¿Acaso estamos ante una depresión colectiva? En los últimos días hemos visto cómo Latinoamérica se vuelca a las calles desatando caos y violencia al reclamar sus derechos.
¿Pero realmente todo está tan mal como vemos? En el fenómeno de la hiperinformación a la que estamos expuestos es muy difícil abstraer la situación real. Las tendencias en las redes sociales hablan de hambre, guerra, corrupción y crisis. Y los medios de comunicación con titulares alarmistas, más que informar buscan interacciones con sus publicaciones.
Los fake news y las interpretaciones arbitrarias de los hechos se convierten en un malestar para los ciudadanos de a pie, quienes consumimos información inconscientemente y nos alimentamos de esa depresión colectiva.
Es innegable que existen muchos factores para estar abrumados; el cambio climático, la situación política y económica, etc., pero no: ¡no todo tiempo pasado fue mejor!
Our World In Data, una organización sin ánimo de lucro liderada por la universidad de Oxford (Inglaterra), nos muestra cómo el mundo ha avanzado en los últimos 200 años.
Ellos se dedican a organizar datos que permitan entender los problemas globales para buscar soluciones y analizar los avances. A mí, personalmente, me encanta ver el mundo en cifras que, lejos de deshumanizar los problemas, ayudan a pensar de forma crítica.
De los datos que ha arrojado la investigación de Our World In Data, quiero compartirles los más relevantes con esta gráfica que difundió @mauriciojaramil en su cuenta de Twitter, la cual me inspiró a escribir este blog:
Estas cifras son reveladoras. Y aunque 200 años es mucho tiempo, si analizan las gráficas desde los años 60 se podrán dar cuenta de cuenta que los grandes cambios vienen desde esa fecha.
El punto es que más allá de todos los retos que tenemos como humanidad, se ha disminuido la pobreza extrema, la mortalidad en niños, la democracia se ha establecido, la expectativa de vida ha aumentado y, ni hablar, de los derechos humanos.
El tema es que el mundo va más rápido y todo está cambiando».
Estamos ante un momento de cambio en el mundo, hoy los tan nombrados millennials somos todos adultos, con carreras, poder adquisitivo, nuevas corrientes de pensamiento y, sobre, todo nuevos hábitos de consumo.
La generación anterior a la nuestra está entregando el control. Nuestros padres están iniciando su edad de pensión, un momento en el que sus prioridades cambian y también sus dinámicas de consumo.
El mundo está cambiando a una velocidad mayor, y una de las principales características de esta generación nacida antes de los ochenta es que el cambio les cuesta.
Esta generación creció en la misma casa en la que nació, cuando se casó tuvo la misma vivienda hasta que sus hijos crecieron, él mismo carro y hasta la misma nevera. El mundo no cambió sus vidas cotidianas de manera drástica durante mucho tiempo. Cerca al cambio de milenio, unos diez años atrás, empezó la tecnología a introducirse lenta pero enérgicamente en el mundo y muchos iniciaron ese proceso de adaptación a nuevas tecnologías.
«El ser humano es un animal de hábitos», se escucha frecuentemente. No nos agrada tener el control y en consecuencia a esto el cambio genera incertidumbre y caos.
Yo no recuerdo una época en la que se escuchara que ese era el mejor momento, que todo estaba bien y que era una época de progreso. Tampoco se lo he escuchado a mis padres o abuelos. Y mucho menos he visto, en ningún país de los que he visitado, que sus habitantes digan: «Que bien funciona todo aquí, somos felices con lo que tenemos».
Esto responde a una resistencia al cambio y en este momento más que nunca: el que no se adapta, no avanza».
Mientras unos lloran, otros venden pañuelos; mientras unos se aferran a culpar al mundo y a la situación, otros ven en el cambio una oportunidad. Y así los más visionarios analizan estas situaciones y se adelantan a crear soluciones a estas nuevas dinámicas.
La economía está basada en el positivismo, en creer en el futuro.
Si usted no cree en que lo que hace hoy hará mejor su vida y la de los que lo rodea, qué sentido tiene seguir haciéndolo. ¿Para que dar crédito a una persona que tiene un nuevo proyecto si piensa que todo va a ir mal?
El crédito es la base de la economía mundial y este está basado en la confianza. Nadie saca un crédito pensando en que no lo va a poder pagar y le van a quitar el carro y la casa.
En resumen: No todo pasado fue mejor. Estamos construyendo el futuro y de nosotros depende que sea cada vez mejor. Construir y mejorar solo se consigue siendo positivos, cambiando lo que no nos gusta y dejando de creer que todo es problema de los políticos, pues cada uno de nosotros tiene un papel en el cambio.
¿Cómo estás afrontando los cambios en el mundo? ¿Cómo te esta preparando para los cambios del futuro?
¿Será el 2020 un imán de positivismo?
Nos vemos por mis redes sociales Instagram y Twitter
Recuerden que todo es cuestión de actitud.
Un abrazo,
Juliana Matiz