Pérdidas en el erario, impunes

La corrupción sigue imperando en la contratación estatal, ahora afectando la alimentación y la salud de los colombianos. En los últimos meses hemos encontrado ejemplos dolorosos como el de la Guajira, departamento en el cual estalló un escándalo en los contratos de alimentación para los niños que fueron entregados a consorcios que ya estaban siendo investigados en otros departamentos por incumplimientos, fallos en la contratación y sobrecostos. En el Chocó también se han denunciado graves problemas de corrupción, en donde el dinero para vías y salud, acueducto y deporte, entre otros, se ha esfumado.

La corrupción es una cadena perversa que se inicia en el momento de la contratación, en el momento en el que se amañan y adjudican los contratos a terceros sin control y sin una supervisión y un proceso transparente.

En la mayoría de los casos de corrupción detectados, la Contraloría ha entrado a actuar justo cuando ya se ha pasado algún tiempo, afectando la salud y la comida de los más desfavorecidos; una consecuencia de la falta de control.

¡Cómo sería de diferente el panorama si el pronunciamiento de los entes de control se diera en un momento muy cercano a la contratación, cuando todavía se pueden adelantar acciones para salvaguardar el presupuesto nacional!

No se señala que el hecho de descubrir la corrupción sea algo negativo. Por lo contrario, está bien que se haga. Pero la pregunta es si el esquema está diseñado para que las investigaciones sean oportunas y se puedan adelantar acciones de fondo a tiempo.

Si los procesos de contratación fueran transparentes y supervisados, no estaríamos hablando de la muerte de cerca de 4.770 niños en La Guajira durante los últimos 8 años, cifra dada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), esto sin contar los muchos otros de los cuales no se tiene registro.  (Ver link)

El proceso de contratación de las interventorías, encargadas de velar por la transparencia en cada contrato, tampoco ha demostrado ser eficiente al momento de la ejecución, con un agravante:  ¡que al interventor nadie lo vigila!

Después de tantos escándalos se deberían examinar con lupa todos los procesos de contratación. Y para eso hay mecanismos eficientes que se pueden aplicar. Si la Contraloría y Procuraduría hicieran su trabajo y si contrataran firmas externas para ayudar al Estado, con el fin de fortalecer el control y la vigilancia frente a este tipo de contratos, otro sería el panorama.

Es el momento de que el Estado se empiece a apoyar en firmas externas con el fin de fortalecer el control de los procesos.

Mientras no se den pasos en este sentido para fortalecer el control a la contratación, vamos a continuar experimentando un sistema lento y en el que no se logra un resarcimiento del daño causado al patrimonio público.

¿Dónde queda la reparación? Obligar a que se devuelva, a como dé lugar, al erario los recursos robados, es lo que se debería hacer con los criminales de cuello blanco. El Estado no puede seguir perdiendo dinero, y más aun viniendo procesos tan delicados e importantes para Colombia con el posconflicto.

¿Por qué  hasta ahora el Presidente de la República se decide a crear la unidad anticorrupción si ya existía un estatuto en el cuál esta acción se entendía necesaria? ¿cuánto tiempo más tomará, desde el anuncio de creación, la puesta en marcha efectiva de esta unidad?

¿Cuántas personas en este país han sido sancionadas, condenadas o tienen que haber restituido los daños económicos con base en el estatuto anticorrupción?, ninguna.

Por ahora, ese estatuto es un saludo a la bandera porque, por ejemplo, en el país se sanciona a los Nule, se dice en los medios que tienen que devolver unos 66 mil millones de pesos, pero los Nule se declaran insolventes; esto pues ya escondieron todos sus bienes.

El mecanismo para buscar el ocultamiento de activos o de patrimonio de esas personas, que pretenden seguir burlando a la justicia, y para que respondan por esas sanciones se da principalmente a través de la auditoría forense…que todavía no se aplica con rigor.

Amanecerá y veremos.

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