Tengo 26 años. Según
Las leyes no sirven, no sirven y no sirven porque está clarísimo que LES HACEMOS EL QUITE. No respetamos nuestros propios acuerdos, pues siempre nos veremos más abocados a la salida fácil: la trampa. Pero hay otras formas más sutiles de evadirla: ignorándola con nuestro sentido nomeimportista, o sencillamente por ingenuidad de la norma: como es una ley, alguien tendrá la iniciativa de reglamentarla un día de estos.
Lo que me motiva a escribir este nuevo post es justamente el increíble desconocimiento de la jurisprudencia existente en materia de juventud: desde la misma ley 375 de 1997, los proyectos de ley impulsados ‘a favor’ de nosotros por sectores de la coalición uribista y de (¡vaya sorpresa!)
Este texto surgió por la invisibilidad en la cual ha estado la juventud ante el sistema de Naciones Unidas en lo concerniente al sistema de derechos humanos, pero además, por la necesidad de crear un documento jurídico verdaderamente vinculante, puesto que algunos de los instrumentos legales que comúnmente se invocan para exigir el cumplimiento de algún derecho no generan obligación alguna por parte de los gobiernos que los han suscrito.
Desde el mandato de
Precisamente los casos de Chile y Colombia son de los más sintomáticos en su reticencia frente a la convención. ¿Cuál es la razón?
Una alternativa ofrecida por el delegado de
¿Alguno de ustedes sabía de estas iniciativas? ¿Creen que sirven para algo? Si la respuesta es No, existen dos opciones: haga click, entérese y cuéntele a la gente…o ríndale tributo a la impunidad.
BOCADILLO: Un día Homero Simpson le dijo a Marge: “Si te empeñas por ver el lado malo a las cosas acabarás viéndoselo”. Todo tiene un lado malo. ¿Nos gustaría verlo? Entonces espere próximamente un post menos jarto.
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