
Adolescencia, la nueva serie de Netflix crece como bola de nieve por su espíritu innovador y su temática espinosa.
Voy a sonar muy académico, pero cuando escuchaba mencionar a esta serie no dejaba de acordarme de la mentada teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget. Para el biólogo suizo dicho desarrollo se alcanzaba en cuatro etapas: sensoriomotora, preoperacional, operaciones concretas y operaciones formales, siendo la ocurrencia de esta última durante la adolescencia, en la cual se presenta “un cambio importante en su forma de percibir el mundo”.
Teorías aparte, Adolescencia es el nuevo prodigio británico que no ha parado de impactar a la audiencia de Netflix, ensombreciendo incluso al costoso estreno de Electric State – con las estrellas Milly Bobby Brows y Chris Pratt-. Tras el sorpresivo y merecido triunfo de Baby Reindeer en el 2024, estas producciones sólidas que abordan problemáticas contemporáneas sin perder el pulso ya no son únicamente un mero platillo más en el menú de opciones. Es televisión vanguardista que toca temas sensibles.
Las virtudes de ‘Adolescencia’
Pues bien, el drama de cuatro episodios creado por Jack Thorne, Stephen Graham y dirigida por Phiilipe Barantini, sin haber descubierto el hilo negro, plantean un escenario oscuro sobre el inicio de la vida de un joven puberto, Jaimie (Owen Cooper), a cuya casa entran como tromba una decena de policías para llevárselo detenido ¿El cargo? Presunto homicida de una compañera del colegio. No olvidemos, tiene 13 años en ese momento.
Y los sucesos posteriores se narran con un dominio impresionante del plano secuencia, llevándolo a límites técnicos y actorales prácticamente impecables. El episodio 3 es, sin duda, una evidencia de virtuosismo que augura un gran porvenir al joven Cooper por su exhibición de ambigüedad y culpa.
Si ‘Tenemos que hablar de Kevin’ o la aún más añeja ‘El Buen Hijo’, con un maquiavélico Macaulay Culkin, presionaban las teclas sobre menores de edad criminales, la vibra que me dio la historia viene de un relato más denso. ¿No les recordó a La Raíz del Miedo (Primal Fear, Gregory Hoblit, 1996) con un aterrorizante Edward Norton? La candidez de su expresión inicial escondía un origen tan perturbador que estalla en el clímax de la película. Sin equiparar puntualmente los relatos, de ese nivel te plantea la investigación de la culpabilidad de Jaimie, vista desde la reacción del aturdido padre (un soberbio Stephen Graham) y su familia, su entorno escolar y los investigadores que buscan encontrar la verdad.
Adolescencia no es autocomplaciente: no tenemos puntos de vista simultáneos, no hay manera de acompañar el drama de la captura de su protagonista o los comentarios de los amigos de Jaimie. Todo está calculado para que sintamos progresivamente el impacto de las primeras 24 horas del crimen a un año y medio después del mismo, donde sus padres y hermana lidian con los señalamientos de la sociedad.
¿Por qué ver ‘Adolescencia’?
El final, que considero el más desgarrador de una serie reciente, es la consecuencia de preguntas que retumban en ese momento ‘¿Por qué no prestamos más atención?’ ‘¿Por qué no nos dimos cuenta antes?’. No era una familia disfuncional, pero como muchas otras, estaban tan concentradas en preservar la estabilidad, que olvidaban el mundo propio que se abre a estas generaciones tan hipertecnificadas. Los verdaderos riesgos se camuflan en el silencio de una habitación, iluminada por la pantalla de un celular o computador.
Y los entornos educativos reciben su parte por su falta de empatía, interés e incluso ignorancia sobre los discursos actuales que discurren entre sitios web y redes sociales. Es que Adolescencia pensó en tantos efectos que cada lección resulta abrumadora. Sin proponérselo, da cátedra sobre la lectura actual de la masculinidad, el aislamiento, la autoestima y la confianza. Hace mucho una producción no redondeaba tantos temas y dejaba a todo el mundo tan ojiplático con discusiones sobre la realidad en la que vivimos. Ni ‘Por 13 razones’ había calado tan profundo.
En los primeros meses del año aparece un éxito de crítica y público que debe ser estudiado y discutido en el hogar, en los centros educativos y en la sociedad. ‘Adolescencia’ es un hito, quizá no en inmensidad, pero sí en pertinencia de unas vidas que se caen a pedazos. Directo a mi lista de las mejores producciones del 2025.
Radiodistractor: ‘Yo soy un milagro’ de Carolina Uribe
En nuestro segundo episodio de la nueva temporada traigo a consideración un testimonio personal que llega en forma de libro, el cual acaba de lanzarse hace unas semanas. La historia de la bogotana Carolina Uribe Lobo-Guerrero es su propia experiencia sobre los contrastes que trajo consigo el consumo problemático de sustancias psicoactivas.
Reconocer cómo la impactó fue su primer paso para descubrir una alternativa que le permitiera mantenerse en pie con nuevos objetivos y con la fortaleza suficiente para resistir los momentos más difíciles de su rehabilitación.
Ahora comparte su relato con apoyo de la escritora Carolina Ackermann y espera que sus vivencias sean un referente para otras personas que, quizá, atraviesan una situación parecida. Para conocer más de su obra y cómo adquirirla pueden seguirla en su Instagram @carolinauribe69
juanchopara@gmail.com
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