El matrimonio igualitario en Colombia se va a dar. No se ufanen los representados en el Congreso, que por creerse mayoría se impondrán sus deseos. E igual les digo a los defensores de dicho matrimonio que no se desesperen, tampoco cedan en sus pretensiones y de qué se extrañan de lo que pasó la semana pasada.
El cambio institucional puede ir precedido de un cambio cultural o los cambios culturales pueden darse a partir de un cambio institucional. El primero se percibe como una expresión más democrática ya que es impulsado por la misma sociedad. Mientras el segundo, puede ser una decisión más vertical, autocrática, por buena o mala que parezca y con más perspectivas de obstáculos que la primera.
Para el caso de los derechos de las «minorías», las instituciones deben garantizarlos por encima de los deseos de las mayorías en aras de evitar o erradicar la discriminación sistemática. Pero, la discriminación no se acabará porque se legalice o no algo que culturalmente se rechaza, sólo iniciará la transformación que podría completarse tras un cambio generacional (Inglehart-Welzel 2004). Estos autores plantean que «el cambio cultural depende de la trayectoria» pues se ha comprobado que «los sistemas de valores, tienen notable durabilidad y persistencia» y distan de converger como se sugiere desde las teorías de la globalización cultural.
El necesario cambio institucional para el matrimonio igualitario traerá herramientas para reclamar derechos y condenar a quienes los infrinjan, pero por la resistencia cultural, la discriminación se extenderá a los hijos que adopten. Así, configuramos un país punitivo no modernizado, que hacina en sus cárceles a asesinos y discriminadores, al tiempo que da jaulas de oro, casa u hospital por cárcel a los políticos culpables del desastre de país, mientras seguimos sin el desarrollo, sin la educación que transformaría nuestra realidad, brindándonos y garantizándonos los derechos a todos.
Inglehart y Welzel explican cómo las sociedades postindustriales «ajustan» sus valores culturales producto de la transformación económica. Estos autores, basados en un estudio empírico notan los cambios de valores a partir de las relaciones del hombre con el trabajo en: la sociedad feudal, la industrial y la postindustrial. El valor de la religión en la sociedad feudal es un «valor de supervivencia», mientras que en la postindustrial es un «valor de autoexpresión».
Es obvio que en una colcha de retazos de sociedad pre-moderna y post-moderna, la gente esté enredada entre los valores de supervivencia y de autoexpresión que pueden significarle sus creencias religiosas. ¿Qué podíamos esperar? ¿Cómo compararnos con Holanda o Suecia? Ellos vivieron sus procesos, recorrieron la trayectoria, tuvieron transformación económica, hubo resistencia, cambio generacional y cambio de valores.
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