Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

¿Qué arcanos contiene el Acuerdo de Paz?

¡Por Dios! Vaya uno a saber la realidad de lo que se está acordando en la mesa de la Habana o de lo que pasa por la cabeza de don Enrique, hermano mayor del Jefe de Estado, o por la de Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”. Cabe aquí a la perfección aquella famosa frase de Albert Einstein: “Dios no juega a los dados”. Un gobernante tiene que tener un mínimo de consideración y respeto por su pueblo, no es de buen recibo que lo ponga a jugar a las escondidas o a las adivinanzas, y eso es lo que está ocurriendo con el esotérico proceso de paz que se discute y se aprueba por las partes, de manera fragmentada. ¿Cuál es el alcance de su contenido y por qué no se da a conocer en su integridad? ¿Cuál es el temor del gobierno en que sea uno cualquiera de los mecanismos de refrendación? Es difícil e irresponsable dar un o un NO para aprobar o improbar unos hechos desconocidos que crean situaciones jurídico-políticas concretas.

En un Estado de Derecho el nacimiento de las normas, cualquiera que sea su piramidal, requiere para su aprobación unos protocolos por parte del legislativo. Pero, tratándose de acuerdos que se celebran entre un gobierno legítimamente constituido y un grupo subversivo al margen de la ley, y el cual crea situaciones jurídico-políticas concretas, necesitan la refrendación o aprobación del constituyente primario por cualquiera de los mecanismos de participación ciudadana establecidos legalmente; así mismo, se requiere la aprobación de normas necesarias para su implementación, o sea, para la aplicación de métodos y medidas para el cumplimiento de lo acordado.

En consideración a lo anterior, es inconcebible e inadmisible que cada capítulo tratado y aprobado en su integridad por las partes, no se le hubiese dado amplia divulgación para su conocimiento general, sin incurrir en mentiras o engaños, ni con verdades a medias, ni con eufemismos o hipocresías, lo cual hubiese evitado tantas habladurías y distorsiones de su acontecer verdadero por parte de los amigos de la guerra, y que han minado el proceso de escepticismo y desconfianza, Además, se hubiese dado un paso seguro para dejar el camino fácil y expedito para la refrendación en las urnas por parte de los colombianos y por cualquiera de los medios de participación ciudadana, pero, eso sí, con pleno conocimiento de la causa.

El gobierno, en cabeza del Presidente Santos, tiene que ser consciente y responsable de los compromisos recíprocos que está negociando y a los que se compromete, sin obnubilarse ni olvidar su interés y afán en lograr reconocimientos internacionales, y que sabe de sobra que estos acuerdos no los va a suscribir con unas “Monjitas de la comunidad bethlemitas”, sino con gente ducha y marrullera, que tiene mejores asesores nacionales e internacionales que los que puedan tener los negociadores del gobierno, que una coma mal puesta en un escrito ellos la saben interpretar y capitalizar, que ellos se desmovilizan si tienen gabelas fijas a su favor. Es por ello, que empezaron a explorar el terreno con sus exigencias y están logrando concesiones:30 guerrilleros indultados, y estemos preparados para la catarata de exigencias que se vienen y que se van a tener que conceder.

El Secretariado de las Farc, sin que se tenga certeza del consuno con la mayoría de sus militantes para una eventual desmovilización, no está, en ningún momento, celebrando estos diálogos y llegando a acuerdos parciales de manera gratuita o por altruismo. No. Estos diálogos se van aprobando en la medida en que se vayan otorgando gabelas y concesiones que les garantice a futuro un poder que no alcanzaron a través de las armas, y es aquí en donde radica el peligro, mucho cuidado con el número de curules “regaladas” para Senado y Cámara, con las circunscripciones especiales y con las zonas de reserva campesina, que éstas no se conviertan en republiquetas en donde prevalezca e impere sus veleidades y desmanes y sus amenazas y constreñimiento se conviertan en imperativo forzoso. En este orden de ideas, terminan apoderándose de la rama legislativa, y en un contubernio nefasto con algunos caciques politicastros de su misma calaña.

Son pocos los que prefieren la terminación del conflicto a sangre y fuego, y muchos por la vía del dialogo. Si bien es cierto que los acuerdos de paz necesitan de concesiones recíprocas, también lo es, que éstas deben de ser proporcionadas y sin poner en peligro el régimen democrático nuestro, ni la convivencia armónica y pacífica de la sociedad ajena al conflicto, ni la vida e integridad física de los desmovilizados. Lo que menos debe de preocupar a la gente en este acuerdo es el referente a la justicia transicional, que no sea óbice para lograr la paz y siempre y cuando se ajuste a los tratados internacionales, siendo este punto de un precio muy alto y un sapo difícil de digerir, pero, ante todo, se debe velar o ser exigentes en la reparación, en la no repetición y en la entrega de las armas, distinguiendo bien lo que es dejar y/o entregar.

Los avatares que pueda traer el post conflicto son diversos y debe tenerse previsto sus soluciones, si se quiere una paz estable y duradera, en caso de una refrendación favorable del pueblo: perdón y acogida de la sociedad de los reinsertados; ayuda económica y técnica de países amigos; generación de empleo; manejo adecuado de los recursos para su sostenibilidad; estatuto garantista de oposición; garantías reales para nuevas fuerzas políticas; abolición de los cupos indicativos; reforma a la elección, investigación y juzgamiento de parlamentarios; seguridad individual y colectiva para la protección y garantía de los derechos; reforma agraria que facilite el acceso al verdadero trabajador del campo y, ante todo, una radical reforma de la justicia, incluida la transicional, ajustada a parámetros de los organismos internacionales.

Todo lo anterior, evitaría causales de justificación para la conformación de nuevos grupos subversivos. La esencia del Estado de Derecho descansa en que toda la estructura estatal está sujeta a la constitución y las leyes, el ejercicio de la autoridad es reglado con observancia y respeto por los derechos individuales, colectivos, culturales y políticos, obligando a su imperio a gobernantes y gobernados, a magistrados y jueces, a las fuerzas militares y de policía, y a todos los funcionarios que tengan jurisdicción y mando. Debemos volver por nuestros fueros y reclamar con vehemencia nuestro Estado de Derecho que es el estado ideal para la convivencia armónica y en paz, y rechazar de manera enfática los desafueros cometidos desde el Presidente, pasando por la dictadura de los jueces hasta llegar al poder y a la impunidad que cobija a la sórdida manada de politicastros.

Si se realiza una amplia e integral divulgación de lo que se pacte en La Habana, sin la menor duda, la votación por su aceptación será copiosa, sin importar y sin temor por qué mecanismo se refrende.
.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, diciembre 3 de 2015.

Compartir post