La historia de la radio en Norte de Santander está casi ligada a la misma aparición del medio a inicios del siglo XX. Desde luego, el impacto de este medio de comunicación en la cultura popular de la región y el país aún supera con creces las intenciones del gobierno actual de “modernizar y conectar” a la población con toda clase de estrategias de inclusión digital. No obstante, la radio subsiste en su forma más convencional en municipios y ciudades pequeñas por cuenta de la iniciativa de unos cuantos, con toda clase de aciertos y errores en su ejecución, pero hoy por hoy cientos de emisoras comunitarias o comerciales son la fuente de información y entretenimiento para personas que no cuentan con otras posibilidades para estar enterados de lo que sucede en su entorno cercano.
Por eso me causó tremendo desconcierto enterarme que el único medio de información masivo, considerado comunitario y originado desde la ciudad de Pamplona ya no existe oficialmente desde finales de septiembre de este año que se va a acabar.
En efecto, los ciudadanos amanecieron con la amarga novedad de que la frecuencia 1430 AM, conocida como Radio Cariongo, no se sintonizaría más en sus aparatos radiofónicos. Lo curioso es que la decisión fue tomada por el Ministerio de la Información y las Telecomunicaciones –MINTIC- hace más de un año (Resolución 000620 del 19 de marzo del 2013) y fundamenta la misma con los argumentos de que la emisora, filial de RCN Radio, “no solicitó la prórroga de concesión dentro del término estipulado por la ley -con por lo menos tres (3) meses de anticipación al vencimiento del término inicial-, así como tampoco acreditó los requisitos en cuanto a su obligación de presentar los respectivos paz y salvos que acreditan el pago de derechos de autor y conexos, conforme a las exigencias para continuar prestando el servicio de radiodifusión sonora, ni el Certificado expedido por la Unidad Administrativa Especial Aeronáutica Civil”.
En este panorama debo añadir mi indignación por la falta de cubrimiento a esta noticia por los medios regionales. Poco se ha tocado el tema en el diario La Opinión, al cual parece funcionarle la vieja estrategia de “callar cuando le conviene”. Por suerte, algunas páginas de Facebook de “ciudadanos preocupados” han hecho uno que otro eco de lo sucedido. ¿Ahora cómo se informan los pamploneses? Quedan un par de canales de TV comunitarios, eso sí, marcados por la inconstancia.
Puedo afirmar que la incertidumbre en los habitantes es notable. No saben lo inscrito que está en nuestro ADN la radio como vehículo principal del acontecer diario. De hecho es el medio de comunicación que más me gusta y disfruto hacer, en parte por la existencia del mismo en una tradición que se remonta a 1951 por iniciativa del presbítero Evaristo Peinado. Prácticamente les hablo de más de sesenta años de historia que se vinieron al traste. En el blog Crónicas de Cúcuta se resume muy bien la trascendencia de la radio en la historia de la región, del mismo modo como lo hace el periodista Lubin Moreno en su blog personal. De alguna manera esto amplía un poco más el drama que se vive actualmente.
Puede ser que el MINTIC haya actuado en propiedad, pero es evidente su desconexión de los contextos locales. Estoy seguro que otros municipios en Colombia atraviesan situaciones similares, y ya no se animan a montar una emisora por los múltiples requisitos y trámites que se exigen para el servicio de radiodifusión comunitario. El campesino, el tendero, la señora de los tintos en la plaza de mercado, el comerciante, el colombiano de a pie en esta zona fronteriza vive aún de las sensaciones que produce la radio. No solo Hernán Peláez hace historia con su contribución a la misma, ni la vagabundería de La Mega es la única forma de cautivar masas. Varios personajes, anónimos para el mainstream nacional, se han ocupado de satisfacer un derecho a sus vecinos y con mucho o poco talento crearon espacios de participación ciudadana. Mucho antes del “Julito no me cuelgue” la emoción por opinar en un programa o pedir una canción fue gracias a estos pioneros. En este momento, ese derecho constitucional está vulnerado de manera absoluta.
Lo paradójico es que no hay a la vista una solución más viable. Acá hay un Punto Vive Digital, acción del MINTIC para propiciar el acceso y la apropiación de las nuevas tecnologías en la población, pero es tan reciente que falta ver cómo se aprovechará para estimular la generación de contenidos por parte de los habitantes.
En esa línea me llegué a asustar con la posibilidad de que el MINTIC le recortara presupuesto a la radio pública. Aunque el Ministro Diego Molano diga que no será así, debe ser consciente de las particularidades de las regiones y cómo el impulso dado al Sistema Señal Radio sí ha tenido efectos para suplir las deficiencias en información radial. De hecho, la otra opción que queda en Pamplona para medio estar enterado de lo que sucede en el país es justamente Señal Radio.
Me sorprende además la desidia del ámbito educativo ante esta situación, empezando por la Universidad de Pamplona. Con una Facultad de Comunicación Social y una frecuencia, la 94.9 FM, con 15 años de existencia creo que han desaprovechado el medio y están muy desarticulados de la realidad local. Esta es su programación vigente. Podría cerrarse y nadie diría nada. Independientemente de sus características como emisora de Interés Público, bien podría generar una alternativa informativa con participación de los estudiantes, sin verse contaminada de las mañas políticas que suelen ensombrecer el trabajo de un medio de comunicación. O empoderar al talento joven para desarrollar propuestas de radio digital, cuyos contenidos puedan replicarse en la emisora análoga. Se puede hacer. En UN Radio (emisora de la Universidad Nacional en Bogotá) aún se realiza un programa de análisis noticioso como UNAnálisis, y como ese, muchos más en otras emisoras universitarias.
Otro tanto de este karma lo tiene también la administración municipal, quién por ley, expresamente las leyes 1341 del 2009 y 1450 del 2011 puede apoyarse en las emisoras comunitarias sin que generen propiamente compromisos políticos, pero está en otro mundo. Sin el compromiso de las autoridades locales es poco probable que una nueva emisora vea la luz en el término de la distancia.
Como ven, la tan añorada convergencia multimedial está aún lejos de alcanzarse en regiones que no sean capitales y esta es la mejor prueba de tal afirmación. La radio continuará en el siglo XXI, por lo que es importante fomentar su creación y su debido uso. Aunque pueda descargar una aplicación para oír emisoras nacionales, el silencio es enorme en la Ciudad Mitrada.
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