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No se habla de otra cosa en las redes sociales. Two and a Half Men, el programa de comedia de la década (si obviamos otras grandes sitcoms) cambia de rumbo por cuenta de las desaveniencias entre el ya mítico rey del exceso Charlie Sheen y la casa Warner Bros TV. Alerta spoiler para los que no quieren detalles de esta novena temporada.

El capítulo fue extraño, pues despedir a uno de los protagonistas en un funeral es una licencia que cae fácilmente en lo melodramático. Pero el estilo de la serie no repara en ser correcto con la ocasión y nos ofrece una galería de confusas y vengativas amantes, así como a un viejo dealer, sin faltar la descorazonada madre que aprovecha para publicitar la venta de la casa de su hijo.

En ese momento se confirma una idea, por más evidente que parezca: Charlie Harper era uno más en el engranaje del éxito de esta producción de Chuck Lorre. Sus secundarios, como la maravillosa Berta y el mismo Alan le dan salsa a la serie, y uno se pregunta entonces, si el asunto hubiera ocurrido al revés ¿valdría la pena ver un Two and a Half Men con Charlie Sheen sin hermano, sobrino y empleada?

Los acontecimientos televisivos en EEUU se han insertado en la cultura popular por décadas: el final de M.A.S.H, la agonía de descubrir a la mano criminal que intentó matar al villano J.R Ewing en Dallas, el inquietante efecto de X Files en la difusión de toda clase de teorías de conspiración…los ejemplos son muchos. Las producciones se acabaron pero quedaron en el inconsciente colectivo y, en este nuevo milenio, tras superar el final de Friends y el (alucinante por lo ininteligible) final de Lost, llegó el estreno de una historia caracterizada por chistes sexuales y una reversión del american way of life: los gringos con dinero son vacíos y sus parientes son perdedores.

Dos momentos para destacar del show: el monólogo de Alan con las cenizas de su hermano, breve pero muy sentido… hasta que termina con ellas en el suelo gracias a la aparición de Kutcher. Ingeniosa presentación, pues los productores se aseguraron que no quedaran rastros de Charlie Harper para que literalmente sobre sus restos apareciera este otro buena vida de Walden Schmidt para iniciar un ¿nuevo? ciclo, quizás más pensado al deleite femenino.

Ahora, Kutcher no es novato en el oficio. Ha visitado escuelas como Saturday Night Live o That 70’s Show, y tiene el lastre de una docena de malas comedias para el cine. ¡Emputaba a los famosos con bromas pesadas en MTV! Así que puede ser fácil adaptarse a esta presencia, olvidando lo forzado de comprar una casa porque sí con todo y sirvienta a bordo (bueno, eso no lo sabemos) Yo espero ver más confrontaciones pues la relación de Charlie y Alan como hermanos daba mucho juego por los apuntes bizarros que se lanzaban mutuamente. Walden Schmidt inicia blando, pero esperemos que saque su vena malvada. No espero tanto de Jake Harper, pues siendo el half de la serie, me parece que su aporte es muy tibio y bien pudo desaparecer hace dos temporadas…me haría más gracia un enano viviendo con ellos y ahí sí tendría mas sentido el título de la serie (pues para colmo, Jake es muy alto)

En el video (si no lo suprimen, claro) apreciarán un fragmento del show. En Colombia los casos más paradigmáticos los tenemos en la comedia Dejémonos de Vainas, cuando cambiaron a un Puchis por otro. (Carlos de la Fuente reemplazó a Víctor Hugo Morant), y en Vuelo Secreto (cuando sale la pareja de Adriana Vera y Armando Gutiérrez)

En producciones de esta naturaleza ¿qué tan indispensables resultan los personajes? ¿Somos resistentes al cambio? Lo cierto es que sí hay vida después de Charlie Harper…lo curioso es que también existe la vida no solo con Charlie Sheen sino a costillas de él, y para la muestra el espléndido botón de su aparición en Roast de Comedy Central, recuperado por el periodista mexicano Omar Ramos para el diario Milenio: «Tú eres como Bruce Willis, eras grande en los ochenta y ahora tu viejo vacío ha sido rellenado con Ashton Kutcher».

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