Este gobierno en sus siete años de mandato nos acostumbró de manera directa o a través de sus acuciosos parlamentarios que conforman la ‘aplanadora uribista’ a escuchar las propuestas más descabelladas, antidemocráticas y amenazantes cuando por cualquier circunstancia alguna disposición es obstáculo para sus fines políticos inmediatos, teniendo a la mano la solución más facilista y arbitraria: «hay que cambiar la norma», sin importar si requiere reforma constitucional o por simple ley, siendo esto ofensivo para con un pueblo pasivo que soporta con estoicismo estos maltratos sin ninguna voz de protesta; las ‘brillantes iniciativas’ en unos casos se convierten en leyes y en otros están en ciernes como proyectos de ley y que sólo tienen cabida en los regímenes despóticos o totalitarios más recalcitrantes del planeta, como puede ser el caso de algunas dictaduras en el continente africano, en donde los superamos por muy poco margen en desarrollo, incluido, por supuesto, el analfabetismo y el hambre, pero que, sin duda alguna, son más difíciles de implantar por esas latitudes que aquí en Colombia.
Es tan pletórica la gama de estas «brillantes» ideas que se han convertido en ley de la república y otras en camino, que sería interminable su enunciación, pero que vale la pena mencionar las que han y pueden influir más en el acontecer político del país, como la brusca reforma constitucional para la primera reelección; la ley de convocatoria al referendo reeleccionista rodeada de vicios y corruptelas; la tibia reforma política en favor del contubernio anterior con el ‘paramilitarismo y el premio- perdón concedido a los tránsfugas o chaqueteros políticos, que no son otra cosa que simples «traidores», etcétera, etcétera. Ahora una de las grandes perlas es el proyecto de ley para reformar el censo electoral y reducir su estimativo para dejar despejado y fácil el camino de la nueva reelección; la otra, la más vergonzosa e inicua que sólo incita a la rebelión, es la nueva idea de algunos miembros deshonestos y delincuentes en potencia que escampan o creen camuflarse en el Partido de ‘La U’, y que vienen en retirada del ‘Paramilitarismo’, la cual consiste en crear una instancia de juzgamiento que refrende la impunidad de los delitos que en un futuro puedan cometer los padres de la patria, como quien dice es una amenaza de retaliación contra la Corte Suprema para que baje la guardia; de acuerdo con todo lo anterior, y así como se está presentando el panorama político, la solución más salomónica y expedita, en cuanto a ganar tiempo y economizar los altos costos que demanda esta operación del referendo, y dejar de lado tanta mentira, eufemismos e hipocresía, podría ser de una vez por todas una reforma constitucional de fondo en la Estructura del Estado, cambiándose el régimen presidencial por el de la monarquía y coronar a Álvaro I como emperador, el único impasse es el de que la nueva dinastía Uribe Moreno no es de sangre azul y se tendría que considerar en la enmienda la sucesión en sangre plebeya de arraigo frijolero, arepero y mazamorrero.
Dentro de las grandes evoluciones y avances que ha tenido nuestra vida democrática y republicana es la inclusión de la «participación ciudadana», que es el ejercicio de la soberanía popular por medio del voto en plebiscitos, referendos, consulta popular, cabildo abierto, presentación de proyectos de ley o reforma constitucional, de ordenanza o de acuerdos, revocatoria de mandato, y por medio del voto, a nivel local, elegir al Alcalde Municipal para un periodo de cuatro años. A raíz de permitirse la reelección presidencial se han hecho varios intentos fallidos de reforma constitucional en la que se permita la reelección de gobernadores y alcaldes, estando divididas las opiniones a favor y en contra de esta iniciativa, siendo los argumentos de mayor peso desde el punto de vista pragmático y de conveniencia el de no permitirse la reelección de los mencionados funcionarios. Desde mi modesto modo de pensar creo conveniente y necesario la reelección de gobernadores y la de los alcaldes para aquellos municipios de más de cien (100.000) mil habitantes, en los demás se debe de mantener la prohibición expresa de reelección, esto por diferentes motivos de índole simplista que obedecen a razones de idiosincrasia y de tipo práctico y preventivo hasta adquirir una madurez política que garantice un manejo imparcial de la cosa pública en el ejercicio de la jurisdicción y mando. Lo contrario sería de enorme irresponsabilidad por parte del legislador y un desconocimiento total de la realidad político- administrativa de un municipio.
Quienes hemos tenido la oportunidad de haber desempeñado el cargo de alcalde o de concejal, sobre todo en aquellas poblaciones pequeñas de bajo nivel en la mayoría de sus aspectos y en donde se tienen pocos veedores que en algo sirven de control, conocemos de cerca los vericuetos, los intríngulis, los desafueros, los abusos de autoridad, la metamorfosis que sufren algunos, el afán desordenado de poder político y económico, la parcialidad en todos sus tópicos y tantas otras tentaciones que merodean en las alcaldías y que sólo son superadas cuando se tiene una buena dosis de madurez, preparación, ética y moral, valores estos muy poco comunes en la mayoría de los burgomaestres colombianos. A propósito de este tema, hacía varios plenilunios no visitaba la aldea de la cual soy oriundo, me refiero a Victoria un pueblo ubicado al oriente del Departamento de Caldas, y cuál no sería mi sorpresa cuanto me topé con varios hechos que despertaron mi curiosidad y asombro, siendo el motivo de mi visita la entrega personal de una carta abierta, con nombre, identificación y rúbrica, dirigida a los pobladores de esa localidad, la cual me la fueron recibiendo con bastante temor y manifestando que allá estaba prohibido recibir y leer panfletos por la proliferación de los «chismes» y que de pronto los ‘encanaban’; que el alcalde ofrecía una recompensa por la identificación de los anónimos; que la situación estaba delicada y existían amenazas de muerte y ofrecimientos de dinero para asesinar a unas personas, incluido el suscrito; que la primera autoridad del municipio había convocado a una reunión con las personas más inteligentes y notables del terruño a fin de que se fumara «la pipa de la paz» con la presencia de la Policía como garante. En síntesis, la libertad de expresión en todas sus formas está restringida o coartada; no tenía conocimiento que era permitido disponer de fondos públicos para averiguar chismes de cocina o de faldas; no sabía que los delitos fueran objeto de transacción; tampoco, que en cualquier pueblo se podía establecer comisionados o gestores de paz, la pregunta es muy puntual y concreta: ¿Qué sustento legal o social tiene esta clase de reuniones espurias?¿Qué fuerza tiene esta reunión frente a la ley para evitar una investigación ante la tentativa de un delito? ¿Con qué autoridad moral o intelectual se reúnen a nombre de otras personas? Ante estas nimiedades, y a las dos horas de haber llegado, me desesperé prendí mi carro y emprendí mi regreso a Manizales, no sin antes haberle echado un vistazo al Parque, lo que me recordó los famosos Clubes de Jardinería de ciertas señoras mojigatas y santurronas que se dedican a estos menesteres, y de haber observado los desproporcionados, obsoletos y mal ubicados reductores de velocidad, pero…al fin y al cabo, obras son obras. ¿Alguien quiere la reelección de Alcaldes?
Marco Aurelio Uribe García
Manizales, septiembre 11 de 2009
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