producción de Netflix arruina la experiencia propuesta por su autor? ¿Estimula su relectura? ¿La evita?

El desafío de Cien Años de Soledad

Siempre he preferido a García Márquez en su faceta de narrador de no ficción. Su obra Noticia de un Secuestro es solo una prueba de sus virtudes como escrutador de realidades. Y también fue llevada a la pantalla chica por Prime Video. En su momento no hubo tanto revuelo, sus protagonistas reales se comportaron discretamente agradecidos y terminó por diluirse en la apabullante oferta de producciones de todo tipo que inundan las plataformas de streaming.

Recuerden que hablamos de productos que aparecen cuando su autor ya no se encuentra entre los vivos, así que nunca sabremos si cumplieron con sus expectativas. Adicionalmente, otro hecho innegable es que gran parte de las adaptaciones audiovisuales de obras del Nobel o en en las que tuvo alguna participación no consiguieron un éxito arrollador. Algunos no prefieren recordar una de las más infaustas (y que seguramente Gabo vio con rechinar de dientes) El Amor en los Tiempos del Cólera, con todo y director de Harry Potter a bordo, el director británico Mike Newell. Existen suficientes precedentes para pensar que su virtuosismo con las letras es prácticamente intraducible en terrenos audiovisuales, aunque prefiero pensar que extraviaron el camino a esa comunión entre una adaptación solvente y el gusto del público.

No voy a ser recalcitrante en la fidelidad que una serie o película le debe a un texto literario. ¿Mencioné a uno de los éxitos de crítica del 2024, también de Netflix? Les hablo de Ripley, quien de la mano de Steven Zaillian recrea el retorcido mundo en el que Patricia Highsmith envuelve a su protagonista, Tom Ripley, en un elegante blanco y negro, una Italia de ensueño y un envidiable pulso para el suspenso muy en la línea de lo establecido por su progenitora. Estará entre mis series del año justamente por aportar un concepto a lo ya establecido, marcar diferencia con otras versiones y confirmar la maestría de una trama que es de mis favoritas en la literatura contemporánea. Esos valores no los siento de forma rotunda en Cien Años de Soledad.

¿Qué opino de la serie?

Cien Años de Soledad. Imagen Netflix

Cien Años de Soledad. Imagen Netflix

Me costó trabajo seguir los primeros tres episodios dirigidos por el argentino Alex García, pues para ser franco inmediatamente lo asocié con la película Pedro Páramo. Es patente la plantilla de Netflix en la producción, pero algo más inquietante y es la similitud en cómo eligen contar la historia, con un narrador, las tomas, los desplazamientos de cámara… ni hablar de las coincidencias que se perciben entre la obra de Juan Rulfo con la de García Márquez. Está claro que su público es internacional, quizá de ahí la neutralidad que transpira toda la producción.

Y en esta inusitada bonanza de adaptaciones literarias latinoamericanas no sé si es un acuerdo implícito para llenar arcas a partir de la nostalgia, pero evidentemente con la secuencia formada con Como Agua para Chocolate y el futuro estreno de la también serie La Casa de los Espíritus en Prime Video, tendremos un panorama del ‘boom’ y su época posterior para deleitarnos en comparaciones a nuestras anchas. En cambio, los capítulos siguientes dirigidos por la colombiana Laura Mora fueron más medidos, con más poesía visual y mejor uso de la música. Y, para ser justos, el último episodio es el más emotivo de todos.

También me incomodaron algunos yerros en edición, y aspectos de fotografía muy oscura, que contrastaban con el colorido de algunas escenas diurnas que oscilaban entre mañanas rutilantes con ese color grisáceo que se utiliza recurrentemente en varias producciones actuales. Y en cuanto a las actuaciones creo que deben esperar a los actores más veteranos entre el tercer y cuarto capítulo, pues las actuaciones de la etapa joven estaban en el mismo tono, planas, casi recitando los parlamentos.

Claro que podemos suponer que el material de origen no da espacio a improvisar, pero eso fue lo que más extrañé: más desparpajo, desenfado, más humor, porque sinceramente en cuatro capítulos no encontré una escena divertida o un diálogo chispeante. Si buscaban retratar esa cultura del Caribe, es fundamental bajarle a la solemnidad y dotarla de más sabor sin que vaya en desmedro del drama central. Por momentos pensé que la epidemia del insomnio tenía el efecto contrario en la pantalla y causaba el más profundo sueño. Las actuaciones infantiles me quedaron a deber pues me parecieron más anecdóticas. Hay buenos intérpretes, los vimos por ejemplo en la telenovela Leandro Díaz, un casting similar pudo darle otro giro a esta etapa inicial en Cien Años de Soledad.

Los aciertos

Siempre será un agasajo contar con actores y actrices nacionales que la gente reconoce y tiene en alta estima, por ello un sí rotundo a la participación de los veteranos Diego Vázquez y Jairo Camargo. Viña Machado se ve muy cómoda en su rol de Pilar Ternera, aunque sus participaciones son contadas. Igual con Claudio Cataño, el circunspecto Aureliano.

La música de Puerto Candelaria, cuando se usa, es absolutamente apropiada: gaitas, percusiones, eso le da más identidad. Por el contrario, cuando no hay música el visionado se hace muy pesado. Si hubo recursos para construir todo un pueblo seguro lo hubo también para crear una banda sonora con todas las de la ley.

Aunque es un valor de Netflix, no puedo negar que las escenas en entornos naturales son impresionantes. Nuestros paisajes son únicos y es mérito de la producción elegir cada postal para contextualizar a Macondo.

Creo que los hijos de Gabo, Dynamo y Netflix demostraron que, después de todo, hoy en día sí se podía adaptar Cien Años de Soledad. Los efectos especiales no desmerecen, aunque aún no puedo decir que estoy ante una superproducción que me quite el aliento en ese apartado.

Y el principal de todos: redescubrir una novela que tiene más para contarnos. Sus pinceladas históricas son un baño de realidad frente a toda la “magia” que esperamos percibir. Espero que en lo que falta de esta primera parte y la segunda tanda de episodios hagan más patente ese discurso sobre la maldición que aún cargamos en nuestra sociedad, la misma que no nos permite disfrutar como debiéramos de una paz tanto tiempo anhelada y nos condena a ser una generación perdida más.

Un refugio que nos queda es nuestra literatura, por lo que si esta adaptación logra triunfar es en conseguir que la población que no lee y no le interesa hacerlo se acerque por primera vez a esta creación. Ojalá no ocurra que se decanten solo por ver la serie. Son más de 16 horas, quizás más de lo que les tomaría devorarse la novela. Si consigue ese objetivo, me daré por bien servido. Más aún, si cualquier empresa audiovisual continúa escarbando en nuestro acervo creativo. Hay más historias esperando esa oportunidad.

Este 11 de diciembre conversamos con el historiador y escritor Gabbo Uribe, así como con otros oyentes,  en un ameno Space en X sobre el impacto de la serie basada en ‘Cien Años de Soledad’ y comentamos su capítulo 1. Acá pueden revivir la conversación.

Y este es el comentario de nuestro colaborador Andrés Mora, Doctor Movie, quien también tiene algo que decir sobre este estreno.

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