Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Tras sus primeros meses de gobierno, se puede llegar fácilmente a la conclusión de que Joe Biden será recordado como un mandatario urgido por concretar varias de sus promesas. Se trata de una prisa que contradice los vaticinios que apuntaban a ilusiones electorales imposibles de materializar. En lo relativo al medio ambiente, al plan de relanzamiento económico (el más ambicioso y con mayor presencia del Estado desde la globalización) y, ahora, en el discurso sobre los derechos humanos, se observa una impronta demócrata. Este último punto, el de los derechos humanos, abarca desde la posición tajante frente Arabia Saudí, que evidencia una ruptura respecto de la posición condescendiente de su antecesor, hasta el reconocimiento del genocidio armenio que, seguramente, condicionará las relaciones con Turquía. 

Tal como lo había prometido, Biden rindió homenaje a todos los armenios que sufrieron en las noches del 23 y 24 de abril de 1915, cuando unos 1,5 millones habrían sido asesinados y 2 millones deportados de acuerdo con las estimaciones de Armenia, refutadas por el Estado turco que reconoce unos 800.000 y desestima la palabra genocidio. Esta declaración convierte a Biden en el primer presidente estadounidense en aceptar el término genocidio, que implica la voluntad para aniquilar a un grupo. A comienzos de los 80, Ronald Reagan había hablado del «genocidio armenio» en un discurso delante el Congreso, sin embargo, no se consideró como la posición oficial de Estados Unidos. Los gobiernos de George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump evitaron el tema por el peso geopolítico que ha ganado Turquía en el último tiempo, y su rol considerable en temas como Irak, Siria y en general en la lucha contra el terrorismo en Europa y Medio Oriente. En octubre en 2019, el Congreso estadounidense aprobó un texto para tal reconocimiento pero Trump no lo firmó en aras de la preservación de los lazos con Ankara.

Desde la llegada al poder de Recep Tayyip Erdogan, en 2003, Ankara pasó de ser aliada de Occidente con un discurso neutral en política exterior a involucrarse en los grandes temas de la seguridad y geopolítica del globo. Transitó de un involucramiento selectivo en temas regionales a una postura dinámica en favor de Palestina, una de las evoluciones más significativas. Turquía fue el primer país musulmán en reconocer a Israel y, desde ese entonces, se le consideró como uno de sus aliados más significativos en el mundo islámico. No obstante, el ataque brutal y desproporcionado a una flotilla humanitaria turca en 2010, en las costas de Gaza, cambió para siempre el curso de la relación.  El acercamiento al mundo árabe -del que no hace parte- también es notorio y hoy es difícil prever la reconstrucción del Estado iraquí sin el concurso de las autoridades turcas. Y, en un tema fundamental para el mundo hoy por hoy, la migración, Ankara ha sido una contraparte tan incómoda como indispensable para Europa, cada vez más dependiente de un vecino que, décadas atrás, menospreció torpemente.

La decisión de Biden es aplaudida en Occidente donde existe simpatía por la comunidad armenia cristiana golpeada en el último tiempo, por la guerra en Nagorno-Karabaj y que se sintió abandonada tanto por Estados Unidos y Europa cuando fue atacada por Azerbaiyán en 2020 con el apoyo expreso turco. Este involucramiento de Biden rememora las tensiones frecuentes con Turquía por las acusaciones de Ankara a Washington de apoyar el intento de golpe de Estado de 2016 y por la protección otorgada a Fethullah Gulen, a quien las autoridades turcas identifican como promotor. A su vez, Biden, como vicepresidente, señaló a Turquía como responsable del avance militar del Estado Islámico por permitir que militantes islámicos atravesaran la frontera norte con Siria y recientemente calificó a Erdogan como «autócrata». Por eso la etiqueta para referirse a la tragedia armenia de 1915 hace parte de un contexto complejo, en el que se observa a un Estados Unidos comprometido con un discurso político en favor de los derechos humanos, pero que, seguramente, tendrá que recular, pues depende en extremo de aliados en escenarios geopolíticos complejos.

@mauricio181212

Compartir post