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El curso de la guerra en Siria podría cambiar dramáticamente, de consolidarse la liberación de Alepo por parte de las tropas del gobierno de Bachar Al Assad, con el apoyo de Irán y de Rusia. Este avance, que Damasco ha reivindicado como la liberación final de la zona, podría convertirse en un nuevo punto de inflexión en la confrontación, y puede significar, además, un golpe estratégico para el Estado Islámico (EI), que había hecho de esta región, bastión de sus actividades. Los rebeldes controlaban desde 2012, la parte oriental de Alepo, pero tras el inicio en noviembre de una dura ofensiva de Al Assad, con apoyo de Moscú y Teherán, la situación ha cambiado en favor del régimen. El gobierno sirio controlaría aproximadamente el 85% del territorio, pero a un precio que algunos han considerado inaceptable, en particular Estados Unidos.

De acuerdo con el Secretario de Estado, John Kerry, Rusia habría cometido crímenes de guerra por los bombardeos sobre la ciudad. Con la disputa y las discusiones entre Washington y Moscú, resurge el espinoso tema de los límites en medio de una guerra no convencional. Tanto Rusia, como Irán y Siria, han pasado a una ofensiva sin antecedentes en su política exterior, no sólo buscando contener el avance del Estado Islámico, sino su expulsión definitiva y posterior derrota en territorio sirio.

Sin embargo, mientras se recupera Alepo, registros del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, hablan de una retoma de Palmyra por parte de militantes del EI. Rusia anunció una nueva ofensiva en ese territorio, para evitar un retroceso que sería fatal para los intereses de Al Assad. El Jefe de Estado, completa cinco años resistiendo, inicialmente, un levantamiento que se inscribía en la euforia que despertó la Primavera Árabe, y que se fue contaminando paulatinamente del extremismo religioso por el caos de su vecino Irak. El avance sustancial logrado por las fuerzas de Siria, Irán y Rusia, en Alepo explica la reticencia del gobierno de Vladimir Putin para una tregua, que se asume como una oportunidad para los rebeles. Desde el punto de vista humanitario, no existen dudas sobre la urgencia de la misma, ya que permitiría la evacuación de la población, afectada directamente por los bombardeos.  Actualmente, Siria completa 11 millones de desplazados. Unos 5 millones en países vecinos, y 6 millones en el ámbito interno.

En el futuro cercano, la llegada de Donald Trump a la presidencia en Estados Unidos, puede alterar el mapa político de la confrontación en Siria. Asumida desde sus inicios como una guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, y entre el mundo chií y sunní en Oriente Próximo, puede cambiar su rumbo, si el nuevo mandatario estadounidense cumple con su propuesta de aislarse de guerras extraterritoriales, que en nada contribuyen con la seguridad de ese país. Esa decisión podría favorecer el inesperado liderazgo e influencia iraní y rusa,  aunque sin prevalecer por los intereses de otras potencias regionales como Arabí Saudí y Turquía.  El mapa de Oriente Medio se re-configura de una manera que pocos vaticinaban cuando empezó la Primavera Árabe o como lo denomina las autoridades iraníes, Despertar Islámico.

@mauricio 181212

 

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