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Algunos Dirigentes de Caldas, sólo causan vergüenza y asco.

La historia sobre la decadencia de la clase dirigente de Caldas merece o requiere de dos análisis serios, precisos y concisos por separado: el Social y el Político. En el Social tomaré como referencia la evolución a partir de 1955, fecha en la que llegué a Manizales a estudiar interno en el Colegio de Nuestra Señora, hasta nuestros días, en las eras de “los Azucenos”, de “los Blancos”, y en la actual, como la bautizara un amigo ya fallecido, de “la Alpargatocracia”, en su habitual escenario: El Club Manizales, venido a menos y desprestigiado en esta última era; de esta trágico-comedia social me ocuparé en un próximo artículo, ya que el espacio de hoy está reservado al tema Político no dejando de ser trágico y vergonzoso.

 Las coaliciones se dan en cualquier país del mundo, pero, comúnmente, nacen después de la confrontación electoral y se hacen entre el triunfador y el perdedor, su origen tiene diversas causas, una de ellas, la principal, es la gobernabilidad, y por lo regular se busca cuando el triunfo no es muy holgado y no se obtiene mayoría legislativa o, también, se pueden dar antes de los comicios entre Partidos o movimientos minoritarios y débiles presentando un candidato para enfrentarlo a otro que ostenta la mayoría. Estas coaliciones y su reparto de la torta burocrática como puntal de la gobernabilidad, termina, casi siempre, en una postración vergonzosa de sus comensales, generando corrupción y atomizando los partidos políticos en detrimento de la plena democracia.

 Hoy impera en el departamento de Caldas, como en el resto del país, la hibrida, deshilvanada y mal llamada Unidad Nacional, coalición política y bastión del primer Mandatario para esgrimir su mayoría legislativa e imponer su programa de gobierno y sus veleidades; en esta región, al frente de su timonel y como mayor usufructuario del poder político con todas sus gabelas están los parlamentario del Partido de La U., con la rectoría omnímoda y omnipotente del travieso y perverso Senador Lizcano, seguido por un solitario parlamentario conservador, experto como ninguno en el manejo de la doble militancia y con el “don de la ubicuidad”, eso sí, con una buena porción en el banquete burocrático; los demás congresistas no pasan de ser un relleno o convidados de piedra y su silencio o manifestación son inocuos.

 Con excepción de Yepes Alzate y Castaño Pérez, el primero del Partido (?), y el otro del Partido Liberal, los menos embadurnados y menos incondicionales, los demás parlamentarios caldenses que hacen parte de la Unidad Nacional están plenamente amordazados, maniatados y enajenados- su hábitat natural- a base de un ignominioso clientelismo, que mella su personalidad y su libre determinación, a través de repartos burocráticos y de los corruptores “cupos indicativos”, siendo esta la manera solapada de sostener dicha coalición, ya que su variopinto de tendencias ideológicas y sus apetitos desordenados de poder económico y político son abismales e inconmensurables.

 Algunos aventajados y emergentes politicastros del embeleco de la Unidad en este departamento, se han convertido en voraces caníbales o hambrientas pirañas que no sacian su desbordado apetito figurón y burocrático persiguiendo y/o constriñendo a indefensos funcionarios sin padrino político, sino que también le propinan dentelladas alevosas a sus colegas de “manguala”, a fin de truncarles aspiraciones a dignidades políticas, o se mantienen al acecho para emprender persecución a los recomendados “enchafainados” de la otra corriente, o recurren a diversas y bajas triquiñuelas para torcer a los agentes locales que manejan un electorado, situación que se da de manera cotidiana, y al menor descuido.

 Estos rastreros actos de felonía son muy propios de personas de mala traza o condición como los referentes, máxime si este comportamiento encuadra en el perfil que ellos tratan de ocultar, olvidando qué más temprano que tarde la verdad se desnuda y sale a flote. Dichas conductas no son motivo de perplejidad ni para los que, con conocimiento de causa y es todo el departamento, sabemos de sus andanzas ni para las autoridades judiciales y de policía, incluyendo por supuesto la Corte Suprema de Justicia, quienes conocen de sobra su vida y milagros, siendo los primeros conniventes.

 ¿Por qué la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado y/o la Procuraduría no se inmutan, y ¡no hacen un carajo!?  Es un interrogante que no cabe en ninguna cabeza, sólo en la de los magistrados, por cuanto estos organismos tienen en su despacho sendas denuncias por concierto para delinquir con paramilitares y narcotraficantes, constreñimiento al elector, tráfico de influencias, falsedades, extralimitación de funciones y otras yerbas más que son notorias y bien conocidas por las autoridades y la ciudadanía, y cuyas conductas se han tipificado en asocio con delincuentes de lo más granado del hampa nacional e internacional, o sea, verdad sabida y buena  fe guardada; qué bueno sería que estos magistrados de las altas cortes y el impoluto procurador, aunque fuera por una sola vez en su vida se comprometieran con una justicia diáfana y sin sesgos.

 La evolución de la clase política en Caldas ha sufrido cambios bruscos difíciles de describir, por cuanto toca aspectos muy personales y que tienen relación con la formación ética, moral, académica, cultural, intelectual y, ante todo, de variada y diversa condición social. Aquellos que imploraban el relevo de Barco, Yepes y Luís Guillermo por deshonestos y clientelistas, situación que jamás se probó en estrados judiciales, pueden estar tranquilos porque la nueva clase política dominante ya se apoltronó, por ahora, es el Partido de la U. , eso sí, más inepta, cínica, corrompida y corruptora que la anterior, sólo posan de sanguijuelas parasitarias hábiles en el manejo de engrosar su patrimonio a través de los cupos indicativos y en el tráfico de influencias.

 La mayoría de la clase dirigente de la Unidad Nacional en Caldas, son a todas luces unos pusilánimes y farsantes sin escrúpulos, unos inútiles, unas alimañas que posan de líderes, hábiles en triquiñuelas para contubernios macabros y en tráfico de influencias, carentes de carácter y de talante, sin ninguna respetabilidad ni vocería ante el poder central, son una vergüenza nacional. Claro está que estos son los requisitos sine qua non para ejercer con lujo de detalles la política en Colombia.

 El Partido Liberal, sobre todo en Caldas, y dadas las condiciones políticas que se viven hoy por hoy con otros “querubines” de la coalición, debe de volver por sus fueros, sacar a relucir su vocación de poder y de servicio, ser una permanente y constante alternativa de poder, seguir liderando los grandes cambios transformadores en las áreas económicas y sociales, y, por ningún motivo, permitir que algunos megalómanos impongan candidatos que sólo le reportan beneficios a sus intereses personales.

 Es curioso, y poco entendible, que entre todos los candidatos para la Alcaldía de Manizales, mencionados por los diferentes medios, escritos y radiales, no aparezca el nombre del doctor Octavio Cardona León, a quien, dicen en los mentideros políticos, vieron en los pasados comicios electorales batiéndose como un felino, en honor a uno de sus apellidos, en campaña a favor de un personaje que aspiraba al Congreso, desconocido y sin votos en Manizales, y salió elegido con la segunda votación en el departamento. ¿Será que el parlamentario de marras es otro felón más y empezó a destapar su verdadero perfil? ¡No hay derecho! No olvide, doctor Cardona qué, “el buen hijo vuelve a casa”.

 El vocero del Partido Liberal en Caldas, el parlamentario Mario Castaño Pérez, escogido por unanimidad por los cuarenta (40) congresistas de la bancada liberal, y fue en Bogotá, no en la Vereda El Tablazo, debe analizar de manera calmada y consciente los diferentes candidatos propuestos para gobernación y alcaldías, sobre todo para la Alcaldía de Manizales, procurando que cumplan el perfil y llenen las expectativas de los electores, principalmente en los estratos más vulnerables y necesitados, de lo contrario, se debe de lanzar un candidato propio con un excelente y envidiable programa de gobierno.

 Todo este desbarajuste oprobioso de la política, sobre todo en este terruño, produce indefectiblemente indignación en la gente de bien, que no es otra cosa que un sentimiento de rabia o rechazo, al ver o constatar la forma facilista como estas raposas politiqueras y corruptas alcanzan esas posiciones inmerecidas, todo por culpa de muchos desentendidos electores, otros venales y una mayoría de perezosos y apáticos abstencionistas que con su actitud permiten que estos verdugos  sociales salgan elegidos por una miserable minoría, premiando así a esta jauría perversa.

 Marco Aurelio Uribe García

Manizales, febrero 19 de 2015.

 

 

 

 

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