Si hay un plan que me fascina cuando María Isabel, José y Teté me invitan a su finca es el de pegarnos la caminata desde la quebrada junto a la casa hasta el pueblo de Sasaima. Y si es un domingo mejor. Hay mercado durante toda la mañana y misa en diferentes horarios.
El primero me cautiva. Paseo absorto y contemplativo entre los puestos de fruta y verdura. Allí es donde conocí y probé por primera vez el zapote. En cuanto a la misa, admiro por fuera la Parroquia de San Nicolás de Tolentino (1754) y aprovecho cuando medio pueblo ocupa sus bancadas para acercarme, justo delante de su fachada principal, a la casi desierta pastelería Arco Iris.
Es el momento perfecto para conseguir un lugar en alguna de sus escasas seis mesas y hacer las paces con nuestro gastroespíritu a base de sus especialidades: almojábana, mantecada, panelitas de leche y, para compensar los líquidos perdidos en la caminata, masato, kumis o avena, mi preferida, todo absolutamente casero.
Actividad extra: si es temporada de cosecha, busque en el parque y bajo la gigantesca ceiba al vendedor ambulante de chontaduro. Y en la tienda, justo unos metros abajo de Arco Iris, compre unas cuantas bolsas de malla con nueces enteras de macadamia. Como a tres mil pesitos la malla. No hay nada como pasar la tarde luchando piedra con piedra contra la dura cáscara para conseguir llevarse a la boca tan delicioso fruto seco en su estado natural.
Precio: entre 3.000$ y 10.000$ por persona según el goloso estado del alma dominical
ARCO IRIS
Plaza central «Parque de la Identidad Sasaimera» frente a la Parroquia de San Nicolás de Tolentino – Sasaima – Gualivá – Cundinamarca
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