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Descalabro del “SI” y victoria del “NO” ¿Por qué?

Es triste y causa pena constatar que las campañas políticas que se adelantan en este país son manejadas por unos politicastros saltimbanquis expertos en la trampa, en el engaño y en la mentira, cuando no es que recurren a la compra de la débil conciencia, y el ingenuo e ignorante votante se les traga el “anzuelo” y corren a sufragar sin tener la más mínima noción del por qué ni para qué votaron; situación que se corroboró en la pasada campaña por el plebiscito para refrendar los Acuerdos de La Habana, por cuanto los promotores del SÍ como los del NO se valieron de ardides ignominiosos que desdibujaron la realidad arguyendo calumnias, verdades a medias y ocultando secretos a voces.

Sorpresa grande para todos fue la victoria del NO. Nadie se imaginó que el SÍ pudiese perder en tales comicios, dadas todas las circunstancias que tenía a su favor a través de las gabelas otorgadas por el aparato estatal, ni aún, los que sufragamos por la negativa para no apoyar los mencionados Acuerdos, y que no pertenecemos ni es de nuestra querencia ninguna de las dos cabezas visibles que lideraron la campaña en favor o en contra del plebiscito. Es difícil o arriesgado o equivocado en esta clase de contiendas asegurar que un triunfo o victoria le pertenece a determinada persona o grupo partidista, ya que aquí no se vota para elegir a una persona o personas, sino que se vota por un monosílabo para aprobar o improbar el contenido de una pregunta.

Los votos obtenidos por el NO, y que fueron la mayoría en las elecciones del plebiscito, no pertenecen de manera exclusiva al partido Centro Democrático como caprichosa y obstinadamente se pretende sostener, por cuanto en esta sumatoria hay participación importante de varios sectores: empresa privada, academia, independientes, liberales y conservadores no matriculados en esas agencias partidistas, etcétera, etcétera. Con esta errónea aserción que infunden los medios de comunicación le causan un grave daño al país político, ya que esto conlleva a una mitificación inmerecida e innecesaria que coadyuva a la polarización.

No me cabe la más mínima duda, que con esta coyuntura del triunfo con el NO, y después de escuchar las últimas propuestas del presidente Uribe: amnistía inmediata para guerrilleros que sean amnistiables y garantías para su seguridad física en zonas de concentración, con una sola innovación: el alivio a condena de militares; lo mismo que las propuestas trasnochadas y nada nuevas de Óscar Iván Zuluaga, y las cuales ya estaban plasmadas en los Acuerdos de La Habana; salta a la vista que el Centro Democrático, con la ayuda de todos los independientes que votamos por el NO, busca oxigenarse y tener el protagonismo que bien lejos tenía su Líder en este proceso de Paz con las guerrillas de las Farc, y así entrar a terciar en la postulación al Nobel de la Paz.

Los Acuerdos de La Habana que ponen fin al conflicto con las Farc, se firmaron a la luz del Derecho Internacional bajo la modalidad de “Acuerdos Especiales” consignados en la oficina de la Confederación Suiza en Berna , y siguen vigentes con todos sus efectos jurídicos, así el plebiscito, como fallo político, haya sido adverso. Los ajustes o revisión de algunos puntos acordados y firmados en La Habana, y de los que se empieza a hablar a última hora por parte de una clase política desprestigiada y oportunista, pueden ser viables siempre y cuando a la cúpula negociadora de ese grupo subversivo les asista voluntad política para aceptarlos y renegociarlos, lo contrario sería “arar” sobre el mar.

Si se da el “gran acuerdo nacional” con la díscola y opaca clase política y logran sentarse a la mesa con los señores farianos para proceder a la “asepsia” de los Acuerdos, nadie se debe ilusionar esperando grandes ajustes o modificaciones, porque hay ciertos inamovibles para la guerrilla que son vitales para su seguridad y tranquilidad y que son unos enormes “sapos” que se tendrá que tragar el país, si verdaderamente quiere que la confrontación con estos señores termine. Cuando este proceso de revisión (?) termine, se podrán dar cuenta que las modificaciones fueron inocuas, pero queda, para algunos, la satisfacción de que el “maniqueísmo” se impuso, y que los Acuerdos ya no son tan malos como eran antes del plebiscito porque la catarsis vino de la mano del rey persa Manes, reencarnado en el “Mesías” del Centro Democrático.

El manejo que le dio el presidente Santos a la campaña del plebiscito en favor del SI fue erróneo, prepotente y triunfalista, olvidando, de paso, su pírrico nivel de aceptación que tiene en todos los estratos sociales del país. La cuenta de cobro que le pasó el pueblo fue inexorable y ajustada a sus justas proporciones. El error más garrafal que cometió fue entregar la conducción, con pedagogía y todo, de la campaña plebiscitaria a unos ministros “entetados”, sin bagaje y de poco peso en el concierto nacional, y a una clase política corrupta y desprestigiada, quienes se le comieron al presidente, sin pena ni gloria, la “carnada” representada en burocracia y en cupos indicativos, siendo poco o nada su trabajo electoral en favor del SI.

Santos ha tenido fama de mitómano y cañador como jugador, en lo único que es experto. Es de las personas que dicen una cosa y hace todo lo contrario; es prometedor y burlón, como ocurrió con los acuerdos con agricultores, con camioneros, con maestros, con indígenas, con pensionados, y estos fueron los que, en primer orden, le pasaron su cuenta y con buenos réditos. Este comportamiento que se vivió en los pasados comicios debemos de mantenerlo vivo para próximas elecciones, sobre todo para las legislativas y no votar por ninguno de los repitentes, así tengamos a nuestra madre de candidata. Este es el primer paso para arreglar este país.

Y para cerrar con broche de oro y enterrar el SÍ del plebiscito, lanzó de su cosecha intelectual estas máximas: “Si el plebiscito se niega, volvemos a la guerra”. “Tengo información amplísima sobre los planes de las Farc para la guerra urbana, que es mucho más demoledora que la guerra rural”. “Si la guerra continua, ahí sí se tendrá que subir los impuestos”. “El presidente tiene la facultad de redactar la pregunta que le dé la gana”. Inadmisible estas amenazas en boca de quien tiene la obligación constitucional de conservar la armonía y el orden público en todo el territorio nacional. Y por todo estas amenazas y su pésimo gobierno, votamos por el NO.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, octubre 6 de 2016.

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