Un teatro repleto, una caracterización poderosa, estruendosa, si se quiere, fuerte, capaz de enmudecernos, tanto por la maestría de la caracterización y la fuerza de la interpretación como por la contundencia de los mensajes. Abrumados, el público en la sala no podía ni aplaudir. Espectadores perplejos de lo que acabábamos de desentrañar. No hay fuerza en otros argumentos para controvertirlo, ahí lo vimos, lo percibimos, lo bebimos, nos lo entregó bien masticado la escritora Suzie Miller, el director Nicolás Montero y la actriz Cristina Umaña en el monólogo “Prima Facie”, el cual terminó su temporada el pasado 13 de julio en las salas del Teatro Nacional en Bogotá. Si no la vio, léala, necesitamos sintonizarnos con todo lo que está mal en el sistema para las mujeres víctimas de acoso y abuso sexual. Por tu hija, tu madre, tu hermana, tu esposa, tu vecina. Aunque no tiene que estar en tu círculo de afecto, pues tenemos que ser capaces de brindarles garantías a todas.
La obra reflexiona sobre cómo el sistema judicial, diseñado por hombres, no interpreta la vergüenza, la revictimización, el dolor, la exposición, la injusticia y la inequidad a la que somete a la víctima que intenta que el abusador “pague su delito” o simplemente pretende, que no le pase a otra mujer, pues, a veces no está buscando justicia, sino proteger a la sociedad de un hombre que no conoce sus límites o cruza esa línea que pareciera no estar trazada socialmente con suficiente claridad.
Fue un inmenso camión arrollando miles de emociones. La función terminó, y la propia Cristina Umaña, quien ha tenido que dedicarle cientos de horas para aprender un libreto de cien páginas que le llevó cerca de una hora y 50 minutos de actuación, termina conmovida, exhausta emocionalmente, con ojos llorosos, como diciéndonos, “no es tanto lo que se va interpretando este papel, es que esto tiene que ver con todos nosotros y no nos dábamos cuenta.”
El nudo en la garganta era descomunalmente opresivo. Aunque quería aplaudir de pie, las piernas no me daban para pararme. Era como si hubiese estado en un ring de boxeo recibiendo trompadas y yo sin guantes, sin entrenamiento, sin fuerzas, sin esperanzas. No lloré ahí, pero comencé a hablar del tema al salir, de todas las fibras que toca, de todas las aristas que bordean la situación y fue un aguacero que me impidió seguir hablando y necesité entonces respirar profundo, e intentar calmarme.
El arte tiene la capacidad única de hacernos sentir y entender realidades que a veces las palabras o las estadísticas no pueden capturar. El monólogo «Prima facie» es una poderosa herramienta de reflexión y denuncia. A través de la historia de Teresa García, una abogada penalista que experimenta en carne propia el sistema que ella misma defendía, se revela la realidad de muchas mujeres. La tasa «tristemente baja» de condenas por agresiones sexuales es un reflejo no solo del sistema británico que Miller critica, sino también de la realidad colombiana. En Colombia, las cifras son alarmantes solo en 2024 a corte de mayo se contabilizaron 90 feminicidios. La obra invita a cuestionar nuestra propia humanidad con una intensidad que no lo logra la lógica, sino la representación.
Las preguntas planteadas resuenan como ecos tormentosos: ¿Qué lugar se concede a la palabra de la denunciante? ¿Debe considerarse mentira cualquier inexactitud? ¿ Las mujeres no son reconocidas como víctimas si han consumido alcohol, viste “inadecuadamente” o su agresor es conocido por ella?
«Prima facie» ha tenido un impacto significativo en países como Australia, Inglaterra y Canadá, donde ha contribuido a la modificación de leyes en beneficio de las mujeres. Ojalá en Colombia pase igual.
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